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El Evangelismo

Elena G. de White

Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.

El evangelismo

Elena G. de White

Título del original: Evangelism, Review and Herald Publishing Association, Hagerstown, MD, E.U.A.

Dirección: Aldo D. Orrego

Traductor: Staff de la ACES

Diseño: Nelson Espinoza

Ilustración de tapa: Propiedad Shutterstock

Primera edición, e - Book

MMXX

IMPRESO EN LA ARGENTINA

Printed in Argentina

Es propiedad. © Ellen G. White Estate. Silver Spring, MD, E.U.A., 1946

© ACES, 2015.

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

ISBN 978-987-798-119-3

Publicado el 10 de abril de 2020 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).

Tel. (54-11) 5544-4848 (Opción 1) / Fax (54) 0800-122-ACES (2237)

E-mail: ventasweb@aces.com.ar

Website: editorialaces.com

Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.

Aclaraciones

* Versión bíblica utilizada: Reina-Valera 1960.

* Los énfasis en negrita cursiva pertenecen a la autora.

* La paginación de los libros en castellano corresponde todavía a la versión en tapa Bordó.

* En el texto, las referencias bíblicas entre paréntesis son de la autora; las entre corchetes, del editor de esta obra en castellano con el fin de ayudar a encontrarlos en la Biblia.

* Abreviaturas:

cf. = comparar con

p. / pp. = página / páginas

t. = tomo

2:371 = tomo 2, página 371

Prefacio

El evangelismo, verdadero corazón del cristianismo, es un tema de fundamental importancia para las personas que han sido llamadas a dar a conocer a un mundo condenado el último mensaje de advertencia de Dios. Vivimos en las últimas horas de la historia del planeta, y el mensaje adventista, que se proclama con el fin de alistar a un pueblo para el regreso del Señor, debe convertirse en un fuerte clamor, para que resuene hasta en las regiones más apartadas de la Tierra.

Desde los primeros días de la obra de los adventistas del séptimo día, la instrucción del Espíritu de Profecía que destaca en forma especial los principios y la práctica de la obra de ganar almas, ha sido dada para orientar la marcha de una obra en expansión. Algunas de las fases del evangelismo se hallan delineadas en casi todos los libros de la Sra. Elena G. de White. A través de los años, los artículos publicados por la mensajera del Señor en la Review and Herald, en Signs of the Times y en otras revistas dieron ímpetu a un creciente ministerio evangelizador.

De tiempo en tiempo, algunos evangelistas fueron a su vez favorecidos individualmente con instrucciones y amonestaciones referentes a los métodos que debían caracterizar su trabajo. Por otra parte, ocasionalmente, grupos de evangelistas y administradores de la denominación recibieron, de la Sra. de White, mensajes que contenían muchos consejos provechosos.

Pero estos artículos aparecidos en periódicos, los testimonios especiales, los consejos personales y los discursos, no estuvieron en general a disposición de nuestros obreros. Por ello, y con el propósito de hacer que este conjunto completo de instrucciones oportunas fuera accesible a nuestro creciente cuerpo de obreros evangélicos, se publicó en 1946 y en inglés una compilación ordenada por temas, bajo el título de Evangelism, la cual abarcó exclusivamente este tema de importancia extraordinaria. Y esta misma compilación se publicó en castellano en forma condensada con el título de Evangelismo. Durante muchos años prestó un excelente servicio al cuerpo de pastores y evangelistas, hasta que las condiciones cambiantes de la cultura y la sociedad, tales como se dan en este tiempo, han requerido que el material de Evangelism se publique in extenso para beneficio de nuestros obreros de la América Latina.

Esta edición completa de El evangelismo no sólo presenta los bien establecidos principios guiadores que deben modelar la obra de nuestros evangelistas e instructores bíblicos, sino que también ofrece una riqueza de consejos menudos con respecto a la aplicación de esos principios. Debido a que expone ampliamente las preciosas instrucciones que el Señor ha dado a través de los años, constituye un verdadero manual de evangelismo para el movimiento adventista.

