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© El plan B

© MD Rafael Duque Ramírez

Diseño de carátula

MD Rafael Duque Ramírez

Gráficos

MD Rafael Duque Ramírez

Corrección de estilo

María Cristina Vega

Diseño y diagramación

Lisandro Moreno Rojas

Primera edición, mayo de 2020

Este libro no podrá ser reproducido sin permiso escrito del autor.

ISBN: 978-958-48-9047-4

Diseño epub:

Hipertexto – Netizen Digital Solutions

CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

EL INFORME E

INICIO

LA PARCA

CAPÍTULO I

QUIÉN SOY

CAPÍTULO II

EL RECLUTA

LA OPORTUNIDAD

LOS AMORÍOS DE DIEGO

ENCONTRADO

CAPÍTULO III

DAME UNA MANO

MENTIRA TRAS MENTIRA

EL USURPADOR

EMBOSCADA

LA HUÍDA

EL MANUSCRITO

CAPÍTULO IV

REUNIÓN

CORRUPCIÓN

CAPÍTULO V

ENGAÑADOS

CAPÍTULO VI

LA LLAMADA

CITA MORTAL

MALAS COMPAÑÍAS

EL PLAN

CAPÍTULO VII

EL ROBO

LA SOCIA

PETRÓLEO DE SANGRE

LA SORPRESA

EL ÈXITO

LA ENTREVISTA

EL ENCARGO

ASESINO

COPIANDO

CAPÍTULO VIII

LA MUERTE ANDANTE

EL MANCO

EPÍLOGO

INTRODUCCIÓN

EL INFORME E

Después de analizar la crisis energética de hoy en día, el grupo de expertos se reunió y teniendo en cuenta diversas consideraciones, llegó a las siguientes conclusiones: los recursos energéticos del mundo actual se están extinguiendo, porque son primordialmente productos de energía solar fosilizada y almacenada durante millones de años, en las profundidades del subsuelo terrestre y marítimo. En 1860 se encontraron cerca de 2 billones de barriles de petróleo para extraer alrededor del Mundo. En aquel entonces, esa extracción era más complicada y extensiva que hoy. En 1960 se extraían seis barriles de petróleo por uno que se consumiera, lo cual generó una sobreoferta para que los países industrializados aumentaran la producción de alimentos con el uso de fertilizantes derivados del petróleo, el empleo de polímeros en la producción del plástico y numerosos derivados de la industria petroquímica. La sobrepoblación humana ha llevado a una demanda superior a la oferta y en la actualidad, la extracción es insuficiente. La economía actual depende de la energía de combustión fósil: el asfalto, los impermeabilizantes, el gas natural, las fibras sintéticas, los polímeros y los plásticos, entre otros. Una gran demanda con una baja oferta elevaría demasiado el precio del crudo.

El país depende en gran parte, de este recurso natural y su supervivencia puede verse amenazada, si disminuye el suministro del crudo. El petróleo es tan denso, tan fácil de almacenar y transportar, que encontrar una fuente de energía no fósil de similares características, parece imposible.

El gas orgánico ha tenido también, una disminución significativa que ha llevado a la búsqueda de gas no convencional, pero su búsqueda requiere de mayor energía para conseguirlo, el uranio fusible es más escaso y se necesitarían 10.000 plantas nucleares para igualar la energía que la producción de petróleo logra en la actualidad, porque las plantas existentes tienen una vida útil de 20 años más. Las fuentes eólicas son intermitentes, las fuentes de olas oceánicas están muy localizadas y el transporte de energía a sitios lejanos de las costas, acarrea un costo excesivo. Obtener etanol a partir del maíz, requiere del doble de la tierra que se usa para producir alimentos, los páneles solares se hacen con derivados del petróleo y se necesitarían 360.000 K2 para suplir la necesidad, pues en la actualidad, solo hay 10 K2. La energía solar concentrada apenas está iniciando y está muy localizada, por lo cual su transporte es muy dispendioso. A pesar de todas las ventajas que ofrece obtener energía de los hidrocarburos, tanto petróleo como carbón, el impacto ambiental actual, así como la superpoblación y la crisis económica que se avecina cuando la demanda supere la oferta, ofrecen la suficiente claridad para decir que el país y el Mundo no tienen un final feliz. La falta de voluntad política en la realización de consensos para enfrentar este flagelo, va a desencadenar guerras y a llegar a la conclusión de que la única forma de acabar con el crecimiento exponencial humano, es su eliminación colateral, ya que si la economía sube al 3% anual, se duplicará en 23 años, y con cada duplicación, también lo hará la demanda de recursos y la energía se excederá. El agua dulce, el suelo fértil, la comida, los bosques y los propios minerales disminuirán su disponibilidad. En conclusión, la tecnología no es energía, todo lo contrario, es un gasto de minerales no renovables y escasos de conseguir. Con este panorama, los grandes líderes mundiales debían tener la responsabilidad de definir el paso por seguir en sus políticas, pero un cambio implicaría una transición de dos décadas, y no hay voluntad de ayuda.

