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Índice
Sobre esta Colección
Descubriendo lo práctico de la sabiduría
Sabiduría y compromiso
Cara a cara con la sabiduría
Notas Introductorias
Una estrategia de lectura
El conflicto como problema y como oportunidad
Hagakure: Un camino hacia el autoconocimiento
Las fuentes de la sabiduría samurai
El camino del guerrero
(Hagakure)
Valorar la vida
Siendo fiel a tus creencias
En busca de oportunidades
Triunfar sin combatir
Superar el egoísmo morando en lo esencial
La importancia del otro en nuestro crecimiento
El otro y su crítica
La sabiduría en la previsión
Siendo fiel a tus objetivos
La pérdida de la diferencia
El camino eres tú mismo
La actitud Kaizen (cambiar para mejorar)
La necesidad de ser un artista
Mantener buenas relaciones con los demás
Maestro en la teoría, pero también en la práctica
La dedicación marca la diferencia
Tener una actitud positiva
El valor de errar
Una actitud previsora
Obtener la victoria desde el principio
Construye tu destino
Eres tu éxito, pero también tu fracaso
La necesidad de un equilibrio
Participando del instante
La adversidad como oportunidad
Pensar, luego actuar
Haz de tu circunstancia la más noble
Sigue intentando
Contagia tu pasión
Trabaja por superarte
Acepta al otro como maestro
Los límites son creados por nosotros
Ten en cuenta tus limitaciones
El ciclo vital
Creciendo a través de los errores
Haz de tu vida un arte
El valor del sufrimiento
Evita hacer las cosas a medias
La actitud del samurai
El fin busca ser un comienzo
Encuentra tu lugar
Despertar a la simplicidad
Mantener el equilibrio
El momento es ahora
Vive el presente, pero recuerda el pasado
Evalúa tus progresos
La condición humana
Aprende a utilizar tu talento
Siempre listo
Intenta hacer siempre aquello que te gusta
Aprender la dignidad
La novedad llega con cada instante
Tener nuestra propia opinión
Distintos puntos de vista
El problema del acostumbramiento
El arte de vencerse a sí mismo
No buscar reconocimiento
Hablar y hacer
Valorar la vida
Saber separar la paja del trigo
Cada instante es una oportunidad
Alcanza la victoria entre tus aliados
Superar la enfermedad (mental)
Pasión por lo que haces y quieres
Purificarse por la acción
Siendo noble hasta las últimas consecuencias
Notas Introductorias
Estrategia: Un arte para alcanzar lo que nos proponemos
Dos visiones complementarias del conflicto
El guerrero: líder y artista
Superar un conflicto es ya ser victorioso
El Arte de la Guerra
El Arte de la Guerra
I – Un mapa de los factores implicados en todo conflicto
II – Actuando en equipo y alcanzando el objetivo
III – Vencer por medio de la estrategia
IV – Apuntes para alcanzar la victoria
V – La estrategia es más eficaz que la fuerza
VI – Encuentra el equilibrio y fluye como el agua
VII – Haciendo frente al conflicto
VIII – Trabajar en equipo para alcanzar la victoria
IX – Estudiando los movimientos del grupo y del adversario
X – Sobre el espacio de conflicto y la actitud del líder
XI – Aprendiendo de la liebre y la serpiente
XII - El uso de otros recursos y sus consecuencias
XIII - El valor de la información y la anticipación
Apéndices
Bibliografía
Obras críticas
Obras generales
Glosario general de términos
Japonés
Chino

Yamamoto, Yoshi

   El camino del guerrero : Hagakure / Yoshi Yamamoto ; comentarios de Leandro Han. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Pluma y Papel, 2019.

   Libro digital, EPUB


   Archivo Digital: descarga y online

   ISBN 978-987-648-168-7


   1. Estrategia. I. Han, Leandro, com. II. Título.

   CDD 181.12 


© de esta edición, Pampia Grupo Editor 2019

Juan B. Alberdi 872 (1424) C.A.B.A.

Buenos Aires, Argentina

E-mail: info@pampia.com

www.pampia.com

Director Editorial: José Marcelo Caballero

Ilustración de tapa: Equipo editorial

Diseño de interior: Equipo editorial


Editado en Argentina

Sobre esta Colección

Descubriendo lo práctico de la sabiduría

El hombre se escribe a sí mismo, su libro es un compromiso con el otro.

