PRÓLOGO


La poesía que la autora nos entrega en Piel de mis días, está compuesta por un erotismo exquisito que brota como agua cristalina de una fuente pura y consistente. Es una poesía que madura en la búsqueda de su verdadero sincronismo con la Alicia de carne y hueso. Una continuidad acertada del poemario Mujer vs hembra, que recorre el inmenso espacio en que juega la poesía, para convertirse día tras día, palabra tras palabra, verso tras verso, en su contraparte.

Un recorrido sembrado de continuidad que revela el fruto que crece entre las doradas espigas de su creatividad, sus ganas de ser lúdica, y su inocente desparpajo para tratar aquellos temas que la sociedad prohibió y condenó durante tanto tiempo. Alicia rescata con su musicalidad literaria lo que vale la pena mostrar: ha cincelado su obra sacando lo que sobra para hacer que surja el brillo esencial de su escultura hecha con la más sutil poesía.

Jugando con la ingenuidad, Alicia Medina inicia Piel de mis días, intentando contar qué es un poema, y va desgranando su fino e ingenioso erotismo para hablarnos de uno que se gesta “amante imaginario e incondicional, danzando desnudo manzana en mano, con ausencias de cabellos en su extraño cráneo, y sintiendo por instantes que en cualquier momento habrá de nacer”. Y luego de un camino plagado de atrevidas agudezas, finaliza con otro poema donde impregna la locura de un particular erotismo, redondeando la idea de que la sensualidad se encuentra en todos los niveles, no solo en la rutina cotidiana, sino incluso en aquella temida realidad que por esas cosas inciertas del destino, algunas personas se la visten sin ánimo de vanagloriarse ni llamar la atención.

Alfredo Gaete Briseño

¿Quieres que te cuente
qué es un poema?


Podría intentar explicar qué es un poema,
solo que hoy no es hora,
los huesos batallan incautos por los días
y esta cabeza por el olvido,
pero como no es imposible
quizás lo invente y recite, si quieres.

Un poema:

Complejo discurso, si pretendo dialogar con sutiles significados que precisen de algún entendimiento o gusto por lo simple. Con dejos de complejidad, no te subestimo, solo que bajo los ojos, en lo profundo de sus cuencas, se gesta segundo a segundo un poema, amante imaginario e incondicional, danzando desnudo manzana en mano, con ausencias de cabellos en su extraño cráneo, y sintiendo por instantes que en cualquier momento habrá de nacer.

Él solo refleja lo que nos falta y tanta muerte prematura, lo que nos atravesó el pecho luego de un frío café y por compañía solo el llanto. Será o estará cuando todo lo hayamos perdido o si el triunfo se incrusta en los huesos.

Nos traerá aquel hijo muerto y de la victoria, seguro nos hará dichosos.

¿Será solo eso? Seguramente no, es más.
Es, puedo afirmar:

Gigantesca invasión y mortales esquirlas
estrellas en eternas metamorfosis,
aguerridas y sofisticadas batallas
donde los acentos quieren vestir de gala.

Grandes piruetas corpóreas, blancas, de color,
donde no existen ojos ni miedos.
Si el estremecimiento hace presencia,
se enciende un corazón a punto del quiebre,
movimientos circulares de humanas esencias y
órganos a la deriva, reposando indolentes.

¡Un poema! Dos partidas, tú y ellos dando a luz
la parte del mundo que no habremos de ver.

¿Es hablar, recitar, escribir?

Mejor desentrañar la caricia
sobre una corta estatura y medidas terrestres.
Quizás solo lleve por nombre, fiesta.
Quizás sean los pocos sueños que resisten,
no lo sé, quiero creerlo así.
Tal vez sea solo un temblor de extraños grados en es-
cala universal,
espalda abajo, donde tu mano y tu cuerpo… se han de
confesar.
Quizás solo sea el instante
donde el hombre carga el corazón y pulsan sus venas,
¡cómo explicar lo sublime que es y que me entiendas!

¿Para qué escribir?

¡Para no morir, para no morir!
Que alcance
y se haga vino y pan
cuando la pobreza retoñe.

Para liberar esas manos que a diario sofocan,
¡ser y no ser!

Con sus tragedias domésticas
y otras formas,
y que ruede tarde abajo
que tiemble, tiemble y se mueva,
que diga.