Una economía basada en los hidrocarburos, puede llevar a un colapso financiero. Se desestima el uso del fracking para aumentar la demanda extraccionista por el daño colateral del recurso hídrico y la afectación de tierras cosechables y reutilizables.

Este grupo no recomienda continuar con las negociaciones que se adelantan con la firma Petrochange Emirates, por considerar que no es un buen negocio para el país.

Atentamente, los abajo firmantes

FIRMA grupo de expertos

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INICIO

LA PARCA

–¿Conoces el infierno? Preguntó aquella voz ronca que provenía del lado oscuro de la habitación.

–¿No es acaso este? Contesté, mientras retiraba a un lado, el fusil semiautomático Barret M82A1 con visión telescópica nocturna.

–No Manuel ¿no es este? Contestó la siniestra voz, esa misma de quien fuera mi única amiga y compañera en los últimos seis meses.

El silencio tomó otra vez el control de mi entorno, el frío me carcomía los huesos y solo el rodar de las gotas de sangre provenientes de mi costado izquierdo, antes de caer al piso, calentaban mi piel. La respiración agitada y el aumento de mi sudoración, hacían prever el desenlace final de mis últimos momentos de vida.

Cierro los ojos y simplemente, sonrío, ya no importa mi destino. Pronto estaré con mi hijo Lucas, sé que mañana seré uno de los hombres más odiados por la mitad del mundo, pero aun así, en los libros de historia, mi vida será relatada de dos formas distintas: en una seré un héroe y en la otra seré un villano. Todo depende de quien lo escriba.

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CAPÍTULO I

QUIÉN SOY

Cuando Katherine me preguntó

–¿Quién eres en verdad? Contesté:

–Soy un hombre simple, con un trabajo simple, pero con un lío complejo. Y empecé a contarle la historia de mi vida, así:

–Estudié periodismo, pero nunca lo ejercería. Lo estudié más por obligación, que por vocación; me tocó ser administrador empírico, para continuar con el negocio de mi padre, la importación de repuestos automotores.

Mi padre de nombre Roberto, fue un hombre tosco, recio, silencioso, pero a la vez, responsable y cariñoso. Trabajó desde niño y apenas terminó el bachillerato, durante varios años lo hizo como mecánico. Fue bebedor y jugador hasta los últimos días de su vida.

Como mecánico y padre, fue excelente. Precisamente por su habilidad con los carburadores, fue que un cliente lo ayudó a conseguir un trabajo, en uno de los talleres más importantes del país, de una marca de carros alemanes. Con el tiempo, conoció quiénes traían las piezas y todos los manuales de ensamblaje y después de 13 años, con un dinero que pidió prestado, montó un pequeño taller, donde poco a poco, fue “robándose” los clientes del taller automotriz, por su atención personalizada, hasta que un día fue descubierto y lo echaron.

El despido en vez de desalentarlo, lo impulsó mucho más. Con sus cesantías y asociado con un primo, decidió eliminar del negocio los intermediarios, y le financió el primer viaje a Alemania de su primo Pedro, donde encontraría los grandes distribuidores de repuestos y gracias a un macheteado inglés, logró traer el primer contenedor de repuestos para su pequeño taller.