Edmond Jabes

Es cierto que un descubrimiento puede ser algo fortuito, es decir, podemos hacer un descubrimiento por casualidad. Este hallazgo, en forma de descubrimiento, irrumpe y nos sorprende: estamos mirando un paisaje y por casualidad descubrimos un camino que nos lleva hacia un lago que desconocíamos, buscando un objeto perdido descubrimos que otro -que tenemos a mano- puede adaptarse para lograr la misma función que el primero… Esta es una forma de interpretar el descubrimiento: como sorpresa, como hallazgo inesperado.

Pero podemos pensar en otra forma de considerar el descubrimiento. En el contexto de esta colección, cuando hablo de “descubrir” me refiero a un acto distinto. Me gustaría pensar que cuando des-cubro algo, lo develo. Develar es quitar un velo que cubre una cosa y me impide verla desde otra perspectiva. De esta forma, el descubrimiento sigue siendo una actividad, pero ahora también me implica como hacedor, como intérprete.

Por ejemplo, puedo utilizar una roca como pisapapeles, pero también me es posible interpretarla como arma o como un instrumento para generar fuego. Cada una de estas lecturas devela nuevos usos para la roca, le quitan un velo que mantenía latente una función posible de ser aprovechada y llevada a la práctica.

Ahora bien, en el caso de un texto, el velo tiene forma de una interpretación estandarizada, una forma de exponerlo que conocemos y aceptamos sin cuestionar, una interpretación que cierra en vez de abrir un espacio de pensamiento. Esa clausura y apertura interpretativa señala claramente dos estrategias opuestas de lectura. Podemos decir que el primer tipo se manifiesta a sí misma como una lectura acabada, que no hace más que relegar al lector al lugar de mero espectador (éste sólo se limita a recibir un producto terminado, sin participar en ninguna construcción propia). La segunda invita al lector a buscar una interpretación, abre un juego donde el intérprete se vuelve cómplice y -al mismo tiempo- artífice del texto.

Las traducciones y/o interpretaciones que se presentan en esta colección intentan ser lecturas libres y abiertas de textos clásicos. En todos los casos, se buscará develar un sentido que nos permita acercar el saber milenario a la dinámica (práctica) de nuestra vida cotidiana. Para ligar estos polos tan lejanos realizaremos un ejercicio creativo que nos descubra perspectivas distintas sobre los textos y nuestras experiencias. Como ya he sugerido, este trabajo tendrá éxito si es completado y llevado a la práctica por el lector en su rol de artífice interpretativo. Lo curioso de enfrentarse (ponerse cara a cara) con un texto es que no podemos evitar interpretarlo.

Los textos que se presentarán en esta colección tienen sólo un objetivo: abrir el diálogo con el lector, invitarlo a plantear preguntas, promover en él un pensamiento creativo que lo transporte hacia nuevos horizontes de experiencia. Ellos despliegan (no encierran) una pluralidad de sentidos; estos conceptos son los que constituyen su riqueza. Como si se tratara de diamantes, poseen miles de caras que reflejan un abanico de posibles visiones sobre nuestra vida. El conjunto de estas visiones es sabiduría, que a lo largo de los siglos se ha ido acumulando a través de las reflexiones sobre estos escritos.

Al develar el texto, lo interpreto y al interpretarlo… lo construyo.

Pienso que el saber que despliegan estas obras escritos solo se vuelve sabiduría cuando se convierte en experiencia, es decir, cuando se llevan a la práctica. La sabiduría es esencialmente práctica y esta práctica, a su vez, se vuelve transformadora de nuestra experiencia vital.

En esta era de información, sobran eruditos e individuos de gran conocimiento, pero faltan sabios. Por eso no alcanza con leer y reflexionar, es necesario llevar estas enseñanzas al plano cotidiano para vivirlas y compartirlas. Sólo de esta forma podremos saborear el manjar que nos ofrecen estos maravillosos textos.

Sabiduría y compromiso

Una de las características del sabio es su compromiso con los que no han alcanzado (aún) la sabiduría. Dicho compromiso establece un vínculo con el otro, que se convierte entonces en discípulo. Este supremo compromiso del sabio es el de compartir. Pues sólo cuando el sabio comparte, existe un discípulo y existe entonces un maestro. Si ningún sabio compartiera su sabiduría no existiría nadie para reconocerlo como tal. Sólo existen sabios cuando la sabiduría es compartida. Es más, podríamos decir que sin el acto de compartir, no existe sabiduría. Una persona sola no puede ser sabia, debe descender y compartir con otros aquello que ha develado.

La sabiduría es un encuentro entre alguien que busca y alguien que amablemente accede a compartir lo que ha encontrado. Se trata, claro está, de algo compartido. Y este acto de compartir es un acto de amor.

