CUADERNOS DE FRONTERA
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En la frontera los hombres pueden separarse, pero también encontrarse...

La colección Cuadernos de frontera reúne textos breves, extraídos por lo general de intervenciones en conferencias o debates públicos y después transcritos. Estos textos nacen en el contexto de un pueblo que vive su fe como culminación gratuita e inesperada de su camino humano, y que por tanto entra en diálogo sin miedo ni presunción con todos, desafiando a verificar continuamente la conveniencia humana del cristianismo. Cuadernos de frontera se propone pues dar divulgación a una vida en acto, como expresión e instrumento cultural al servicio de esa misma vida.

...y toda experiencia humana, seriamente vivida, está en la frontera de Algo más allá de ella misma.

Luis Rubalcaba Bermejo

CRISIS ECONÓMICA Y CONSTRUCCIÓN SOCIAL
Claves desde una antropología económica

ISBN DIGITAL: 978-84-9920-810-7

© 2011
Luis Rubalcaba Bermejo
y
Ediciones Encuentro, S. A., Madrid

Diseño de la cubierta: o3, s.l. — www.o3com.com

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A mi madre Carmen, a mi tía Paz
y a mi amiga Maite Barea

I. INTRODUCCIÓN

Este breve ensayo se propone resumir las razones culturales y antropológicas de la crisis actual y la racionalidad económica existente en el mundo moderno a partir de las reflexiones surgidas de la observación de los acontecimientos económicos de los últimos tiempos.

Más allá de los aspectos técnicos que explican la crisis económica que sufrimos, nos encontramos dos elementos que son frecuentemente subrayados en los debates sobre el fondo cultural de la crisis. Por una parte, desde que comenzó la crisis son muchos, en los gobiernos, en la banca y en la calle, los que culpan de la crisis a la avaricia canalizada en el sistema financiero o en el sistema inmobiliario —el ladrillo ha llegado a constituir un sistema propio, al menos en países como España—. Frente a ello, los economistas hacemos bien al empeñarnos en subrayar aspectos técnicos vinculados a los fallos de la regulación —en la crisis subprime y sus derivados — , los fallos de la política económica —en contextos de crédito fácil— o los fallos de los sistemas productivos — excesivamente orientados a la construcción y poco competitivos—. La apelación a la avaricia como fuente de todos los males debe corregirse, pero subraya una cuestión muy pertinente: la crisis tiene un trasfondo cultural que no se puede desdeñar. La crisis no es responsabilidad sólo de mercados incontrolados, de agentes sin escrúpulos, o de estados y reguladores conniventes. Muestra también un tipo de cultura económica que fracasa. Dicen algunos que ha fracasado el capitalismo. Yo diría que es más bien el fracaso de una cierta forma de hacer economía, de una cierta cultura económica.

Por otra parte, en el mundo académico se habla del libro de Akerlof y Shiller sobre los Animal Spirits que, subraya la importancia de los factores psicológicos en la reciente crisis1. La confianza o desconfianza son ciertamente elementos psicológicos además de económicos, pero ambos se desprenden de una cultura, de una antropología. La psicología no es sino un aspecto que explica el desenvolvimiento económico. Existe una antropología económica que explica los comportamientos de los agentes y que está antes que cualquier psicología. Hoy en día se otorga un papel esencial a las expectativas de los agentes y a su cambio ante los comportamientos de los mercados y de los gobiernos. Hay corrientes económicas que, desde la teoría de las expectativas racionales, han tratado de ponderar los frutos de la política económica en su capacidad o incapacidad de sorprender a las expectativas de los agentes. Sin embargo, lo que pasa más desapercibido es la forma en que los agentes económicos cambian sus expectativas ante los cambios sociales y no sólo, ni principalmente, ante la evolución de la política económica. Seguramente los economistas tendemos a exagerar el papel de los Estados y a minusvalorar el papel de la sociedad.

Este trabajo sostiene que si tenemos la crisis que tenemos es porque la sociedad actual ha derivado hacia ella y no sólo, ni principalmente, porque haya existido un grupo malévolo de financieros sin escrúpulos y un grupo de políticos y reguladores incompetentes o conniventes con los males evidentes. Es cierto que estos grupos han tenido grave responsabilidad en lo sucedido, y algunos seguramente deberían estar en la cárcel o al menos fuera de sus puestos de gobierno, pero tambien es verdad que la sociedad entera ha tenido una responsabilidad compartida. Del mismo modo, de la crisis no saldremos por la grandeza de miras de los políticos o por las pericias de nuestros agentes financieros, saldremos por un dinamismo social que sea capaz de sobreponerse a los males actuales y de construir, incluso a pesar de los despropósitos de los gobiernos y los dirigentes. Resumiendo, el trasfondo cultural de la crisis no puede reducirse a algunas consideraciones éticas o psicológicas en el comportamiento de los agentes; hay que desvelar la antropología económica que las subyace.

