INTRODUCCIÓN ↑

Quizá en ningún lugar del mundo, como en la Costa Pacífica del norte de Sudamérica, las condiciones geográficas muestran tan claramente su participación en las actividades humanas. Pero igualmente, es allí donde el hombre muestra su capacidad de construcción de cultura para, con ella, encontrar fórmulas de integración con la naturaleza y, cuando es necesario, enfrentársele para cumplir con su propósito de supervivencia en sociedad, aprovechando las condiciones que la naturaleza misma le depara.

En primera instancia, esta aseveración podría signarse de determinismo geográfico. Mas no es así. Es simplemente el reconocimiento de que la acción del hombre se cumple necesariamente en un lugar que no puede ignorarse y que no se deja ignorar. Bien podríamos traer a colación una afirmación de Fernand Braudel quien dice:

El medio geográfico no constriñe irremisiblemente al hombre, ya que precisamente un esfuerzo de éste -una parte muy importante, tal vez la más importante de todasconsiste en desembarazarse de la opresión de «la naturaleza», como el hombre mismo ha solido decir durante tanto tiempo, con un sentimiento de respeto mezclado a la vez de gratitud y de terror1 .

En verdad, el hombre del Pacífico disfruta plenamente de las bondades de la naturaleza que conoce bien, y con la que entabla un juego de ajuste y aprovechamiento para su propio beneficio, que le permiten obtener lo necesario y suficiente para su modo de vida. Cuando el hombre, y frecuentemente hombres extraños a la región, violentan sus condiciones naturales, la naturaleza toma su revancha. Bastaría tomar un caso: la construcción del llamado Brazo del Naranjo en el Bajo Patía buscó aprovechar la unión de dos ramales del río para maximizar su utilización en el transporte de la madera; el río siguió la corriente marcada por el hombre cambiando de curso, causando gravísimas consecuencias ecológicas para un área cuyos habitantes pasaron, en poco tiempo, de una relativa abundancia a la escasez absoluta.

Es en esta contradicción, y en la armonía que con ella se establece, donde deben entenderse las características de los hombres y las comunidades del Pacífico; y no en apresuradas afirmaciones provenientes de valoraciones de la relación hombre naturaleza en regiones apartadas a ella y que, con frecuencia, engendran subvaloraciones de sus gentes, lo que conduce fácilmente a incomprensiones que cumplen el papel de instrumentos justificadores del tratamiento desigual que la sociedad mestiza, dominante, acostumbra otorgar a la región y a sus gentes. Esta otra relación, la de las comunidades del Pacífico y la sociedad mestiza dominante, es tan importante como la anterior para la comprensión del Pacífico.

En efecto, desde el momento en que los agentes de la colonización española penetraron en el Pacífico, la tarea del habitante de estas regiones, indígena o negro, ha visto signado su acontecer cotidiano por la disminución de sus capacidades, su rendimiento y sus resultados, en favor de una explotación sistemática de los recursos naturales y del trabajo de sus hombres, en condiciones tan desiguales, que lo han llevado a una lucha permanente por su autoafirmación cultural y regional, donde el reconocimiento de la diferencia ha superado al reconocimiento de la igualdad.

No se exagera cuando se dice que la región es reconocida como una de las más ricas del país, y abundan datos y cifras para comprobarlo, pero ha sido tratada como marginal en todos los proyectos y procesos de desarrollo nacional, para cuya formulación tampoco ha sido alguna vez convocada. Y sus gentes, consideradas, con razón, diferentes en su cultura, se las califica, injustamente, de inferiores y atrasadas desde parámetros eurocéntricos, cuya función principal es la de valorar al hombre por su capacidad depredadora y deteriorante de la naturaleza.

Desde estos dos puntos de vista, la historia del Pacífico no es la historia de una región geográfica natural habitada por hombres que allí han construido una cultura; es la historia de una región cultural donde, con y a pesar de las contradicciones entre los hombres y su entorno, la región, en su amalgama hombre-naturaleza, ha adelantado un proceso donde su sometimiento y explotación marchan parejos con una resistencia que hacen que su historia sea la historia de ella y de las conquistas hacia el reconocimiento del valor de la región y de sus gentes, indisolublemente unidos.

Por las razones anteriores, la región que consideramos Pacífico del norte de Sudamérica no se restringe al andén Pacífico reconocido como reserva natural mundial por las Naciones Unidas, ni la cuenca conformada por los tributarios al Océano Pacífico en territorio ecuatoriano y colombiano. Para nosotros, más allá de estas áreas, el Pacífico también comprende aquellos asentamientos humanos con características étnicas similares a las asentadas allí y que se localizan en valles interandinos al occidente de la Cordillera de los Andes.

