p_desconstruir_pdf.pdf

Libros de bolsillo

89

Pierre Aubenque

¿Hay que desconstruir

la metafísica?

Traducción española de

Jesús María Ayuso Díez

ISBN DIGITAL: 978-84-9920-768-1

log_ee.jpg

Título original

Faut-il déconstruire la metaphysique?

© 2009

Presses Universitaires de France, París

© 2012

Ediciones Encuentro, S. A., Madrid

Diseño de la cubierta:

o3, s.l. - www.o3com.com

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. del Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.

Para cualquier información sobre las obras publicadas o en programa

y para propuestas de nuevas publicaciones, dirigirse a:

Redacción de Ediciones Encuentro

Ramírez de Arellano, 17-10.a - 28043 Madrid

Tel. 902 999 689

www.ediciones-encuentro.es

Prólogo

Las lecciones que componen esta obra fueron pronunciadas por el Profesor Pierre Aubenque en el marco de la Chaire de métaphysique Étienne Gilson [la Cátedra de metafísica E. G.] de la que fue titular durante el curso 1997-1998. Que una década después, debido a nuestra insistencia respetuosa y colegial, su autor haya aceptado por fin publicarlas constituye en sí mismo un acontecimiento que merece ser saludado: suscitará el homenaje de nuestra profunda gratitud.

Entregadas hoy a un público que las aguardaba con impaciencia, estas lecciones magistrales ponen de relieve en no menor medida las investigaciones de quien, historiador y pensador sistemático, morando fielmente en la cercanía de Aristóteles, ha sabido dialogar críticamente con M. Heidegger, sin dejar de hacerlo con los mayores actores del pensamiento filosófico del siglo XX, llegando a revelarse para varias generaciones de estudiantes un Lese-Meister, un auténtico maestro de lectura. Después de él, en efecto, nuestro oído entiende de otro modo a los griegos y a los medievales, volvemos a descifrar de nuevo el destino del pensamiento que ellos inspiraron, nos adentramos en nuestro presente.

La Chaire de métaphysique Étienne Gilson se fundó en 1995 con ocasión del centenario de la Facultad de filosofía del Instituto católico de París. Constituida bajo el patronazgo del mayor historiador de las ideas medievales del siglo XX, aspira a ser el instrumento de una nueva interrogación acerca de la metafísica, su historia y su estatuto contemporáneo en las diversas tradiciones filosóficas.

Desde su creación, cada año es confiada a un único titular francés o extranjero famoso por su contribución a la indagación histórica o especulativa en el ámbito metafísico, a quien se le encarga impartir un ciclo de seis conferencias en lengua francesa.

Philippe CAPELLE-DUMONT

Presidente de la Chaire métaphysique Étienne Gilson

Julio de 2009.

Prefacio

Tras muchas vacilaciones, y a petición solícita de muchos de mis oyentes de entonces, me he decidido a entregar a la publicación estas lecciones, ya con diez años a cuestas. Pero antes debo responder a dos sorpresas que puede suscitar esta publicación. La primera es que, si bien el título es una pregunta, en estas lecciones no se trata de aportar una respuesta inmediata a la misma, sino de realizar un estudio histórico de lo que fue uno de los lugares comunes de la filosofía de la segunda mitad del siglo XX, por lo menos en Europa. Únicamente escapó a él por completo la filosofía analítica; lo que, sin embargo, no es seguro es que haya escapado por ello al diagnóstico negativo que la lucidez de los desconstructores permitió emitir sobre ella.

Al tratarse de un tema, de un topos fechado históricamente, no habrá que sorprenderse por que estos estudios presenten en muchos aspectos un carácter histórico. Se trata de una historia no cronológica de las teorías de la desconstrucción, desde Plotino a Derrida pasando por Gilson y Heidegger, pero sin dejar de remontar constantemente a Aristóteles, quien no sólo fue el iniciador del objeto que desconstruir —la metafísica—, sino también quien estableció los lineamentos y las condiciones mismas de su desconstrucción.

También cabe que suscite sorpresa la atmósfera de aporeticidad, de falta de soluciones, que se desprende de estos estudios o, en términos vulgares, el pesimismo que parecen destilar. Este pesimismo esencialmente cultural, pero del que no escapa una mirada dirigida a nuestras sociedades postmodernas y postindustriales y, para decirlo en una palabra, al destino de nuestro mundo, rompe claramente con las ensoñaciones utópicas y milenaristas de los dos siglos anteriores. Se acabaron los «mañanas que cantan» y aquello que el joven Marx anunciaba en 1844 para un futuro cercano como «reconciliación del hombre y la naturaleza, del hombre y el hombre o, en una palabra, de la esencia y la existencia». Más bien pensamos en que al final del día éste no contará con ningún pájaro de Minerva que le presente un balance positivo.

Sería ingenuo imputar a la metafísica una responsabilidad directa en este ocaso, del que, más que causa, es síntoma. ¿Hay que intentar inventar algo distinto? En todo caso, los análisis que leeremos mostrarán, cuando menos, que toda innovación teórica, incluso pretendidamente radical, no es de hecho más que una repetición de lo mismo. (Es verdad que el dominio práctico queda abierto). La anti-metafísica —digamos: el positivismo— sigue siendo una metafísica; más aun: es y sigue siendo la metafísica en su forma más degradada y epigónica.

Afortunadamente nos queda la oportunidad de ser lúcidos. Existe un deber y un coraje de la lucidez. La ceguera, sobre todo cuando es voluntaria, es el peor desfallecimiento y el menos excusable. Pueda este ensayo ilustrar, si no el coraje —del que el autor no es juez—, al menos el intento honesto de deferir a ese deber de lucidez. En sí mismo, el deber no contiene ninguna promesa. No obstante, quizás el mero hecho de realizarlo permita verificar, sin que haya que ver en ello una recompensa o una necesidad dialéctica, la palabra enigmática y aún no filosófica de Hölderlin:

«Donde está el peligro

Crece también lo que salva»

Diciembre de 2008.