Sería maravilloso y provechoso que todos compartiéramos lo que sabemos y buscáramos con dedicación lo que ignoramos. Pienso que todos somos discípulos y también maestros, sin duda lo sabemos, pero nos falta diálogo e interés por lo que el otro tiene para decirnos.

Cara a cara con la sabiduría

Cada libro surge como respuesta a una pregunta que el autor se ha planteado. Estos libros que presentamos, soportan un sin número de preguntas y respuestas.

Es este acto de preguntar y preguntarnos desde la reflexión lo que nos permite actualizar la sabiduría contenida en una obra. Solemos leer un texto y quedarnos con una lectura que sentimos parcial o previamente acotada a un determinado ámbito. Debemos saber que la sabiduría es como un comodín, no puede ser limitada pues, por definición, es omniabarcante, es metáfora viva, apertura permanente. Podemos tomar como ejemplo al primer libro de la Biblia: el Génesis. La sabiduría de este texto bíblico es tan grande que seguimos interpretando y preguntando por él. Cada vez que lo leemos nos encontramos con más cuestiones y también con más respuestas.

A continuación presentamos una serie de obras conceptuales que se han enriqueciendo con el devenir del tiempo, nuestro desafío es continuar interpretándolas para encontrar y contemplar entre líneas esos destellos de sabiduría.

Esta será una lectura de muchas posibles, pero intenta ser aquella que nos acerque al aspecto más existencial del texto.

Para el lenguaje de la fotografía, “velarse” significa borrarse. Esa fue la suerte de estos textos, muchos han desaparecido simplemente por que no se revelaban como prácticos, útiles o aplicables. Al no revelarse, quedaban velados. Hoy nos animamos a retomarlos para interpretarlos y hacer uso de nuestra libertad de leer; también nos permitimos escuchar y opinar sobre lo que otros han pensado sobre ellos. Es así como intentamos aportar algo a este diálogo interminable con la sabiduría…

Notas Introductorias

Una estrategia de lectura

Este diálogo entre el Hagakure y El arte de la guerra nos invita a reflexionar sobre la forma en que Japón y China han condensado su saber sobre la figura del guerrero y las diversas formas en que uno debe conducirse por la vida para alcanzar sus objetivos.

Veremos que estos textos poseen muchos puntos en común, pero me gustaría remarcar primero que para estos pueblos el guerrero es, ante todo, un héroe.

En su origen griego, la palabra “héroe” deriva de “Eros” (dios del amor, hijo de Venus). Héroe es entonces el amante-guerrero: su acción tiene como motor al amor y ese sentimiento es pasión y dedicación por lo que hace en cada instante.

Esta es una de las claves para entender ambos textos; la pasión impulsa a estos verdaderos artistas, sólo eso les permite ser capaces de sacrificar su vida por la causa que creen justa.

En este sentido, todos somos guerreros o deberíamos serlo. Para el oriental este ser y hacer constituyen un arte. Ahora bien, existen guerreros porque hay competencia. Cuando dos guerreros compiten por lo mismo se vuelven rivales. Etimológicamente “rival” significa “el que quiere lo mismo”. Cuando queremos lo mismo y sólo uno puede tenerlo, surge entonces el conflicto. Este conflicto puede ser considerado como un movimiento activo hacia la solución.



Ser rival es distinto de ser enemigo. El rival no es necesariamente un enemigo, el guerrero genuino conoce a su rival y lo estima como a un semejante. Si la rivalidad se vuelve violenta entonces habrá guerra, pero ninguno de nuestros dos autores quiere llegar a esta instancia. El desafío máximo del guerrero es conquistar la victoria sin siquiera guerrear. La gran victoria es aquella que soluciona el conflicto antes de que se presente. Es por eso que no encontraremos en estos textos lo que quizás podríamos esperar…

Uno de los comentaristas modernos más reconocidos es sin duda Tao Hanzhang. Este general chino cuenta en su ensayo: “Los principales puntos flacos en El arte de la guerra de Sun Tzu se deben al hecho de que allí no se discute la naturaleza de la guerra”1. Paradójicamente este comentario es acertado, el libro del maestro Sun no se limita a la naturaleza de la guerra sino que se extiende a toda situación factible de ser considerada conflicto, habla de actitudes y estrategias que pueden servirnos para evitar un enfrentamiento que nos aleje del objetivo buscado. Otro tanto podríamos decir del Hagakure, que es más un tratado moral que un ensayo sobre combate.

