portada

Si algún lector quisiera encontrar un trabajo que compendiara las reformas de fondo que hacen falta o, lo que es lo mismo, los problemas atávicos que aquejan a la economía mexicana, simplemente tendría que dirigir su mirada al espléndido libro Economía mexicana para desencantados. Tenemos frente a nosotros una afortunada colección de artículos periodísticos, en los cuales el autor aborda con rigor y con sencillez diversas materias: cualquier lector atento podrá asimilar las lecciones comprendidas en este compendio.

El trabajo, constituido por la colección de más de 140 artículos publicados en el periódico Reforma, está organizado por conceptos; sin embargo, la consignación de la fecha de cada escrito ayuda a contextualizar su contenido. El abanico de temas es amplio. Va desde lo conceptual pero pertinente, como el concepto de mercado y sus alternativas, hasta aspectos concretos como el Estado de derecho, la globalización, las reformas de fondo que hacen falta, la salud, la educación, el mercado de trabajo, etcétera.

Economía mexicana para desencantados es un libro didáctico, donde el lector tiene la posibilidad de apreciar varios ángulos de un mismo problema, tratados con inteligencia y precisión.

Manuel Sánchez González es director de Proyectos Empresariales de BBVA Bancomer, institución en la que desde 1993 ha ocupado diferentes posiciones ejecutivas incluyendo la de economista principal.

Es profesor de economía del Instituto Tecnológico Autónomo de México y ha enseñado en varias universidades nacionales y extranjeras, incluyendo Boston College y la Universidad de Chicago. Fue director general del Centro de Análisis e Investigación Económica del ITAM. Ha sido consejero y consultor para varias empresas y organismos internacionales.

Es autor de numerosos artículos publicados en libros y revistas especializadas y de divulgación general. Fue coordinador y editor del libro Procesos de privatización en América Latina publicado en 1993 por el Banco Interamericano de Desarrollo, con la participación de centros de investigación de Chile, México, Colombia y Argentina. Es colaborador del periódico Reforma.

Se graduó como licenciado en economía en el ITESM, tiene maestría en ciencias por la Universidad de Missouri y maestría y doctorado en economía por la Universidad de Chicago. En 1980 la American Agricultural Economic Association le otorgó el premio a la mejor tesis de maestría.

ECONOMÍA MEXICANA PARA DESENCANTADOS

TEZONTLE

MANUEL SÁNCHEZ GONZÁLEZ

ECONOMÍA
MEXICANA PARA
DESENCANTADOS

Prólogo de
FRANCISCO GIL DÍAZ

Fondo de Cultura Económica

Primera edición, 2006
   Segunda reimpresión, 2006
Primera edición electrónica, 2015

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contraportada

Table Of Content

Landmarks

A la memoria de mi padre,
Manuel Sánchez González, Sr
.

ÍNDICE

 

Prólogo, por Francisco Gil Díaz

Introducción

      I. Mercado y concepciones alternativas

¿Por qué México no es un país rico? [2003]

Las condiciones del crecimiento [2004]

Haciendo buen gobierno [2000]

Prosperar o retroceder [2002]

¿Mercado o “tercera vía”? [1999]

Mercado en lugar de planificación [2000]

Mi viaje a Chile [2000]

La historia de dos países [2003]

India: un nuevo tigre económico [2004]

Lula: ¿derrota del liberalismo económico? [2002]

El encanto fugaz del populismo [2004]

Opinión pública y libertad económica [2000]

Mercados y responsabilidad [2004]

     II. Estado de derecho, delincuencia y corrupción

Estado de derecho [1999]

Delincuencia: asunto de incentivos [1999]

Terrorismo, bienestar y progreso [2001]

Corrupción: orígenes, efectos y soluciones [1999]

Para combatir la corrupción [2004]

Fraudes, decepciones y autorregulación del mercado [2002]

    III. Globalización y comercio internacional

La globalización favorece a México [1999]

La globalización no aumenta la pobreza [2002]

La globalización no reduce los empleos [2002]

Los populares mitos sobre la globalización [2002]

Los beneficios del TLCAN [1999]

Más comercio es mejor que menos [2000]

La obsesión sobre China [2002]

El favorable déficit comercial [2000]

El criticado déficit comercial de Estados Unidos [2002]

    IV. Reformas estructurales y privatización

Por qué deben continuar las privatizaciones [2000]

¿Qué son las reformas estructurales? [2003]

Bienvenido el cambio estructural [1999]

Resistencia al cambio [1999]

Una reforma eléctrica en favor de los usuarios [2002]