Dicho en términos geográficos, el Pacífico objeto de este estudio va desde el río Muisne y la ensenada de San Francisco en el Ecuador, hasta el río Juradó, en el norte del Chocó por la parte costanera, pero que solo será objeto de este estudio hasta el río Orpúa y, por los valles interandinos, desde el valle del Chota hasta el Valle del Cauca incluido. (Ver Fig. N.° 1).

En un comienzo...

En el tiempo anterior al tiempo de los hombres. En el tiempo de la historia de la tierra, hubo un momento en el que, según las teorías, el globo terráqueo -en su parte superficialestaba constituido ya en las mismas proporciones actuales de tierra y agua. Pero a diferencia de hoy, la porción de tierra conformaba una sola unidad que se llamaba Pangea. Esa unidad, constituida por la coalescencia de lo que bien pudiéramos llamar hoy supercontinentes, se fue fracturando y liberando partes de ellos en un proceso que duró, sin lugar a dudas, millones de años antes de constituir las masas continentales actuales.

Los tres continentes coalescentes se denominaban:

Laurentia, que comprendía América del Norte, Groenlandia y el extremo norte de las Islas Británicas; Angara, formado por Escandinavia, Finlandia, Rusia, Siberia, Turquestán, Tíbet, Mongolia y China; y Gondwana, que reunía África, Arabia, India, Madagascar, Australia, América del Sur y, tal vez, el Antártico. Entre el Laurentia y el Angara, de una parte, y el Gondwana de otra, se extendía un ancho mar, y entre el Laurentia y el Angara, lo que conocemos como el Océano Ártico. Se encontraban unidos a la manera de un colosal rompecabezas dispuesto a deshacerse2 . (Fig. N.° 2)

En lo que a nosotros interesa, una porción del Laurentia, correspondiente al hoy Norteamérica, y otra del Gondwana, que hoy se conoce como Sudamérica, se habían retirado de la gran masa mucho antes de la aparición del hombre y, como partes independientes, tomaron rumbo occidental llevando con ellas buena parte de las especies faunísticas y florísticas de las unidades a las que habían pertenecido. Su desplazamiento independiente, hasta llegar al lugar que hoy ocupan, se corresponde con un proceso presidido por múltiples movimientos tectónicos y volcánicos que dan razón de la unión de estas dos partes como un sólo gran continente.

Figura N.° 1.

Figura N.° 2. La tierra en sus diferentes fases

Fuente: http://pubs.usgs.gov/publications/text/historical.html

El proceso seguido por estas dos masas puede apreciarse en la Figura N.° 3 que ilustra cómo los levantamientos geológicos entre las dos masas fueron configurando América Central.

En lo que corresponde a Sudamérica, la masa continental originaria se correspondería -en su borde occidentalcon la base de la Cordillera de los Andes y para Colombia la base de la Cordillera Central, con formaciones siálicas que se manifiestan en la Falla del río Cauca. Este borde asiste en periodos posteriores al pre-cámbrico a levantamientos de origen marino, asociados con la formación de Centroamérica y el Istmo de Panamá, que produjeron la emergencia de la cordillera Occidental, inicialmente, y luego al corredor o llanura costera del Pacífico.

Se trata de una área, con basamento netamente oceánico, cuya historia geológica evidenciada por afloramientos de rocas datadas por medios paleontológicos y radiométricos se remonta apenas al Cretáceo Superior, lo cual marca un contraste fuerte con la situación observada al oriente del curso del río Cauca, que corre a lo largo de una falla fundamental, al oriente de la cual aparecen materiales metamórficos e intrusivos precámbricos y de todo el Fanerozoico.

Dicha fractura, que aquí llamaremos Falla del río Cauca, es la que separa los dominios de corteza oceánica al occidente y corteza continental o siálica, al oriente de la misma...3

Figura N.° 3. Transformaciones geológicas en la formación de América

EVOLUCIÓN PALEOCEANOGRÁFICA Y PALEOGEOGRÁFICA DEL NOROCCIDENTE SURAMERICANO DURANTE EL NEOGENO

MIOCENO MEDIO 15.1 a 12.9m.a. Conexión abierta de aguas intermedias a someras Atlántico a Pacífico. Faunas bentónicas comunes. Aislamiento de las faunas de vertebrados norteamericanas y suramericana.

MIOCENO MEDIO 12.9 a 11.8 m.a. Emergencia parcial del Istmo Panameño e interrupción del flujo Atlántico Pacífico. Clausura de la conexión de aguas intermedias e inicio del flujo de la Corriente Fría de California. Caída del nivel del mar.