Sigamos con el ejemplo del esquema anterior. Tenemos dos rivales en busca de un objetivo. Uno de los guerreros apela a la estrategia e intenta distraer al rival con el fin de evitar el conflicto y lograr su objetivo. En este caso hace algo simple: muestra al adversario un nuevo objetivo (estrella) y lo aleja del objetivo principal; de esa forma alcanza la victoria sin que el otro ni siquiera lo note. Esta estrategia para ganar sin combatir la vemos reflejada en varios actos de nuestra vida diaria: los medios nos muestran una noticia para desviar la atención que ponemos en otra, la madre compra algo a su hijo para evitar que piense en otras cosas, los jefes recompensan a sus empleados para evitar que intenten irse a otra empresa…



Este es sólo un ejemplo de estrategia, veremos que existen muchas y que varían según la ocasión, el terreno, los participantes, etc. Llegaremos al estudio de estas tácticas luego de pasar la formación moral y el autoconocimiento que nos propone el Hagakure. Sin esa base sólida, la estrategia y el conocimiento del arte de la guerra pueden llegar a ser nocivos.

Tengamos siempre en cuenta la ambivalencia de ambos textos. Mucho de lo que aprendamos de ellos servirá para enriquecernos con la práctica, pero otro tanto para evitar el hecho de ser víctimas de manipuladores que utilizan estas enseñanzas como arma para ejercer violencia.

Convengamos en que la guerra sólo trae muerte; es una “solución” extrema que lo único que hace es potenciar un problema que podría dirimirse mediante el uso del pensamiento. Por eso elegimos una perspectiva más amplia que en vez de guerra nos hable de conflictos y soluciones. Mucho de lo que leeremos y pensaremos en ambos textos tiene que ver con esta temática del conflicto y puede resumirse en ella como hilo conductor. Ensayemos un esquema de nuestro recorrido.



El conflicto como problema y como oportunidad

En el esquema presentado, el conflicto es la condición para que aparezca una solución. Es en este sentido que también es una oportunidad para acercarnos al arte. El que comprende y los maneja se vuelve un artista en su solución. Es un creativo que logra equilibrar la teoría con la práctica, es decir, lo que sabe con aquello que le toca vivir.

Para el guerrero todo problema es un desafío, y la solución, una victoria que puede evitar el conflicto. Este puede traer aparejado ciertas formas de proceder (actitudes) y ciertas estrategias que lo hacen factible de ser solucionado.

Nuestro esquema principal propone una especie de escalada que conduce desde el conflicto hasta el arte. Siempre que hablemos de arte lo haremos pensando en una acción práctica que se relaciona con la capacidad creativa de resolver conflictos. Pero también con un arte de vivir, capaz de embellecer la existencia (trataremos esto más adelante).

Queda claro, a partir del esquema, que cada uno de los textos aportará lo suyo en el camino hacia el arte; en este sentido los escritos se complementan. Cada uno donará algo y entre ambos nos acercarán hacia nuestro objetivo.

Comenzaremos meditando sobre el Hagakure por que es en él donde se desarrolla un trabajo más individual e interior. Este punto de partida no es fortuito, Sun Tzu, siguiendo a muchos maestros orientales, nos dice:

Conoce a tu rival y conócete a ti mismo y no habrá peligro en el camino hacia la victoria.2

En este mismo sentido, Yamamoto reflexiona:

Superar a tu aliado significa alcanzar la victoria sobre ti mismo.3

Cronológicamente, el que primero nos habló de la necesidad de autoconocimiento es Sun Tzu, pero elegimos comenzar con el Hagakure porque este tipo de conocimiento, como tema, es mucho más recurrente en el texto Yamamoto. Esto no podía ser de otra manera ya que el autoconocimiento es parte constitutiva del verdadero samurai. De hecho. El Hagakure es más agudo y más interesante en este punto, porque hace hincapié en nuestra intrínseca capacidad para volvernos aliados o enemigos de nosotros mismos.

Estudiaremos primero este texto para descubrir cómo el guerrero puede vencerse a sí mismo. Completado este primer paso, intentaremos reflexionar sobre él en su papel de líder y en su interacción con el grupo en la solución de conflictos (mediante estrategias) y en la consumación de esa tarea como arte. Para llevar a término este segundo objetivo leeremos de El arte de la guerra.


1 Tao Hanzhang, El arte de la guerra de Sun Tzu, la interpretación china moderna, Distal, Buenos Aires, 1996.

2 El arte de la guerra. Cap. X.

3 Ver Hagakure: “El arte de vencerse a sí mismo”.