La impostergable apertura eléctrica [2003]

Aprendiendo de California [2003]

La crisis argentina del gas [2004]

Estancamiento de reformas: las lecciones de Uruguay [2002]

     V. Salud, educación y trabajo

El aumento de la esperanza de vida [2003]

La ventana de oportunidad demográfica [2002]

Provisión privada de salud pública [2000]

Reformando el sistema de salud pública [2002]

Cuentas de ahorro médico [2002]

Las pensiones del IMSS [2004]

Invertir en educación [1999]

Mercado para la educación [1999]

La necesaria revolución educativa [2000]

Una reforma educativa alcanzable [2000]

La evaluación de las escuelas [2003]

Una educación de calidad [2003]

La necesidad de una reforma laboral [2001]

Empleo, equidad y desregulación laboral [2001]

La flexibilización del mercado laboral [2003]

Aprovechando las lecciones de la migración [2004]

    VI. Regulación y política industrial

La mejor política industrial [1999]

Regulación contra la actividad económica [2001]

Regulaciones para poder producir: ¿por qué? [2001]

   VII. Gasto público e impuestos

Bastiat y la propensión al gasto público [2001]

Visión presupuestal [1999]

Responsabilidad presupuestal [2000]

Los límites del gasto público [2001]

Debe reducirse el gasto público [2001]

La inconveniencia del gasto público [2002]

Lugares comunes y las finanzas públicas [1999]

Reforma fiscal no implica mayores tasas impositivas [2001]

Los efectos de los impuestos [2003]

¿Qué es una buena reforma fiscal? [2003]

Una interpretación fiscal equivocada [2003]

El presupuesto sin reforma fiscal [2004]

La insuficiencia del equilibrio fiscal [2000]

El fortalecimiento financiero del gobierno [2003]

Lecciones de Argentina [2001]

El problema de Argentina es fiscal [2002]

El peligro de la autocomplacencia [2001]

 VIII. Régimen cambiario y paridad

Por qué no debe ocurrir una crisis sexenal [1999]

Dolarización y estabilidad [1999]

¿Y la dolarización? [1999]

Convergencia nominal del peso con el dólar [2001]

El inútil concepto de la sobrevaluación cambiaria [2000]

El inagotable tema del tipo de cambio [2000]

Las bondades del peso fuerte [2001]

El Banco de México no determina la paridad [2002]

El tipo de cambio libre debe ser libre [2003]

Eliminemos el control de cambios [2003]

    IX. Inflación y política monetaria

El logro pendiente de la estabilidad de precios [2001]

¿Se requiere más tiempo? [1999]

¿Por qué el Banco de México puede [y debe) bajar la inflación? [2000]

La inflación siempre es un mal [2002]

El desafío de la estabilidad de precios [2004]

Sólo el Banco de México puede abolir la inflación [1998]

La inflación no es inevitable [1999]

La estabilidad de los precios no debe depender de la paridad [2001]

Opiniones contradictorias sobre la política monetaria [2001]

¿Tiempo para relajar la política monetaria? [2001]

La estabilización aún no concluye [2003]

La experiencia de la estabilización [2004]

La persistencia de la inflación [2004]

     X. Crecimiento y ciclos económicos

Crecimiento económico ¿peligroso? [2000]

El angustioso debate del “sobrecalentamiento” [2000]

Balance económico de 2000 [2001]

Aprendiendo en tiempos difíciles [2001]

El temor a la deflación en Estados Unidos [2001]

El reiterado pesimismo sobre Estados Unidos [2002]

Balance económico de 2002 [2002]

¿Qué pasa con el PIB? [2003]

¿Por qué aumenta el desempleo? [2004]

La dinámica sectorial [2004]

   XI. Banca y mercados financieros

Crédito y crecimiento económico [1999]

Crédito: ¿falta de voluntad? [1999]

Fortaleciendo el sistema bancario [1999]

Mejores leyes: ¿más crédito? [2000]

Propuesta para obstaculizar el crédito [2000]

La regulación de las comisiones bancarias [2003]

El misterio del financiamiento [2002]

La reanimación de la actividad bancaria [2003]

La expansión inmobiliaria [2004]

Política monetaria y banca [2004]

Los desafíos de China [2004]

El aumento del “riesgo país” [2002]

La bonanza financiera es externa [2003]

  XII. Pobreza, desigualdad y economía regional

El reiterado combate contra la desigualdad [2001]

Convergencia, no polarización del ingreso [2002]

Alivio de la pobreza: ¿igualdad o prosperidad? [1999]

Mercado: ¿creador de pobres? [2000]