De allí en adelante, todo sería ganancias, hasta el día de su muerte por una cirrosis hepática, producto de litros y litros de alcohol que consumió desde los 14 años de edad.

Aunque tuve dos medio hermanos, yo fui el favorito de papá, tal vez, porque era el mayor, el único hijo de su primer matrimonio, el hijo del amor de su vida, que murió por una leucemia pocos meses después de llegar a la mayoría de edad. Es probable que por eso, papá me tuvo viviendo con él, a pesar de reorganizarse ocho años después, con una de sus secretarias. Tuve dos medio hermanos, que vinieron tiempo después, a disfrutar los años de gloria del negocio de mi viejo y estudiaron en colegios privados, e hicieron hasta especializaciones fuera del país. Por eso, tal vez, nunca sintieron como propio el negocio familiar.

Yo pude estudiar mientras trabaja con papá y logré graduarme de la universidad como periodista, con préstamos que luego pagué con mucho trabajo, pero nunca ejercí. A mi grado solo fue mi novia Verónica, y mi padre no alcanzó a verme profesional, pero en su testamento dejó el negocio para mí; a cada uno de mis hermanos, le dejó un edificio de apartamentos en el mejor sector de la ciudad.

Después de tres años de noviazgo, me fui a vivir con Vero a un pequeño apartamento en arriendo, justo después de enterarnos de que estaba embarazada. Lucas mi único hijo, nacería ocho meses después.

El trabajo en la empresa de papá me absorbió de tal manera, que llevaba trabajo a la casa. Las deudas no se hacían esperar y yo era muy novato para enfrentar tanta responsabilidad.

Después de la muerte de mi viejo, su empresa que estaba sin deudas, siguió su marcha de manera casi normal. Sin embargo, mucho de los negocios y de acuerdo con las costumbres del gremio y de mi padre, muchos fueron de palabra. Una vez ausente, los deudores evadieron sus responsabilidades y como no tenía como cobrar legalmente esos dineros, anotados en los libros de papá, tuve que echar mano de las reservas de la caja fuerte. Como yo sabía quiénes nos habían incumplido, solos les dije a los ladrones:

–Se acabó la fiada.

Y cancelé cualquier negocio con ellos.

Como era de esperarse y ya sin sus contactos comerciales y profesionales, la empresa dejó de ser rentable y todos los problemas se me vinieron encima.

Una vez al revisar los libros contables, encontré que los primos de mi padre o sea sus socios, lo habían robado por años. Intenté tomar el control de la empresa y sacar los pícaros de ella. “Nunca faltará un pícaro mugre en este gremio” solía decir mi padre.

Pero en vez de lograr que la empresa fuera más próspera, en forma silenciosa, los pícaros se unieron a una reciente firma de importación, del cual era dueño un político muy conocido, que luego sería Senador y estaría presente en mi vida mas de lo que hubiese querido. Con todo el poder que da la política, esta nueva empresa se llevó el 80% de mis clientes y al cabo de seis meses, tuve que despedir a 20 empleados, es decir, el 50% de la nómina. Confirmé que el dinero es un arma poderosa.

Traté de ganar el faltante en los casinos, “el que no arriesga un huevo, nunca saca un hijo” decía mi padre, burlándose de los dichos de mi madre. Perdí tanto que me prohibieron volver. Cambié mi destino y empecé a jugar en forma clandestina, en garajes ocultos y hasta solicité un crédito en un club de póker. Me trataron con decencia y soportaron mis demoras, hasta cuando llegué a deber $800 millones. Ahí la cosa se puso fea, las amenazas se hicieron diarias y las golpizas semanales. El club también era del político y entonces, ya no tenía como mantener la nómina de mi empresa, sino que también debía mucho dinero. Nunca he entendido esa permisividad con los casinos y prenderías, que son lavaderos de dinero a cuatro voces, pero dizque el sistema de salud depende del azar, ¡qué absurdo!

Cada vez que llegaba a la casa, mi esposa me esperaba para cantaletearme. Todo fue de mal en peor, hasta que apareció de la nada como un ángel salvador, Juan Costa hermano menor de mi mejor amigo de la infancia. Además de ser un buen amigo, Juan se había graduado de periodismo conmigo en la misma facultad, claro en tiempos muy diferentes.