En la labor de reunir y organizar en orden lógico muchas de las declaraciones que se hallaban en diferentes fuentes, se encontró que ciertas instrucciones se repetían constantemente. Por ello, al tratar de presentar al lector todo el material que contribuye al esclarecimiento del tema, sin incurrir en una repetición indebida, se seleccionaron sólo los párrafos o los grupos de párrafos más pertinentes. En algunos casos, las frases que implicaban repetición se eliminaron aun de los extractos breves, pero en cada caso se consigna la omisión correspondiente mediante el empleo de puntos suspensivos. Sin embargo se ejerció gran cuidado, con el fin de presentar declaraciones de suficiente extensión como para que ofrezcan el marco exacto correspondiente al consejo dado.

Se ha procurado que cada capítulo-sección constituya de por sí un estudio completo del tema que se considera. Ello obligó a un cierto grado de repetición inevitable del pensamiento que destaca la instrucción impartida. Como auxilio para poder citar rápidamente las declaraciones principales de este tomo, los compiladores introdujeron subtítulos que aparecen destacados. Al fin de cada extracto se consigna la fuente correspondiente, y como auxiliar adicional para el lector, en el caso de las citas de manuscritos, se da la fecha en que fue escrito; en las otras referencias, la fecha de la primera publicación de la obra correspondiente.

El conocimiento de la época en que se dio a conocer la declaración pertinente servirá como guía provechosa para la aplicación del consejo, ya que nuestra obra debe llevarse a cabo bajo condiciones cambiantes. Y si bien en algunos casos no será posible aplicar en detalle ciertos métodos que fueron propuestos en los primeros años, con todo, los principios básicos enunciados o ilustrados en los primeros consejos subsisten hoy como una guía para el desarrollo de métodos seguros y fructíferos. Los principios son inmutables, aun cuando su aplicación pueda requerir un reajuste o una readaptación en armonía con las condiciones actuales.

La instrucción de este libro se circunscribe casi enteramente a la obra evangélica del ministro y del instructor bíblico. Debido al espacio limitado de que se dispone, no se repiten aquí los abundantes consejos que, con respecto al evangelismo laico, se hallan tan ampliamente expuestos en otras publicaciones de Elena de White, amén de orientaciones sobre la obra evangélica por medio de publicaciones, cuyo ministerio llena un lugar tan importante en nuestra obra. De la misma manera, el evangelismo médico, considerado tan bien y ampliamente en los libros El ministerio de curación, El ministerio médico y Consejos sobre salud no es materia de desarrollo en esta obra, como no sea en esos casos en que se relaciona directamente con la presentación pública del mensaje. Mucho más podría incluirse sobre las cualidades que debiera tener el evangelista, pero las declaraciones que se citan sobre este tópico están aquí limitadas a cuanto tiene relación directa con su obra especial.

Enviamos al campo evangélico esta edición de El evangelismo convencidos de que su aparición señalará un progreso definido en cuanto a los métodos de evangelización. Sus consejos constructivos y modernos, sus oportunas palabras de cautela, su visión del triunfo del mensaje, constituirán, así lo creemos, un plano guiador de una labor evangélica que alcanzará un glorioso apogeo en el fuerte clamor del mensaje del tercer ángel.

Los Fideicomisarios de la Corporación Editorial Elena G. de White

1

El desafío a evangelizar

Proclamación del mensaje

La comisión de enseñar que dio Cristo-Las últimas palabras que Cristo dijo a sus discípulos fueron: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones” (Mat. 28:20, 19). Vayan hasta los más apartados confines del globo habitado y sepan que, doquiera vayan, mi presencia los asistirá...

A nosotros también se nos da la misma comisión. Se nos ordena que avancemos como mensajeros de Cristo con el fin de enseñar, instruir y persuadir a hombres y a mujeres, instándolos a prestar atención a la Palabra de vida. A nosotros también se nos asegura la permanente presencia de Cristo. Cualesquiera fueren las dificultades con las cuales tengamos que contender, cualesquiera las pruebas que debamos soportar, la siguiente promesa llena de gracia nos pertenece constantemente: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” [Mat. 28:20] (Manuscrito 24, 1903).

El mensaje es una fuerza dinámica-En el mandato dirigido a sus discípulos, Cristo no sólo esbozó su obra, sino que les dio su mensaje. Enseñen al pueblo, dijo, “que guarden todas las cosas que os he mandado” [Mat. 28:20]. Los discípulos habían de enseñar lo que Cristo había enseñado, y eso incluye lo que él había dicho, no sólo en persona, sino por todos los profetas y maestros del Antiguo Testamento. Excluye la enseñanza humana. No da cabida a la tradición, a las teorías y conclusiones humanas, ni a la legislación eclesiástica. Ninguna ley ordenada por la autoridad eclesiástica está incluida en el mandato. Nada de estas cosas han de enseñar los siervos de Cristo. “La ley y los profetas” [Mat. 22:40], con el relato de sus propias palabras y acciones, son el tesoro confiado a los discípulos para ser dado al mundo...