Combate efectivo a la pobreza [2000]

Las cifras y las causas de la pobreza [2002]

Varios Méxicos [1999]

Las divergencias regionales [2004]

Siguiendo la ruta de las remesas [2004]

Más intervencionismo, menor desarrollo rural [2001]

Los subsidios agrícolas son una mala idea [2001]

 XIII. Política y economía

Más democracia: ¿mayor prosperidad económica? [2000]

Alianza para el cambio... económico [2000]

Instituciones para las decisiones políticas [2002]

Se requiere una reforma del Congreso [2002]

Las tribulaciones de la democracia [2003]

 XIV. Economía y economistas

Economía: la ciencia de todos [2001]

Las opiniones económicas y la realidad [2003]

2001: del optimismo al pesimismo [2001]

Interpretaciones equivocadas sobre los pronósticos [2003]

¿Para qué sirven los economistas? [2000]

¿Son los economistas gente buena? [2000]

Premio Nobel para James Heckman [2000]

 

Índice analítico

PRÓLOGO

La lectura del libro de Manuel Sánchez es un verdadero deleite. La reacción natural cuando se ofrece la posibilidad de prologar un libro, en medio de una ocupación llena de presiones y expuesta a gran variedad de asuntos, como es la del Secretario de Hacienda, es valorar si al aceptar se está presupuestando adecuadamente el tiempo. Este dilema no se presentó en el caso del trabajo de Manuel Sánchez. Se trata de una obra con rendimientos enormes en relación con el tiempo invertido. Si uno quisiera encontrar un trabajo que compendiara las reformas de fondo que hacen falta o, lo que es igual, los problemas atávicos que aquejan a la economía mexicana, no hace falta ir más lejos que a la consulta de esta obra. No obstante que se trate de una colección de artículos periodísticos, el autor aborda con rigor diversas materias y, lo que es más gratificante, con sencillez: cualquier lector atento podrá asimilar las lecciones comprendidas en este compendio.

El trabajo, constituido por la colección de más de 140 artículos publicados en el periódico Reforma, está organizado por conceptos, aunque la consignación de la fecha de cada publicación ayuda a contextualizar su contenido. El abanico de temas es amplio. Va desde lo conceptual, pero pertinente, como el concepto de mercado y sus alternativas, hasta aspectos concretos como el estado de derecho, la globalización, las reformas de fondo que nos hacen falta, la salud, la educación, el mercado de trabajo, la regulación y la política industrial, el gasto público y los impuestos, el régimen cambiario y la paridad, la inflación y la política monetaria, el crecimiento y los ciclos económicos, la banca y los mercados financieros, la pobreza, la desigualdad y la economía regional. Finalmente da un círculo completo para cerrar como empezó, con dos capítulos de contenido más bien conceptual relacionados con la política y la economía, y la economía y los economistas.

Cada capítulo contiene varios artículos relacionados con su título. El resultado es didáctico al darle al lector la posibilidad de apreciar varios ángulos de un problema tratados con el mismo herramental analítico.

El trabajo discute cómo la conducción de diversas políticas públicas puede mejorar al apoyarse en los mercados. En los análisis, críticas, propuestas y recomendaciones sobre las políticas públicas Manuel Sánchez adopta el punto de vista del consumidor, quien, en última instancia, es el beneficiado o perjudicado por dichas políticas. Y es que al opinar sobre éstas, Manuel invariablemente señala, acertadamente, que los recursos canalizados al sector público o las regulaciones a ciertos mercados y su organización deben compararse con otras opciones e identificar el beneficio de utilizar los recursos en usos privados o las ventajas de adoptar otras formas de regulación.

Sin que sea óbice para hacerles justicia con mayor detalle a los mensajes que envía Manuel Sánchez, el valioso aspecto general de las reflexiones acumuladas en esta obra es que plantea todos los elementos de la reforma de fondo o estructural de la que tanto se habla. Lo hace con claridad y con rigor analítico. Legisladores, políticos, miembros del gabinete del Ejecutivo, empresarios, analistas económicos y políticos, todos nos beneficiaremos del estudio de las profundas reflexiones que aporta esta obra.

Paso ahora a entresacar algunas de sus lecciones, sin tratar de ser exhaustivo.

