Portada

ALFONSO REYES

CARTILLA MORAL

Fondo de Cultura Económica

CENTZONTLE
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

Primera edición, 2004
     Segunda reimpresión, 2013
Primera edición electrónica, 2013

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Polígrafo y prolífico, Alfonso Reyes (1889-1959) es un pilar fundamental de la cultura mexicana moderna. Más aún, su voz es una presencia insustituible en el concierto universal de las humanidades y su prosa es quizá la que mejor expresa las letras en castellano. Fue cuentista, ensayista, dramaturgo, cronista, editor, empresario cultural y distinguido embajador del servicio exterior mexicano; sus Obras completas ocupan casi treinta tomos en el catálogo del Fondo de Cultura Económica y no hay un solo lector que no adquiera una deuda de gratitud por cualesquiera de sus páginas, sea por la lúcida guía de ideas, por el placer de leerlo o por la íntima interlocución que generan.

Fundador y hálito conductor del Fondo de Cultura Económica, Alfonso Reyes, junto con Daniel Cosío Villegas, dejaron ejemplo editorial de la generosidad universal que se entrelaza con los mejores y más prístinos valores del ser mexicano. Su labor incansable se expandió por todos los ámbitos de la cultura hispanoamericana y con este volumen pretendemos hacer un pequeño homenaje a su grandeza. De hecho, Centzontle sería el nombre que inicialmente pensó Reyes para la colección ahora conocida como Tezontle en el FCE; un afortunado equívoco telefónico cambió las sílabas, tan sólo para que medio siglo después contemos ahora con una corrección congruente: pequeños libros, cada uno como un ave escueta, emanados de los libros mayores de nuestro catálogo de lectura a precios accesibles para cualquiera.

Por otro lado, Centzontle marca la segunda época de la colección FONDO 2000, como extensión de una línea editorial que apela a la lectura que realizamos en pocos minutos, la que alcanza para un viaje en el Metro o la breve espera de cualquier intermedio cotidiano. En aquella primera serie publicamos de Alfonso Reyes sus Diez descansos de cocina, su Debate entre el vino y la cerveza y otros papeles de cocina y sus lúcidos ensayos breves, México en una nuez y otras nueces, cumpliendo el doble propósito de difundir su pensamiento e inocular al lector con el interés por cualesquiera de los otros títulos de Reyes que se encuentran en nuestro catálogo editorial.

En esta ocasión, nos honramos con presentar Cartilla moral, un valioso opúsculo firmado por Reyes en 1944 cuyo propósito inicial fue servir de apoyo al fervor alfabetizador emanado de la Revolución mexicana a principios del siglo XX. Dirigido al lector que acaba de recibir el don de las letras, tanto el niño como el adulto podrán encontrar aquí una guía laica, respetuosa de creencias particulares, que cuadricula nociones de antropología, política, sociología y civismo bajo el ánimo liberal de urbanidad que procuraba el mejor concierto entre ciudadanos de una determinada sociedad. Es uno de los textos más solicitados entre los diversos lectores, aunque su asimilación exija la difusión constante y el compromiso moral que cada uno pueda establecer con los preceptos y sentencias sugeridos por Reyes.

Esta Cartilla moral se complementa en estas páginas con el brillante texto que leyera Reyes en el Primer Congreso de Historiadores de México y Estados Unidos de 1949, titulado «Mi idea de la Historia», y el lúcido discernimiento entre «Lo mexicano y lo universal», credo autobiográfico y conciencia cultural. Los dos ensayos cumplen con los propósitos e intenciones que deseaba contagiar Alfonso Reyes en su Cartilla moral y, en general, en su vasta obra.

Consideradas las proporciones de tiempo y circunstancia, el lector confirmará que el ideario de los hombres que forjaron el mejor rostro de México no ha perdido un ápice de su vigencia ni un grado de urgencia en su procuración. Alfonso Reyes fue uno de esos hombres: pensador incansable, erudito sin pedanterías, fiel a la raíz de su paisaje más íntimo al tiempo que miraba todos los horizontes del mundo.

Índice

CARTILLA MORAL

ENSAYOS

Mi idea de la Historia

Lo mexicano y lo universal

CARTILLA MORAL

Prefacio

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ESTAS LECCIONES fueron preparadas al iniciarse la «campaña alfabética» y no pudieron aprovecharse entonces. Están destinadas al educando adulto, pero también son accesibles al niño. En uno y otro caso suponen la colaboración del preceptor, sobre todo por la multiplicación de ejemplos que las hubieran alargado inútilmente. Dentro del cuadro de la moral, abarcan nociones de sociología, antropología, política o educación cívica, higiene y urbanidad.