El evangelio no ha de ser presentado como una teoría sin vida, sino como una fuerza viva para cambiar la vida. Dios desea que los que reciben su gracia sean testigos de su poder (El Deseado de todas las gentes, p. 766 [1898]).

A la iglesia se le confió el mensaje-Vivimos actualmente en las escenas finales de la historia de este mundo. Que los hombres tiemblen al percatarse de la responsabilidad de conocer la verdad. El mundo está llegando a su fin. La consideración correcta de todas estas cosas inducirá a todos a consagrar a su Dios cuanto tienen y cuanto son...

Recae sobre nosotros la grave responsabilidad de amonestar a un mundo con respecto a su condenación venidera. De todas partes, de lejos y de cerca, nos llegan pedidos de ayuda. La iglesia, piadosamente consagrada a la obra, debe llevar este mensaje al mundo: “Vengan al banquete del evangelio; la cena está preparada, vengan...” Deben ganarse coronas, coronas inmortales. Debe conquistarse el reino de los cielos. Debe ser iluminado un mundo que perece en el pecado. Debe hallarse la perla perdida. Hay que volver a poner la oveja perdida a salvo en el redil. ¿Quién se unirá al grupo de los que buscan? ¿Quién llevará la luz a los que andan errantes en la oscuridad del error? (Review and Herald, 23 de julio de 1895).

La crisis actual-Debiéramos sentir ahora la responsabilidad de trabajar con intenso fervor en impartir a otros las verdades que Dios ha dado para este tiempo. No podemos excedernos en nuestro fervor... Ahora es el momento de dar la última amonestación. Hay un poder especial en la presentación de la verdad en el tiempo actual; pero ¿cuánto tiempo durará? Tan sólo un poquito. Si alguna vez hubo una crisis es ahora

Todos están decidiendo ahora su destino eterno. Es necesario despertar a los hombres para que comprendan la solemnidad del tiempo, la proximidad del día en que terminará el tiempo de prueba de los hombres. Deben hacerse esfuerzos definidos para presentar a la gente y en forma descollante el mensaje para este tiempo. El tercer ángel ha de ir con gran poder (Joyas de los testimonios 2:371 [1900]).

Nuestra verdadera obra es la evangelización-La obra evangélica, la tarea de abrir las Escrituras a otros, el amonestar a hombres y mujeres acerca de lo que sobrevendrá al mundo, ha de ocupar más y más el tiempo de los siervos de Dios (Review and Herald, 2 de agosto de 1906).

Acelerar la predicación del mensaje-Como pueblo, tenemos gran necesidad de humillar nuestros corazones ante Dios, implorando su perdón por haber descuidado su mandato misionero. Hemos establecido centros importantes en algunos lugares y dejado sin trabajar muchas ciudades populosas. Pongamos mano a la obra asignada, y proclamemos el mensaje que debe hacer comprender su peligro a hombres y a mujeres. Si cada adventista del séptimo día hubiese cumplido su parte, el número de creyentes sería ahora mucho mayor (Joyas de los testimonios 3:293 [1909]).

Invitación a trabajar fervorosamente-Si nuestros ministros comprendieran cuán pronto los habitantes del mundo habrán de comparecer ante el tribunal de Dios, para responder por lo hecho en el cuerpo, ¡con cuánto fervor trabajarían juntamente con Dios para presentar la verdad! ¡Cómo se esforzarían para inducir a la gente a que acepte la verdad! ¡Cuán incansablemente trabajarían para hacer progresar la causa de Dios en el mundo, proclamando de palabra y de hecho: “El fin de todas las cosas se acerca” [1 Ped. 4:7]! (Carta 43, 1902).