Uno de los hilos conductores del libro tiene que ver con los fracasos de nuestra política económica, que muchos atribuyen a la supuesta implantación del modelo llamado neoliberal. El autor explica con claridad que la conclusión es errónea, que la causa de nuestro pobre desempeño es, por el contrario, la falta de una verdadera implantación de un modelo liberal de mercado. Con gran cuidado analiza las fallas de política pública que aquejan a cada uno de los mercados y sectores de la economía, que van desde las atribuciones constitucionales del Ejecutivo hasta la cantidad de obstáculos de toda índole que se imponen al libre desempeño de los individuos. Estas fallas incluyen, desde luego, la falta de imperio del derecho, entendido como el respeto a los derechos de propiedad así como la agilidad y resolución de los conflictos contractuales relacionados con aquéllos.

El libro desmitifica diversas nociones comunes acerca de la causa de nuestros problemas. Por ejemplo, la idea de que nuestras insuficiencias se derivan de falta de ahorro y de inversión. El problema no es ése, sino el desperdicio en la asignación de nuestros recursos. Para aprovechar con eficacia y salir adelante con los recursos disponibles lo que hace falta es “competencia, incluyendo la eliminación de los monopolios estatales, desregulación, apertura total a la inversión privada y una buena reforma laboral; adicionalmente, seguridad jurídica y un Estado más delgado y eficiente. La realización de estas pocas pero importantes tareas es la clave para superar los obstáculos a la productividad total y el empleo, y promover así la prosperidad”.

La simplificación y eliminación de reglas enfatizan implícitamente competencia, competencia y competencia, como se dice de la localización para referirse a los atributos que debe tener un inmueble. Temas en los que la política comercial hacia adentro debiera ponerse en línea con el espíritu de los tratados de libre comercio con otros países y regiones del mundo que hemos firmado...

El trabajo abunda en comparaciones internacionales interesantes e instructivas: Chile, India, Rusia, Nueva Zelanda, Hong Kong, Corea, Irlanda y otras experiencias de las que se derivan importantes lecciones. Al contrastar con los nuestros, los efectos de las políticas económicas de los países que sí se han liberalizado, pone en evidencia cómo podríamos haber generado muchísimo mayor bienestar. Lamentablemente, por fallas en nuestras políticas públicas, nos hemos estancado. Al tomar posiciones de arranque de años atrás y comparar ingresos por persona de entonces, iguales o incluso inferiores al nuestro, resulta que otros países, gracias a su voluntad reformista, han dado grandes saltos, quedándose México atrás.

Manuel Sánchez documenta en cambio cómo el TLCAN, y anteriormente la apertura al comercio exterior iniciada por Miguel de la Madrid, contribuyeron a aumentar la productividad, a mejorar los salarios de los trabajadores empleados por las empresas exportadoras, a sacarnos del callejón sin salida al que nos llevaban importaciones crecientes y exportaciones estancadas y a fomentar una mayor inversión privada.

El capítulo IV, que trata de las “reformas estructurales”, aborda nuevamente la importancia de derrumbar mitos. México, sentencia impecablemente el autor, “sigue empantanado en discusiones obsoletas a la zaga de la modernización mundial”. ¿Acaso se trata de algo impregnado en nuestros genes? Sólo basta recordar que las religiones precolombinas consideraban sagrado el círculo y que eso parece explicar que, para no cometer un sacrilegio, no utilizasen la rueda.

A propósito de las reformas que hacen falta y de las que se han planteado, el libro advierte que reformas a medias, o mediocres con resultados exiguos, desprestigian el cambio, justifican las críticas y dan lugar a posibles retrocesos. Dicho de otra manera, no sólo no se ha seguido un modelo netamente liberal sino que, tratándose de algunos de los cambios que se han realizado, su parcialidad, más que permitir un avance, posiblemente haya contribuido a desprestigiar el modelo.

En el inventario de dichos cambios yo incluiría una apertura al comercio exterior acompañada de salvedades que se han traducido en protección negativa para diversas industrias, privatizaciones sin cuidar la competencia o sin garantizar la idoneidad de los compradores, reglamentación excesiva y creciente, legislación y juzgados orientados a la forma y no al fondo, amén de la falta de consistencia de las sentencias, excesivos papeleos, tiempos de resolución y costos, entre otras muchas fallas institucionales que, por cierto, son objeto detallado del análisis del autor.

Entre las políticas públicas abordadas por el autor están también las relativas a la salud, la educación y el trabajo. A propósito de la educación señala, como lo ha hecho Eduardo Andere en varias de sus aportaciones, cómo la baja calidad educativa y su cobertura insuficiente no son el resultado de pocos recursos, sino de su mala utilización; de la falta de incentivos para los maestros, entre otras razones debida a la nula competencia educativa relacionada, entre otros factores, con la no divulgación de las evaluaciones escolares.