Se ha insistido en lo explicativo, dejando de lado el enojoso tono exhortatorio, que hace tan aburridas las lecturas morales. No tenía objeto dictar los preceptos como en el catecismo, pues son conocidos de todos. Se procura un poco de amenidad, pero con medida para no desvirtuar el carácter de estas páginas.

Se deslizan de paso algunas citas y alusiones que vayan despertando el gusto por la cultura y ayuden a perder el miedo a los temas clásicos, base indispensable de nuestra educación y en los que hoy importa insistir cada vez más.

Se ha establecido un armazón o sistema que dé coherencia al conjunto; pero se ha disimulado esta trabazón para no torturar con esfuerzos excesivos la mente de los lectores.

Bajo la expresión más simple que fue dable encontrar, se han tocado, sin embargo, los problemas de mayor tradición en la filosofía ética, dando siempre por supuesto que nos dirigimos a hombres normales y no a deficientes. El constante error del intermediario consiste en suponer al consumidor más candoroso de lo que es.

Se ha usado el criterio más liberal, que a la vez es laico y respetuoso para las creencias.

La brevedad de cada lección responde a las indicaciones que se nos dieron. Dentro de esta brevedad se procuró, para el encanto visual y formal —parte de la educación—, cierta simetría de proporciones.

Las frases son sencillas; pero se procura que se relacionen ya unas con otras, para ir avezando al lector en el verdadero discurso y en el tejido de los conceptos. Pues a estos ejercicios llega el analfabeto cuando ya ha dejado de serlo. La poesía que se cita al final de la Primera Parte es útil en este sentido (amén de su valor moral y poético), por estar fraseada en trozos paralelos, cuya consecuencia sólo se desata en los dos versos últimos. Es un buen ejercicio de suspensión del argumento, sin ser por eso nada difícil. Conviene que el preceptor la lea en voz alta antes de darla a leer al discípulo.

México, 1944

Lección I

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EL HOMBRE debe educarse para el bien. Esta educación, y las doctrinas en que ella se inspira constituyen la moral o ética. (La palabra «moral» procede del latín; la palabra «ética» procede del griego.) Todas las religiones contienen también un cuerpo de preceptos morales, que coinciden en lo esencial. La moral de los pueblos civilizados está toda contenida en el Cristianismo. El creyente hereda, pues, con su religión, una moral ya hecha. Pero el bien no sólo es obligatorio para el creyente, sino para todos los hombres en general. El bien no sólo se funda en una recompensa que el religioso espera recibir en el cielo. Se funda también en razones que pertenecen a este mundo. Por eso la moral debe estudiarse y aprenderse como una disciplina aparte.

Podemos figurarnos la moral como una Constitución no escrita, cuyos preceptos son de validez universal para todos los pueblos y para todos los hombres. Tales preceptos tienen por objeto asegurar el cumplimiento del bien, encaminando a este fin nuestra conducta.

El bien no debe confundirse con nuestro interés particular en este o en el otro momento de nuestra vida. No debe confundírselo con nuestro provecho, nuestro gusto o nuestro deseo. El bien es un ideal de justicia y de virtud que puede imponernos el sacrificio de nuestros anhelos, y aun de nuestra felicidad o de nuestra vida. Pues es algo como una felicidad más amplia y que abarcase a toda la especie humana, ante la cual valen menos las felicidades personales de cada uno de nosotros.

Algunos han pensado que el bien se conoce sólo a través de la razón, y que, en consecuencia, no se puede ser bueno si, al mismo tiempo, no se es sabio. Según ellos, el malo lo es por ignorancia. Necesita educación.

Otros consideran que el bien se conoce por el camino del sentimiento y, como la caridad, es un impulso del buen corazón, compatible aun con la ignorancia. Según ellos, el malo lo es por mala inclinación. Necesita redención.

La verdad es que ambos puntos de vista son verdaderos en parte, y uno a otro se completan. Todo depende del acto bueno de que se trate. Para dar de beber al sediento basta tener buen corazón, ¡y agua! Para ser un buen ciudadano o para sacar adelante una familia hay que tener, además, algunos conocimientos.

XVIXVII(ethismos).