En medio de la confusión de los últimos días-Las palabras de Cristo fueron pronunciadas para nosotros los que vivimos ahora, en la etapa final de la historia de esta Tierra. “Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca” (Luc. 21:28). Las naciones están inquietas. Vivimos en tiempos de perplejidad. Rugen las olas de la mar; el corazón de los hombres desfallece por el temor y la expectación de las cosas que han de sobrevenir a la redondez de la Tierra; pero los que creen en el Hijo de Dios oirán su voz en medio de la tormenta, la cual les dirá: “Yo soy, no temáis” (Mat. 14:27)... Contemplamos el mundo que yace en maldad y apostasía. Pareciera casi universal la rebelión contra los mandamientos de Dios. En medio del tumulto de la excitación acompañado de confusión que reina por doquiera, hay una obra que debe ser hecha en el mundo (Manuscrito 44, 1900).

Plantar el estandarte en los lugares oscuros-Las huestes de Satanás son numerosas, y por eso el pueblo de Dios debe extenderse por todo el mundo para plantar el estandarte de la verdad en los lugares oscuros del planeta, y para realizar sus esfuerzos más fervorosos con el fin de destruir el reino de Satanás (Carta 91, 1900).

La obra más grande y elevada-El Señor quiere que la proclamación de este mensaje sea la obra más sublime y grandiosa que se lleve a cabo en el mundo en este tiempo (Joyas de los testimonios 2:365 [1900]).

Progreso más acelerado-En este país [Estados Unidos de Norteamérica] y en los países extranjeros, la causa de la verdad presente ha de hacer progresos más rápidos que los realizados hasta ahora. Si nuestros hermanos avanzaran por fe, haciendo cuanto pudieran para comenzar y si trabajaran de acuerdo con las directivas de Cristo, el camino se abriría ante ellos. Si manifestaran la energía necesaria para obtener el éxito, y la fe que avanza sin oponer objeciones, en obediencia al mandato de Dios, obtendrían ricos resultados. Resueltos a llevar a cabo precisamente lo que el Señor ha indicado que debe ser hecho, deben avanzar tan lejos y tan rápidamente como les sea posible. Deben poseer ímpetu y una fe fervorosa e inconmovible... El mundo debe oír el mensaje de amonestación (Manuscrito 162, 1905).

Influencia siempre creciente del evangelio

Circundar el planeta-La luz de la verdad ha de brillar por doquiera, con el fin de que los corazones que ahora duermen en la ignorancia puedan ser despertados y convertidos. En todo país y ciudad ha de proclamarse el evangelio...

Han de organizarse iglesias y elaborarse planes de trabajo para que los lleven a cabo los miembros de las iglesias recién constituidas. Esta obra misionera evangélica ha de continuar expandiéndose, anexando nuevos territorios, y ampliando las porciones cultivadas de la viña. El círculo ha de ensancharse hasta circundar el mundo (Carta 86, 1902).

Norte, Sur, Este y Oeste-El mensaje de amonestación ha de proclamarse de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, y de país en país, sin una aparatosa ostentación, pero por hombres de fe que actúen por el poder del Espíritu.

Y es necesario que se realice el trabajo más perfecto posible. Ha llegado el tiempo, el momento importante, cuando se está desplegando el rollo ante el mundo mediante los mensajeros de Dios. La verdad contenida en los mensajes del primer ángel, del segundo y del tercero, debe llevarse a cada nación, tribu, lengua y pueblo; debe iluminar las tinieblas de cada continente y extenderse hasta las islas del mar...

Trácense los planes más prudentes para que la obra tenga buen éxito. Hay que realizar esfuerzos decididos para abrir nuevos campos en el norte, en el sur, en el este y en el oeste... Debido a que se ha descuidado durante tanto tiempo la presentación de la verdad, nuestros ministros y obreros deberían sentirse estimulados para ir a esos campos y no abandonar la obra hasta haber proclamado con toda claridad el mensaje (Manuscrito 11, 1908).

No se detiene ante barreras ni obstáculos-La verdad, pasando por alto a quienes la desprecian y rechazan, triunfará. Aunque a veces ha parecido sufrir retrasos, su progreso nunca ha sido detenido. Cuando el mensaje de Dios lucha con oposición, él le presta fuerza adicional para que pueda ejercer mayor influencia. Dotado de energía divina, podrá abrirse camino a través de las barreras más fuertes, y triunfar sobre todo obstáculo (Los hechos de los apóstoles, p. 480 [1911]).

Una obra sólida-La tarea que el evangelio abarca como obra misionera constituye una obra recta y sólida que brillará cada vez con más intensidad hasta alcanzar el resplandor del mediodía (Carta 215b, 1899).