Aborda también uno de los renglones socorridos, incluso favoritos, de algunos reformadores: la política industrial. Expone claramente cómo la regulación —del transporte multimodal, por ejemplo—, en lugar de promover, asfixia al sector. Los requisitos para abrir una escuela, para registrar un estatuto de cámara en la Secretaría de Economía, las numerosas formas y trámites ante el SAT, y muchos otros ejemplos de trámites y costos que encarecen la actividad económica y que obstaculizan emprender las tareas que contribuyen al mayor bienestar general: aquéllas encaminadas a mejorar la productividad.

Problemas sobre temas macroeconómicos. Problemas de crecimiento económico relacionados con el marco institucional y jurídico de la sociedad, el estado de derecho, la protección de los derechos de propiedad, el cumplimiento de los contratos, el sistema de incentivos, la competitividad de los mercados y la intervención gubernamental en la operación de los mismos, la acumulación de capital físico y humano, el cambio tecnológico, y muchos más.

El crecimiento económico es analizado también desde la óptica de las desviaciones transitorias de la producción respecto de su tendencia de largo plazo, o ciclo económico. Se comenta que desde los años ochenta el crecimiento económico de México ha sido bajo, con elevada inestabilidad en el ritmo de la producción, debido a una política monetaria y fiscal irresponsable: se debe evitar que el crecimiento económico esté impulsado por políticas monetarias y presupuestarias expansivas, cuyos efectos inflacionarios, y posteriormente recesivos, son implacables.

Problemas de finanzas públicas en los que se analiza la pertinencia del gasto gubernamental a través de una adecuada oferta de bienes públicos, aquellos de cuyo goce o disfrute, una vez producidos, no se puede excluir a los miembros de la sociedad y que por tal naturaleza no serán producidos por el sector privado, no obstante que su valuación por parte de la sociedad supere su costo; bienes como la seguridad pública, la administración de justicia, la defensa de los derechos de propiedad, la promoción de la competencia, la infraestructura social básica, entre otros.

Se destaca la importancia de evaluar el rendimiento del gasto gubernamental, dado que los recursos utilizados tienen un costo de oportunidad o beneficio que la sociedad sacrifica al no utilizarlos en usos alternativos. Así, el financiamiento del gasto gubernamental mediante impuestos o deuda pública, que ha de pagarse con más impuestos futuros, supone destinar recursos de los que deben prescindir los particulares con la consiguiente reducción en su consumo o inversión. La no evaluación económica del gasto público, federal, estatal y municipal, su estructura derivada de transacciones políticas en todos los niveles, asegura un bajo rendimiento y una escasa o nula contribución al bienestar general.

Se analizan las ventajas de una reforma fiscal en México como forma de reducir el déficit público hasta eliminarlo o incluso generar un superávit. Señala que el déficit del sector público se traduce en una presión a la alza en las tasas de interés reales y en un menor dinamismo de la inversión y de la actividad económica, en un contexto de acceso limitado a los mercados financieros internacionales. La mayor recaudación derivada de la reforma fiscal no implica mayores tasas impositivas: una reducción de las tasas marginales del ISR con el fin de castigar menos el esfuerzo laboral y el éxito de los negocios puede aumentar la recaudación. Además se puede utilizar en mayor medida el expediente de los impuestos al consumo y menos el de los impuestos que gravan al ingreso como una forma virtuosa de reducir los incentivos adversos al trabajo, al ahorro y a la inversión que los impuestos provocan. El autor considera que la homologación de las tasas del IVA a todos los bienes y servicios es una iniciativa adecuada.

Se señala que desde mediados de los años setenta y hasta años recientes la inflación en México fue elevada y variable, combinada con abruptas devaluaciones que afectaron el crecimiento y la distribución del ingreso. Se considera que la lucha contra la inflación debiera ser más intensa, toda vez que los costos para abatirla, bien evaluados y medidos a través de alzas transitorias en las tasas de interés y el desempleo, son menores que el costo en mayores tasas de interés y desempleo, por más tiempo, que acarrean los desequilibrios monetarios-presupuestarios. Esto se puede constatar a través de múltiples experiencias, por ejemplo, las de Canadá, Nueva Zelanda, Inglaterra y Chile, que en breves periodos redujeron significativamente su inflación, sin afectar, ni aun transitoriamente, su crecimiento. Se destaca la importancia que las expectativas tienen en todo proceso de reducción de la inflación, así como el papel crucial de la credibilidad y de la consistencia de la política monetaria instrumentada por el Banco Central.

