Vivir con el Alzheimer

El amor no se olvida

 

 

Dr. José Luis Molinuevo

 

 

 

 

 

Primera edición en esta colección: septiembre de 2012

© José Luis Molinuevo, 2012

© de la presente edición: Plataforma Editorial, 2012

Plataforma Editorial

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Diseño de cubierta:
 Lucía Casado

Depósito Legal:  B.32.465-2012

ISBN EPUB:  978-84-15750-17-8

 

 

 

 

 

Para todas aquellas personas que han entregado su vida al cuidado y a la atención de los otros.

Contenido

Portadilla

Créditos

Dedicatoria

 

Introducción

1. Las claves del universo Alzheimer

2. Un duelo vivo

3. La transformación de la persona

4. La transformación de la cuidadora

5. Abrazando el universo Alzheimer

Transforma tu experiencia a través del universo Alzheimer

La opinión del lector

Introducción

 

La idea inicial que motivó que este libro se escribiese fue destacar la dedicación y entrega de las personas al cuidado de familiares o seres queridos que presentan la enfermedad de Alzheimer. Es verdad que los enfermos son quienes la padecen biológicamente, y es verdad, también, que un porcentaje de ellos, además, experimenta cambios emocionales asociados a la misma. No obstante, como médico he observado que gran parte del sufrimiento psicológico lo experimentan las personas que conviven y se entregan a cuidar a los pacientes; a su vez, hay muchos libros y muchos tratados dedicados al Alzheimer centrados en el enfermo, por lo que pensé que, en este caso, había que hacer uno que tuviera en cuenta a los cuidadores y que estuviera dedicado a ellos. Espero que este libro ayude a desmenuzar aquellos aspectos que les hacen experimentar sufrimiento asociado a la enfermedad. Por estos motivos, me gustaría dedicárselo a los cuidadores como personas que están en íntimo contacto, desde una perspectiva psicológica, personal y existencial, con la enfermedad de Alzheimer. En mi opinión, el sufrimiento no sólo es generado por la situación externa, sino que éste aparece cuando sobre la situación se proyecta nuestra naturaleza interior, es decir, dimensiones psicológicas que todos los seres humanos tenemos, que muchas veces desconocemos y que se reflejan en lo que ocurre fuera.

Desde ese punto de vista, este libro pretende alcanzar una cierta profundidad, pues sólo así podrán abordarse esos aspectos interiores y se podrá ayudar a que la gente vea que dentro de ellos, vinculada a la enfermedad que padece una persona que aman, siempre hay una situación interna que intenta manifestarse, más allá de las condiciones externas.

Mi experiencia personal, no sólo como neurólogo sino también como alguien que estudia nuestros procesos psicológicos, me indica que el sufrimiento es un proceso íntimo que se refleja en las situaciones que cada uno de nosotros vivimos externamente. Vivir sin sufrimiento es imposible, es inherente a la psique humana; pero sí es viable integrar aquellos procesos psíquicos que son fuente de conflicto y por ende de mayor sufrimiento. Por ello, sí estuviéramos completamente libres de todas aquellas dimensiones internas que potencialmente pueden hacernos sufrir (emociones, sobre todo, emociones negativas, como, por ejemplo, el orgullo, la ira), podríamos vivir las situaciones externas, por más complicadas que fuesen, con mayor o menor dificultad, pero, sin duda, con una mayor apertura y un sufrimiento, seguramente, menor. Aunque es todo un reto, debemos intentar abordar nuestra responsabilidad y no culpa en la génesis del sufrimiento, porque, sin duda, el acompañar y cuidar a una persona con una enfermedad progresiva contribuye a que se revelen aspectos y dimensiones propias que nos generan sufrimiento. Si uno alcanza a verlas o a visualizarlas, podrá trabajar sobre ellas y convivir de una forma mucho más sencilla con la enfermedad que está padeciendo una persona querida.