Influencia que se ahonda y ensancha-La influencia de estos mensajes se ha ido ahondando y ensanchando, poniendo en movimiento los resortes propulsores de millones de corazones, fundando establecimientos de enseñanza, editoriales e instituciones de salud; todos ellos son instrumentos de Dios para cooperar en la gran obra representada en los mensajes del primero, el segundo y el tercero de los ángeles que vuelan por en medio del cielo con el fin de amonestar a los habitantes del mundo en cuanto a que Cristo viene otra vez con poder y grande gloria (Review and Herald, 6 de diciembre de 1892).

El mensaje en nuevos campos-Tenemos un mensaje sumamente urgente y probatorio para proclamar al mundo. Pero se ha dedicado demasiado tiempo a los que ya conocen la verdad. En lugar de emplear tiempo con quienes ya han tenido muchas oportunidades de aprender la verdad, vayan a la gente que nunca ha escuchado vuestro mensaje. Celebren sus reuniones de reavivamiento1 en las ciudades donde no se ha proclamado la verdad. Algunos asistirán a esas reuniones y recibirán el mensaje (Carta 87, 1896).

Los nuevos lugares son los mejores-Los lugares donde la verdad no ha sido proclamada son los mejores para trabajar. La verdad se posesionará de la voluntad de quienes no la habían escuchado hasta entonces. Ellos comprenderán la pecaminosidad del pecado, y su arrepentimiento será completo y sincero. El Señor obrará en los corazones que no han sido apelados con frecuencia, corazones que hasta entonces no habían visto la enormidad del pecado (Carta 106, 1903).

Si la verdad hubiera sido predicada vigorosamente-Se me presentó en un cuadro panorámico ciudad tras ciudad necesitadas de trabajo evangélico. Si se hubiera realizado un esfuerzo diligente en la obra de dar a conocer la verdad para este tiempo a las ciudades que todavía no fueron amonestadas, no serían tan impenitentes como lo son. Por la luz que me ha sido dada, sé que podríamos tener hoy millares más regocijándose en la verdad, si la obra hubiera sido propulsada, como lo demandaba la situación, en muchos ramos de actividad agresiva (Carta 94a, 1909).

Necesidad de obreros evangélicos

Cosecha abundante-El solemne y sagrado mensaje de advertencia debe proclamarse en los campos más difíciles y las ciudades más pecaminosas, en todo lugar donde todavía no brilla la luz del gran triple mensaje. Cada uno debe oír la última invitación a la cena de bodas del Cordero... Países largo tiempo cerrados a la predicación del evangelio están abriendo sus puertas y ruegan que se les explique la Palabra de Dios. Reyes y príncipes abren sus puertas, por mucho tiempo cerradas, e invitan a los heraldos de la cruz a entrar. Por cierto, la mies es mucha. Sólo la eternidad revelará los resultados de esfuerzos bien dirigidos hechos ahora (Obreros evangélicos, p. 27 [1915]).

Embajadores de Cristo-¡Ministros de Dios, con corazones ardientes de amor por Cristo y vuestros semejantes traten de despertar a los que están muertos en sus delitos y pecados! Penetren en sus conciencias vuestras súplicas y advertencias. Enternezcan sus corazones vuestras oraciones fervientes, y condúzcanlos arrepentidos al Salvador. Ustedes son embajadores de Cristo para proclamar su mensaje de salvación (Obreros evangélicos, p. 35 [1915]).

Cien obreros donde ahora hay uno-Queda poco tiempo. En todas partes se necesitan obreros de Cristo. Donde ahora hay uno solo, debería haber 100 obreros fervorosos y fieles, en la patria y en las misiones extranjeras. Todavía no se ha trabajado a lo largo de las rutas principales, y de los caminos secundarios. Habría que persuadir con urgencia a los obreros que ahora debieran estar dedicados al trabajo misionero por el Maestro (Fundamentals of Christian Education, p. 488 [1903]).

Distribución sabia de los hombres-Los siervos de Dios deben hacer planes para llevar a cabo una distribución atinada de las fuerzas de trabajo con el fin de realizar los propósitos de Dios en la tarea de amonestar a las ciudades. Con frecuencia los obreros que podrían ser de gran beneficio en las reuniones para el público, están ocupados en otros trabajos que no les dejan tiempo para dedicarse al ministerio activo entre la gente. Los administradores, hasta donde sea posible, deben procurar hallar hombres consagrados con preparación en el campo comercial, para encomendarles la dirección de los asuntos comerciales en los diversos centros de nuestra obra. Hay que precaverse constantemente contra la tendencia a relacionar con estos centros influyentes a hombres que podrían realizar un trabajo mayor y más importante en la plataforma pública al presentar las verdades de la Palabra de Dios ante los incrédulos (Review and Herald, 7 de abril de 1910).