Se comenta que los periodos más recesivos se han registrado después de la ocurrencia de grandes devaluaciones, por lo que la evolución del tipo de cambio despierta gran interés, aun cuando se ha adoptado un régimen cambiario de libre flotación; dicha evolución responde a la demanda relativa por las monedas, la que se ve afectada por la inflación y el crecimiento económico esperados, por lo que en la medida en que la inflación interna converge con la de las principales economías del mundo se alcanza una mayor estabilidad cambiaria.

Se concluye que un elemento crucial para propiciar estabilidad financiera, cambiaria y de precios es mantener la disciplina fiscal y monetaria mientras que la adopción de un régimen cambiario fijo o flexible no es crucial, aunque este último permite que la economía pueda ajustarse más fácilmente a perturbaciones externas. Dicha estabilidad, sin embargo, depende también de la eficiencia del sistema bancario y financiero, la cual requiere de una adecuada regulación prudencial que evite los problemas de riesgo moral, selección adversa de los acreditados, información asimétrica y otros, a que están sujetas las operaciones fiduciarias. Deficiencias de la política financiera del país, como las registradas durante la primera parte de los años noventa, condujeron a la crisis del sistema financiero de 1995: distorsiones que generan la adopción excesiva de riesgos crediticios por parte de los bancos y dificultades legales para la recuperación de las garantías explican la ocurrencia de tal crisis así como el colapso de la banca, que implicó costos significativos para el país en términos fiscales y una aguda escasez de financiamiento. La crisis arrojó lecciones que se tradujeron en una mejoría de la regulación y del marco jurídico para la operación bancaria, así como una adecuada supervisión de los bancos.

Así, se afirma que para evitar la ocurrencia de crisis financieras es necesario contar con una regulación moderna y eficiente del sistema financiero, la disminución de la inflación, mejoras del marco legal que faciliten el cumplimiento de los contratos y la promoción de la competencia que propicie la ampliación y mejoramiento de los servicios bancarios y de intermediación financiera.

La actividad de intermediación financiera, que permite la canalización de los recursos de ahorro hacia las actividades de inversión más rentables, es fundamental para el crecimiento económico. Dicha actividad está sujeta a costos de operación de las instituciones bancarias y financieras, entre los que destacan los de cobranza y recuperación de créditos, que aumentan significativamente como consecuencia de deficiencias en el estado de derecho para ejercer las garantías de los créditos. Se lesionan de esta manera los derechos de propiedad de los acreedores e indirectamente de los ahorradores y se contrae la actividad de intermediación. Un elemento importante para el fortalecimiento del sistema bancario y financiero del país es la aprobación de la Ley de Concursos Mercantiles que sustituye a la Ley de Quiebras y Suspensión de Pagos, que dificultaba considerablemente la recuperación de las garantías de los créditos, algo, por cierto, ya superado gracias a la aprobación de la ley citada y también a la posterior “Miscelánea de Garantías”.

Se destacan los efectos que la menor inflación ha tenido al propiciar la emisión de deuda de largo plazo de las empresas, la colocación de bonos privados en el exterior y el mayor crédito de bancos externos a empresas mexicanas, lo que explica parcialmente la menor participación del crédito bancario doméstico en el financiamiento integral de las empresas.

Otro asunto crucial que atiende este libro: los problemas generados por la oposición de algunos grupos de la sociedad al proceso de integración de la economía a los mercados de bienes y servicios y a los mercados financieros y de capital del exterior, o “globalización de la economía”: grupos que defienden el status quo construyendo una historia parcial y equívoca de los efectos que la apertura económica ha traído al país.

El autor analiza y discute cuidadosamente por qué la globalización favorece a las economías, especialmente a las pequeñas, al ampliar sus mercados, atraer inversión extranjera hacia los proyectos más rentables, mejorar la eficiencia en el uso de los recursos, permitir la especialización en las actividades en las que se tiene ventaja comparativa en la producción, facilitar el cambio tecnológico y demás. En particular, discute por qué la globalización no ha aumentado la pobreza en el mundo, sino que la ha reducido; cómo la globalización aumenta el empleo, al permitir generar más producción con los mismos recursos elevando su productividad y estimulando su uso. Asimismo, y compartiendo las opiniones de otros economistas, busca “desmantelar” algunos mitos acerca de la globalización como los siguientes: que ésta es el triunfo de los mercados sobre el Estado, que se adopta por imposición externa, que existe un círculo vicioso entre pobreza y explotación de las naciones poderosas que requiere de la intervención gubernamental en la economía, entre otros.