MIOCENO MEDIOATARDIO 11.8 a 7.0 m.a. Conexión somera abierta pero interrumpida por la Corriente Fría de California. Fondo anóxico con caídas y subidas del nivel del mar. Afinidades faunísticas californianas. Primer registro de intercambio de faunas terrestres en 9.3 a 8.0 ma.

MIOCENO TARDIO 7.0 a 6.3 m.a Levantamiento a profundidades <150m y restricción de la conexión de aguas someras. Final de lo Corriente Fría de California y restablecimiento del flujo somero Atlántico Pacífico.

MIOCENO TARDIO A PLIOCENO TEMPRANO 6.3 a 3.7m.a. Restricción del pasaje somero Atlántico Pacífico. Fondo anóxico y más somero. Subida del nivel del mar. Afinidades caribeñas. Provincia Miocénica de Woodring.

PLIOCENO TEMPRANO 3.7 o 3.1 m.a. Levantamiento y emergencia completo del Istmo Panameño y cierre del pasaje de aguas someros Atlántico -Pacífico. Inicio del Gran Intercambio Americano de faunas terrestres.

Fuente: HermannDuque-Caro, «Las Foraminiferas de la Cuenca del Atrato y la evolución del istmo de Panamá», En: Leyva, Pablo (ed.). Colombia Pacífico. Op.cit. p. 100

Puestas así las cosas, podríamos decir que la región del Pacífico suramericano, en términos geológicos, es relativamente reciente y obedece a levantamientos que se dieron hace 2.1 a 2.4 millones de años; cuya frontera con tierras continentales, en términos hidrográficos, se correspondería con la fosa Cauca-Patía, de la que Ernesto Gühl dice:

La formación geológica indica que los valles interandinos de los ríos Patía y Cauca fueron originados en la extinción de un gran lago, el que desagua hacia el Océano Pacífico por la Hoz de Minamá y hacia el Océano Atlántico por el Cañón de la Virginia, dejando un surco profundo: la fosa Patía-Cauca. Así, el valle geográfico del río Cauca, del cual toma su nombre el departamento del Valle, dá razón de las diversas regiones fisiográficas del departamento. La región plana, comprende la mayor parte del valle geográfico del río Cauca, cuyas características son descritas así: el valle del río Cauca, que se extiende en 225 kilómetros hacia el norte y tiene una anchura variable y en promedio de 12 kilómetros. Los suelos de los valles de los ríos Patía y Cauca, antiguos fondos lacustres, están constituidos por sedimentos aluviales y algunas calizas de origen marino. Tiene el valle del Cauca una altura de 1000 metros; temperatura al rededor de 25 grados centígrados y una precipitación de 1000 milímetros anuales, bien distribuidos entre dos Épocas secas y lluviosas. A partir de La Virginia en el [antiguo] departamento de Caldas, el Cauca sigue su camino por una grieta estrecha y profunda a través de más de 300 kilómetros hacia el norte, hasta alcanzar en el bajo Cauca la llanura del Caribe4 . (Ver Fig. N.° 4)

Figura N.° 4. Proceso de Formación de la Cuenca Patía

Fuentes: Gühl, Ernesto. Colombia: Bosquejo de su Geografía Tropical. Bogotá: Colcultura, 1975, Tomo I, págs. 24-30. Vergara y Velasco, Francisco Javier. Nueva Geografía de Colombia. Bogotá: Imprenta de Vapor, Tomo I, p. 136. (Dibujo de Francisco Zuluaga).

Posteriormente, dada la cercanía con el Istmo de Panamá, la parte norte de la región vio emerger una nueva montaña, la Serranía del Baudó. Ella, en forma similar a la fosa Cauca-Patía, dio origen a la Cuenca Atrato-San Juan. El proceso de formación de esta cuenca puede apreciarse en la Figura N.° 5.

Varias son las similitudes entre las dos fosas. Una y otra desarrollan la mayor parte de su curso en dirección paralela al Océano Pacífico; el eje norte de cada una de ellas (el río Cauca y el río Atrato) tributan en el Océano Atlántico, el eje sur cambia de dirección norte sur para, realizando un arco, tributar en el Océano Pacífico, ambas cuencas reciben su mayor tributación hídrica de la vertiente de las faldas occidentales.

Figura N.° 5
Teoría de la formación de las hoyas hidrográficas del Chocó

Fuente: Contraloría General de la Nación. Geografía Económica de Colombia, Tomo VI. Chocó. Bogotá 1943, p. 27.