Llamado supremo-Nadie debe degradar el ministerio evangélico. Ninguna empresa debería dirigirse en tal forma que arroje oprobio sobre el ministerio de la Palabra, porque este no constituye una ocupación inferior. Los que rebajan el ministerio están humillando a Cristo. El ministerio, con sus diferentes derivaciones, constituye la obra más elevada de todas; y siempre debería recordarse a los jóvenes que no existe una obra más bendecida por Dios que la que realiza el ministro del evangelio.

No se disuada a nuestros jóvenes de dedicarse al ministerio. Existe el peligro de que algunos, por causa de ciertas representaciones deslumbradoras, sean arrastrados lejos de las sendas por donde Dios les ordena que anden. Algunos han sido instados a estudiar medicina, cuando en realidad deberían estar preparándose para dedicarse al ministerio (Testimonies for the Church 6:411 [1900]).

Los jóvenes deben reemplazar a los portaestandartes-Los portaestandartes están cayendo, y deben prepararse jóvenes para llenar las vacantes, con el fin de que el mensaje siga proclamándose. Se ha de extender la lucha activa. Los que poseen juventud y fuerza han de ir a los lugares oscuros de la Tierra, para llamar al arrepentimiento a las almas que perecen (Obreros evangélicos, p. 110 [1915]).

Preparación rápida para el servicio-Nuestros colegios han sido establecidos por el Señor, y si se los dirige en armonía con sus propósitos, los jóvenes que asisten a ellos serán preparados rápidamente para que se dediquen a las diferentes actividades misioneras. Algunos recibirán preparación para trabajar como enfermeros y enfermeras en el campo misionero, otros para trabajar como colportores, evangelistas y profesores, y algunos como ministros del evangelio (Carta 113, 1903).

Enseñarles a realizar obra evangélica-El Señor pide que los obreros de nuestros sanatorios, casas editoras y colegios enseñen a los jóvenes a realizar obra evangélica. Nuestro tiempo y nuestras energías no deberían comprometerse tanto en la tarea de establecer sanatorios, negocios de comestibles y restaurantes, que sea necesario descuidar otros ramos de la obra. Los jóvenes y las señoritas que deberían estar ocupados en el ministerio, en la obra bíblica y en el colportaje, no deberían ser atados a ocupaciones mecánicas (Review and Herald, 16 de mayo de 1912).

Llamado dirigido a hombres jóvenes y fuertes-¿Dónde están los hombres que saldrán a realizar la obra confiando plenamente en Dios y listos para actuar con decisión? Dios hace este llamamiento: “Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña” [Mat. 21:28]. Dios convertirá a los jóvenes de hoy en mensajeros escogidos para presentar ante la gente la verdad en contraste con el error y la superstición, si ellos quieren entregarse a él. Que Dios deposite la carga sobre hombres jóvenes y fuertes, en quienes more su palabra y quienes estén dispuestos a presentar la verdad a otros (Manuscrito 134, 1898).

Hombres que no retrocederán-Dios llama a obreros consagrados que sean leales a él: hombres humildes que comprendan la necesidad de realizar obra evangélica y que no retrocedan, sino que cada día realicen fielmente su tarea dependiendo de la ayuda y el poder de Dios en cada emergencia que surja. El mensaje debe ser llevado por los que aman y temen a Dios. No acudan a las oficinas de la Asociación con vuestros problemas menores. Sigan hacia adelante, y en vuestra categoría de evangelistas presenten con humildad un “Así dicen las Escrituras” (Carta 43, 1905).


1 Las reuniones de reavivamiento adventista de los primeros tiempos, llamadas camp meetings, eran poderosos instrumentos evangelizadores que atraían a una numerosa concurrencia de no adventistas que escuchaba con toda atención. En las menciones frecuentes de las reuniones de reavivamiento que aparecen en esta obra, el contexto indica claramente que se trata de reuniones celebradas en carpas y con enormes posibilidades para la evangelización. Ver en las páginas 82-87 la descripción de tales reuniones.