Juan tenía toda mi confianza y me propuso que le vendiera el negocio. Para ese instante, era mi única salida. Me ofreció menos de la mitad de lo que costaba la empresa, por lo cual no acepté su oferta, hasta el día que lanzaron por la ventana del cuarto de mi hijo, una bomba incendiaria. Por fortuna, esa noche el niño había estado enfermo y no estaba en su cuna.

Sería yo mismo quien después, le suplicaría ayuda a Juan, que aceptó y me dio el dinero uno sobre otro. Al recibir el dinero por la empresa de mi padre, sabía que podía vivir sin trabajar por un largo tiempo, claro está, después de pagar primero todas mis deudas. Decidí dejar mis preocupaciones atrás y vivir el resto de mi vida, de una forma muy distinta.

El dinero me nubló y creí que lo tendría por siempre. De pronto, tenía nuevos amigos. Todos mis miedos y timidez se fueron, con el tiempo, decidí terminar y publicar un libro que había escrito en mi infancia, como homenaje a Diego Costa, hermano de Juan. Era una historia real de mi mejor amigo y sus amoríos de infancia, que relaté a manera de versos y poemas. Sin embargo, los recuerdos de mi amigo, en vez de traerme alegrías, me trajeron nostalgia y la depresión apareció en mi vida por primera vez. Mis angustias sumadas a las malas compañías, me llevaron a caer en el alcohol, que vino a acompañar mi adicción por los juegos de azar.

Creo que todo el problema que tenía, se debía a una responsabilidad que no quería, pero no podía abandonar de manera alguna. Aunque escribir mellenaba denostalgia por los recuerdos del pasado, era lo único que me mantenía sobrio y solo tomaba, cuando no escribía. Sin embargo, cada día escribía menos y el alcoholismo empezó a destruir mi familia. Verónica reprochaba día y noche mi irresponsable comportamiento, mientras Lucas crecía con un padre ausente, primero por el trabajo y luego por sus vicios.

A pesar de todo, logré publicar mi libro “Los amoríos de Diego”. Sentí que mis estudios en periodismo habían servido para algo, creí que tendría algún prestigio en el mundo literario. El libro era realmente bueno, según la crítica de algunos amantes de la literatura. No debo quejarme porque el editor que conseguí era muy profesional y reconocido. Pagar por un buen trabajo y asesoría, es muy bueno. El dinero empezó a llegar, pero se iba al mismo tiempo, en apuestas y licor, como agua por entre los dedos. Una vez terminé de escribir, mis borracheras se volvieron diarias y como ya no escribía, nunca estaba sobrio.

Verónica me aguanto por tres años más y un día al llegar a casa, solo encontré una nota que decía:

Manuel lamento mucho esta decisión, pero me cansé de verte ebrio, perdido y frustrado. Sé que perdiste a tu mamá, y con tu padre no tuviste mucho que compartir, porque él se refugió en el licor después de eso, sé que la perdida de tu amigo Diego, nunca te dejo vivir feliz y se convirtió en tu obsesión. Tal vez por eso, no pudiste sentir ni valorar el verdadero amor de familia, sé que tus sueños y anhelos, van más allá de la herencia de un taller de autos o de un libro de tu época de adolescente. Como veo que te estás autodestruyendo y que mis consejos o reclamos no sirven contigo, por el bien de nuestro hijo, lo voy a proteger. Adiós y perdóname, tan pronto me ubique, te diré dónde estamos.

Su adiós y llevarse a Lucas, lo único que me daba vida, me golpeó tan fuerte, que deseé estar muerto. Si mal no recuerdo, esa sensación de impotencia solo la había sentido, cuando no pude hacer algo por Diego, el amigo de mi infancia.

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CAPÍTULO II

EL RECLUTA

Cuando tenía 13 años y por recomendación de los médicos, viví en el pueblo con mi madre, que ya estaba muy enferma, mientras mi papá viajaba por el mundo, consiguiendo dinero para pagar los tratamientos de su cáncer.