También, existen marcadas diferencias. Mientras la fosa CaucaPatía, más extensa y aislada del mar, tuvo un período de transición con dos formaciones lacustres, separadas por la Serranía de Timbio y el altiplano de Pubenza, que originaron los valles interandinos del Cauca y de Patía; la fosa Atrato-San Juan fue cerrándose como un canal natural, con un divortium aquarium de muy baja altura sobre el nivel del mar, llamado, el arrastradero de San Pablo. Aunque en ambas, al interior del arco montañoso que las separa del Océano Pacífico se dan fuentes hídricas que tributan perpendicular y directamente al mar, las costas que encierran son diferentes; la costa al norte de la desembocadura del río San Juan es abierta y con acantilados, la costa al sur del río San Juan, y un poco más al sur de la desembocadura del río Patía, se caracteriza por los esteros que crean un colchón que amortigua el impacto directo del mar sobre la costa. A partir del río Mira y hasta los confines de la costa Esmeraldeña, en Ecuador, la costa vuelve a ser abierta frente al Océano.

De esta manera, se marcan siete regiones geográficas bien delimitadas para el Pacífico colombo-ecuatoriano, que de sur a norte son:

1. La vertiente Pacífica del Ecuador entre los ríos Muisne y Mira, y desde la Cordillera de los Andes hasta el mar. Ella comprende la costa de Esmeraldas y el valle de Coangue o valle del Chota.

2. La cuenca del Patía, con las subregiones de valle del Patía, Barbacoas, cuenca del Bajo Patía.

3. La región de Buenaventura o del Raposo caracterizada por los grandes ríos perpendiculares al Pacífico (Raposo y Dagua) hasta la desembocadura del San Juan y la cuenca del río Calima, tributaria del San Juan.

4. Valle del Cauca, llanura interandina atravesada por el río Cauca, desde el río Ovejas hasta el estrechamiento de La Virginia y la desembocadura del río La Vieja.

5. Cuenca del río San Juan. Desde el arrastradero de San Pablo hasta la desembocadura del río Calima en él.

6. La Cuenca del río Atrato.

7. Región Baudó enmarcada por el arco que forma la cuenca AtratoSan Juan y cuyo referente natural es la Serranía del Baudó.

En cada una de estas regiones, de las cuales estudiamos las cinco primeras, se han dado procesos históricos que, en la globalidad, permiten hablar de una unidad del Pacífico del norte de Suramérica y, en su especificidad, muestran los matices creados por la diversidad del medio y por las diversas formas de adaptación de los hombres a ella.

Puesto que para este trabajo es tan importante reconocer los elementos comunes que dan unidad a las comunidades afrocolombianas del Pacífico, como establecer las especificidades y diferencias, se ha adoptado una estructura que, en la presentación del texto, privilegia las regiones dedicando un capítulo a cada una de ellas y marcando un especial énfasis en los procesos que se dieron durante el período colonial para, en la parte final del trabajo, dedicar un resumen conclusivo a la globalización, mostrando los elementos que dan unidad al proceso histórico desde la perspectiva de la resistencia, haya sido esta activa y beligerante o pasiva, periódica o permanente; bien sea que se haya recurrido a las armas, a procesos adaptativos, a resistencia cultural cerrada y absoluta, o a procesos de mestizaje y a algunos niveles de aculturación y sincretismo.

Dada esta estructura y la característica de las fuentes, los análisis regionales dan preponderancia a las fuentes escritas y se aprovecha la tradición oral como elemento ilustrativo o demostrativo.

Visto en términos geográficos, el recorrido se hará de sur a norte y estableciendo, en cada oportunidad, la comparación entre el litoral y los valles interandinos que coinciden en estar geológicamente originados en los levantamientos tectónicos que dan razón de las cuencas Atrato-San Juan y Cauca-Patía, es decir, al occidente de la Cordillera central de los Andes, y que simultáneamente son, en la actualidad, asiento de comunidades de origen africano, o con una alta tasa de participación de esta etnia en su composición.

Figura N.° 6. Jurisdicción de Tumaco 1783

Fuente: Archivo General de la Nación. A.G.N. Biblioteca Comuneros, 5f, 252 – N.T.A. 364.


1 Braudel, Fernand. El Mediterráneo y el Mundo Mediterráneo en la época de Felipe II. México: Fondo de Cultura Económica, 1953, Tomo I, pág. 1.

2 Rivet, Paul. Los orígenes del hombre americano. México: Fondo de Cultura Económica, 1962, p. 20.

3 Galvis, Jaime y Mojica, Jairo. «Geología». En: Leyva, Pablo (ed.). Colombia Pacífico. Bogotá: FEN Colombia, 1993, T. I, p. 82.

4 Gühl, Ernesto. Colombia: Bosquejo de su Geografía Tropical. Bogotá: Colcultura, 1975, 2 vols., T. II, p. 171.