La experiencia de la vida es un proceso individual, por lo que es imposible experimentar una situación nueva hasta que no formamos parte real de la misma. Es como cuando iniciamos un proceso nuevo, de cualquier tipo (una enfermedad, un trabajo) y viene alguien y nos dice que él ha pasado por una experiencia similar; hasta que no lo experimentemos nosotros, no sabremos cuál será nuestra reacción sobre el proceso. En el caso de la enfermedad de Alzheimer, mientras no aceptemos que está produciéndose un cambio tanto en la persona afecta como indirectamente en nosotros y que es necesario que nos adaptemos a él, no podremos operar de forma óptima para ayudar al enfermo en su propia adaptación, en su propio cambio, y ayudarnos, a la vez, a nosotros mismos. El intelecto, en este caso, nos permitirá entender cómo puede ser el proceso, pero sólo quien viva esa experiencia lo conocerá realmente.

Un libro como sostén

Vivir con el Alzheimer nació con la idea de dar soporte a las personas que están dedicando su vida al cuidado de otras. En concreto, que cuidan a una persona con Alzheimer. Pero no pretende ser un manual de cómo ejercer los cuidados. Si el libro tiene alguna pretensión (y esperemos que algo consigamos), es la de ayudar a quienes están sufriendo un «duelo vivo»; duelo, porque la sensación de pérdida es constante, y vivo, porque supone cuidar a una persona que está cambiando continuamente. Por tanto, este libro pretende ayudar a entender el proceso de la enfermedad y, quizás lo más importante, el proceso íntimo de transformación que esa persona está viviendo mientras dedica su tiempo a cuidar a la otra.

Éste es el objetivo fundamental: poner sobre la mesa una serie de claves inherentes a procesos internos que necesariamente nos ocurren y que se magnifican en situaciones de elevado estrés, como puede ser el cuidar de una persona querida afecta de una enfermedad degenerativa. Por ello, éste es el punto principal: ser un soporte para que la persona cuidadora pueda entenderse y pueda comprenderse (en su dimensión más profunda) y, de esta forma, afrontar lo que acontece con una mayor amplitud y vitalidad.

Mi propósito es que el libro genere comprensión, entendimiento y compasión. Compasión en el sentido que le dan en Oriente a esta palabra, que se relaciona con el amor más sincero, el que ayuda a paliar el sufrimiento de la otra persona y de nosotros mismos. Porque no podemos olvidarnos de algo fundamental: de que tanto el enfermo como la persona que lo cuida son partes de una misma situación. La compasión, de esa manera, es vista como la actitud de amor que nace de observar el sufrimiento (algo muy distinto de la pena o de la lástima), como el movimiento del amor en el sentido más amplio de la palabra: que pueda ayudar realmente a la persona que está sufriendo. Éste, en definitiva, fue mi deseo al componer el libro: que logremos desgranar algunos aspectos íntimos que nos afectan a todos y que se expresan (a veces de una forma magnificada) en una situación de estrés. Situaciones, al fin y al cabo, que actúan como reveladores de nuestros procesos internos, procesos que generan sufrimiento y que acontecen en lo más profundo del interior de la cuidadora.

Por lo tanto, lo que he intentado hacer es arrojar luz sobre una situación que, si sabemos integrarla a la vida, hará que nuestra vivencia con el Alzheimer pueda ser de una manera distinta. En ese sentido, mi propósito al comenzar el libro fue que éste se leyera como algo vivo. Un libro que, conforme lo fui escribiendo, no sabía cómo podía acabar. El ejercicio ha sido muy bonito y espero que algo de ese espíritu se transmita en quienes lo lean.

Por último, no pretendo que ningún cuidador se moleste, pero los datos demográficos señalan que en un altísimo porcentaje de casos no se trata tanto de un cuidador sino de una cuidadora. Como un homenaje a ellas, a las cuidadoras, y como una señal de respeto a su dedicación y al apoyo que dan a las personas que cuidan, he optado por utilizar con mayor frecuencia el término «cuidadoras». Así, en femenino.