Problemas sobre temas laborales y sectoriales:

El libro aborda también los problemas para aprovechar y desarrollar los recursos humanos. El potencial de este desarrollo se ha expandido con la generación, sistematización y difusión del conocimiento a través de la educación, los avances de la biología y de la ciencia médica que se manifiestan en una mayor facilidad para elevar la salud y la esperanza y calidad de vida de la población, así como por el desarrollo tecnológico, la división del trabajo y la acumulación de capital físico que elevan sustancialmente la productividad de la mano de obra, abaratando los bienes y elevando el ingreso y el bienestar de la población. Todo ello como resultado de la globalización. El autor considera que “México tiene oportunidades significativas para aumentar el nivel y calidad del capital humano, mejorando los servicios de salud y educación provistos en su mayoría de manera deficiente por el Estado”, lo que puede lograrse permitiendo a las familias elegir al proveedor de estos servicios mediante la reorientación del gasto público destinado a proveer educación y salud a un apoyo monetario a la población, especialmente la de menores ingresos. La competencia aseguraría una mayor satisfacción de los usuarios. Se considera también la ventaja de introducir cuentas individuales de seguro médico, sujetas a un crédito fiscal. Con algunas de estas políticas el autor se adelanta con propuestas que se han convertido recientemente en políticas públicas, como es el caso del seguro popular.

Se destaca que la recomposición demográfica durante las primeras décadas del siglo XXI incrementará la proporción de la población en edad de trabajar respecto de la total, lo que requiere acelerar la acumulación de capital, elevar el cambio tecnológico y flexibilizar el mercado de trabajo, a fin de facilitar la absorción de dicha población con mayores salarios. Regulaciones como el salario mínimo, el reparto a los trabajadores del 10% de las utilidades de las empresas y las elevadas contribuciones a la seguridad social y al fondo de vivienda, afectan especialmente a los asalariados de menor ingreso, a los que paradójicamente dichas regulaciones busca proteger.

Problemas asociados al combate efectivo a la pobreza y a la identificación de sus causas, ya que con diagnósticos equivocados se llega a propuestas de grandes programas de gasto público sin asegurar su financiamiento. El autor considera que la pobreza es resultado de un bajo crecimiento económico, por lo que la forma de disminuirla es promover dicho crecimiento a través de la acumulación de capitales físico y humano y del aprovechamiento de los mercados. Refuta la percepción generalizada, basada en mediciones inapropiadas del ingreso, de que la globalización ha provocado un aumento en la pobreza y en la desigualdad del ingreso; por el contrario, y como lo demuestra la investigación de Xavier Sala-i-Martin para 125 países, entre 1970 y 1998 la pobreza y la desigualdad del ingreso en el mundo han disminuido. Analiza las diferencias de ingreso per cápita entre las entidades de nuestro país, atribuyéndolas a diferencias en educación, infraestructura, prevalencia de la ley y el estado de derecho, y grado de integración de las regiones con los diferentes mercados, especialmente con los del exterior. Se pronuncia por la inconveniencia de establecer subsidios a la producción de bienes agrícolas, así como en contra de prácticas proteccionistas que reducen su importación, porque tienen el efecto de encarecer dichos bienes, reducir su consumo y propiciar un uso ineficiente de los recursos utilizados en su producción.

Problemas de excesiva regulación de la actividad económica derivados de la concepción de que las imperfecciones de los mercados son considerables. Estas regulaciones, que toman la forma de permisos, concesiones, licencias, prohibiciones y otros obstáculos al libre intercambio, son fuentes de rentas para muchos empleados públicos que obtienen beneficios a cambio de otorgar favores e inhiben la competencia y la eficiencia productiva de las empresas. Se discute la conveniencia de mantener programas de apoyos y subsidios crediticios y fiscales a sectores de actividad económica afectados por la competencia externa, particularmente las pequeñas y medianas empresas, así como las dificultades de instrumentar una política industrial que requiera de la injerencia gubernamental para orientar la producción. Estas dificultades, en esencia, son para el autor las mismas que las generadas por la planificación central; es decir, la dificultad, si es que no la franca imposibilidad, de suplir la eficacia de las decisiones de millones de consumidores y empresas cuando asignan sus recursos guiados por las fuerzas del mercado.