Este ensayo presenta un breve recorrido por las causas de la actual crisis económica, ligando las causas técnicas con su trasfondo cultural. No pretende aportar grandes novedades en el diagnóstico y tratamiento de la crisis sino señalar el lugar de la antropología económica y la cultura económica en todo el proceso. Para ello, resultará útil incorporar las referencias que en este sentido incluye la encíclica Caritas in veritate de Benedicto XVI y que creo que pueden ser de interés para cualquier observador de la crisis actual, sea creyente o no lo sea. Me parece particularmente pertinente la confrontación del juicio que expongo con el texto vaticano que constituye un referente antropológico de primer orden.

Desde el punto de vista metodológico me he permitido la licencia de escribir un texto bastante informal, sin los rigores científicos de las publicaciones que escribimos los académicos y dirigido a un público que no tiene por qué entender necesariamente de economía.

Termino esta introducción con un agradecimiento a los muchos amigos que han hecho posible este texto, desde Manuel Oriol y Carmina Salgado, hasta Giorgio Vittadini, Fernando de Haro, los amigos de la Compañía de las Obras, el «Grupo Obras», la Asociación Universitas y otros muchos con los cuáles se ha producido lo mejor del conjunto de ideas que presento, responsabilizándome únicamente yo de la inexactitudes e imprecisiones que el trabajo contenga. También agradezco a Gisela di Meglio sus comentarios y su labor en la detección y corrección de erratas.

II. EL ORIGEN Y LAS CAUSAS DE LA CRISIS

El origen último de la crisis es complejo y responde a un número variado de causas. No es correcto atribuir la culpa a un exceso de crédito o a un exceso de especulación financiera. La crisis actual tiene raíces en varios aspectos, todos ellos interrelacionados pero que podemos exponer sintéticamente del siguiente modo:

Las debilidades de los sistemas productivos. Varios de los países más afectados por la crisis han estado inmersos en una debilidad productiva que ha tenido dos grandes consecuencias: déficit exterior (en países como Estados Unidos, Reino Unido y España) y especulación en el sector inmobiliario (nuevamente Estados Unidos y España, pero también muchos otros como Irlanda). La falta de dinamismo de algunas economías en el exterior ha coincidido con un protagonismo excesivo del ladrillo, conduciéndose los países involucrados a lo que se ha llamado la burbuja inmobiliaria. El sesgo de la economía real hacia el ladrillo ha sido concomitante con el sesgo de la economía financiera hacia operaciones de inversión inmobiliaria y de concesión de crédito excesivamente arriesgadas.

La asimetría mundial del gasto y del ahorro. El enorme déficit exterior y endeudamiento asociado de países como Estados Unidos, Reino Unido y España contrasta con el superávit exterior y ahorro de países como China. Asia y el Golfo están siendo las grandes zonas generadoras de ahorro a nivel mundial, con el que se están financiando otras economías, la norteamericana en particular. En Europa la situación ha sido dispar: economías muy endeudadas como la española, o también la griega, la italiana, la belga y la irlandesa, y economías con una gran generación de ahorro y de exportaciones, como la alemana. Por ello, si bien la crisis ha afectado a todo el mundo, los países con exceso de deuda y déficit de ahorro están sufriendo más que los que estaban en situación contraria, aunque seguramente a todos convendría una reducción de los desequilibrios actuales de modo que el mundo caminara en sendas de crecimiento más estables. Los esfuerzos infructuosos a finales de 2010 en el G20 por corregir la evolución de la divisa china iban precisamente en esta dirección. Ni a la propia China le terminará por convenir un abultado déficit exterior de las economías occidentales.

La crisis financiera en contextos de falta de información. En un contexto de exceso de liquidez —derivado en gran parte de la asimetría mundial antes referida— y tipos de interés bajos, donde el mayor negocio se estaba produciendo en las alzas continuadas del sector inmobiliario, podría entenderse fácilmente que apareciera una crisis financiera como la de la crisis de las subprime