Problemas derivados de que el Estado continúe involucrado en muchas actividades empresariales y mantenga monopolios en las ramas de los energéticos. México es una de las pocas naciones donde aún se discute si el sector privado puede extraer petróleo, producir gasolina o generar electricidad. Los beneficios de la privatización de empresas públicas se derivan de que éstas son menos eficientes que las privadas, al incorporar consideraciones políticas en su operación como mantenimiento del empleo y precios por debajo de los costos y porque los derechos de propiedad no están bien definidos y tiende a haber apropiaciones privadas de ingresos. Por ello no sorprende que sindicatos, proveedores y administradores se opongan a la privatización, proceso que facilitaría la operación de los mercados y la competencia, y que, junto con la apertura comercial, la inversión extranjera, las modificaciones tributarias, la desregulación y la modernización del sistema financiero, serían parte de las llamadas “reformas estructurales” que se iniciaron a mediados de los años ochenta. El deficiente desempeño económico de México es resultado de que se han limitado los cambios estructurales, en parte porque algunas malas políticas económicas son, a los ojos de muchos, “políticamente correctas”.

Problemas sobre la eficacia de la democracia y el papel del economista:

Problemas asociados a lograr un adecuado funcionamiento de la democracia, como institución política fundamental de las sociedades modernas, que afectan el proceso de toma de decisiones colectivas, las cuales dependen del sistema de incentivos al que están sujetos los representantes populares. Se requiere que dichos incentivos sean congruentes con los intereses y el bienestar de las mayorías.

Se analizan diferentes problemas del ejercicio de la democracia: los de información asimétrica entre el votante, que sabe que su sufragio altera poco el resultado electoral y tiene, por tanto, pocos incentivos para allegarse información acerca de los proyectos y evaluarlos, y el representante popular que tiende a responder a grupos específicos de interés, quienes atraen su atención; también los problemas de arreglos democráticos mal estructurados que afectan el crecimiento económico, cuando el voto de las mayorías se puede usar para redistribuir recursos hacia minorías, a costa de reducir la eficiencia económica; así como los de “expectativas fallidas” que la democracia genera cuando se presume que por sí misma solucionará múltiples problemas, lo que al no ocurrir provoca “desencanto” acerca de los resultados, conduciendo a retrocesos en los derechos políticos y en las libertades civiles, al extremo de propiciar dictaduras en algunos casos.

Según el autor, entre las distintas características gubernamentales que favorecen el desarrollo económico sostenido destacan: un gobierno pequeño, una burocracia honesta, un sistema legal que proteja los derechos de propiedad y una baja carga tributaria.

Al ceder a las demandas de los grupos de interés mejor organizados, los representantes populares adoptan medidas que reducen el bienestar social, convirtiéndose el Estado en una agencia para beneficiar a algunos en perjuicio de otros; por ejemplo, mediante impuestos elevados contra las minorías perdedoras y transferencias para las mayorías ganadoras. Entre los perdedores, destacan las generaciones futuras que pagarán la deuda pública incrementada en el presente.

Problemas de la disciplina económica y de la profesión derivados de una intensa y múltiple interferencia en temas económicos por parte del público en general, lo que oscurece y dificulta el análisis de los “problemas económicos”. Esto se debe a que las personas ven en los temas económicos oportunidades de influir en las decisiones gubernamentales y así alcanzar un beneficio o evitarse un daño, surgiendo una especie de “ley de Murphy de la economía”, atribuible al profesor Alan Blinder: los economistas influyen menos en las medidas que mejor conocen y sobre las que están más de acuerdo, pero que son impopulares, como la eliminación de obstáculos a la inversión; e influyen más en las que conocen menos y sobre las que están más en desacuerdo, pero que son populares, como las predicciones del tipo de cambio.

Con independencia de la popularidad o impopularidad de las medidas y de las opiniones que las sustentan, los economistas tienen una gran responsabilidad en el debate público expresando opiniones que sean consistentes con la teoría económica.

Muchos de los razonamientos, explicaciones y conclusiones derivados del análisis económico suelen recibirse con escepticismo por ciertos grupos, rechazando su validez supuestamente por carecer de “realismo” o ser “demasiado académicas”, posturas que reflejan su ideología o la intención de promover políticas públicas que los favorecen; por lo que la labor del economista, quien utiliza el rigor y el poder de la ciencia económica, es muy relevante: recordarle y advertirle a la sociedad acerca de los costos de las medidas gubernamentales muchas veces justificadas sólo por su viabilidad política.

Un prólogo debe ser eso, una presentación y en todo caso un aperitivo. Es imposible hacerle justicia a un trabajo tan extenso y rico en análisis y conclusiones en unos cuantos párrafos introductorios. Para terminar me limitaré a invitar al lector a empaparse de los conceptos y riqueza metodológica y riqueza de conclusiones de política pública contenidos en este estupendo compendio.

Sirva esta apretada síntesis y descripción del libro para ilustrar la riqueza de su contenido y alentar su lectura y reflexión.

FRANCISCO GIL DÍAZ