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Tutoría universitaria inclusiva

Para todos aquellos que ven en la diversidad una posibilidad,para los que dicen SOMOS.

La unidad es la variedad y la variedad en la unidad es la ley suprema del universo.

Isaac Newton

Tutoría universitaria inclusiva

Guía de buenas prácticas para la orientación de estudiantes con necesidades educativas específicas

Pedro R. Álvarez Pérez (Coord.)

NARCEA, S.A. DE EDICIONES

Han participado en la redacción de este libro:

Autor y coordinador:

ÁLVAREZ PÉREZ, Pedro R. Doctor en Pedagogía por la Universidad de La Laguna, profesor titular de Orientación Profesional en el Departamento de Didáctica e Investigación Educativa y director académico del Máster en Intervención Psicopedagógica. Su línea de investigación y trabajo está centrada preferentemente en el ámbito de la Orientación y Tutoría Universitaria. En la actualidad coordina el grupo de Investigación sobre Formación y Orientación Integrada (GUFOI), dirige el Servicio de Orientación e Información al alumnado (SOIA) y coordina el Plan de Tutorías Universitario de Carrera (PTU) de la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna. Asimismo, asesora a distintos centros en la implantación de un modelo de Orientación y Tutorización al alumnado en el marco del EEES.

Autores y autoras:

ALEGRE DE LA ROSA, Olga María. Doctora y catedrática de Didáctica y Organización Educativa. Sus líneas de trabajo se centran en la atención a la diversidad y la formación del profesorado universitario online.

CASTRO DE PAZ, Juan Fernando. Doctor y profesor titular de Universidad en el área de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de La Laguna. Sus trabajos están centrados en el campo de atención a la diversidad.

CASTRO LEÓN, Fátima. Doctora y profesora titular de Universidad en el área de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de La Laguna. Trabaja en el ámbito de las nuevas tecnologías yeducación audiovisual.

SANABRIA MESA, Ana Luisa. Doctora y profesora contratada doctor en el área de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de La Laguna. Su línea de trabajo se centra en el campo de las nuevas tecnologías y la enseñanza virtual.

LÓPEZ AGUILAR, David. Licenciado en Psicopedagogía, becario del Plan Nacional de Formación de Profesorado Universitario (FPU) y estudiante del Programa de Doctorado en Educación de la Universidad de LaLaguna.

ABAD MORILLAS, Marta. Licenciada en Psicopedagogía y estudiante del programa de doctorado interdepartamental Política, Currículo y Diversidad en Educación de la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna.

Índice

Prólogo

Introducción

I. FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA

1. Universidad y diversidad: la cultura de la igualdad como requisito

2. Intervención psicopedagógica en una enseñanza universitaria inclusiva

La enseñanza universitaria inclusiva

La intervención psicopedagógica como forma de eliminación de barreras para el aprendizaje y la participación universitaria

3. Procesos y medidas para favorecer la transición, inclusión y desarrollo de estudiantes con necesidades educativas específicas en la universidad

Los programas y actuaciones de los servicios de apoyo

Responsables y participantes en los servicios

4. La tutoría universitaria y la atención al alumnado con necesidades educativas específicas

Tutoría para estudiantes con necesidades educativasespecíficas

5. Estrategias y recursos tecnológicos para el apoyo al alumnado con necesidades educativas específicas en la universidad

La accesibilidad a los recursos virtuales: una medida para la inclusión y la igualdad

Los recursos tecnológicos en la atención a las necesidadeseducativas específicas

Apoyo al alumnado con discapacidad visual

Apoyo al alumnado con discapacidad motórica

Apoyo al alumnado con discapacidad auditiva

6. Áreas de intervención psicopedagógica para estudiantes universitarios con necesidades educativasespecíficas

Normativa legal de referencia

II. GUÍA DE BUENAS PRÁCTICAS

7. Desarrollo práctico de actividades de orientación al estudiante

ÁREA I. TRANSICIÓN Y ACCESO A LOS ESTUDIOS UNIVERSITARIOS

ÁREA II. INTEGRACIÓN Y ADAPTACIÓN A LOS ESTUDIOS UNIVERSITARIOS

ÁREA III. DESARROLLO DE COMPETENCIAS ACADÉMICAS PARA EL APRENDIZAJE

ÁREA IV. DESARROLLO DE COMPETENCIAS PERSONALES, SOCIALES Y PROFESIONALES

8. Guía de buenas prácticas para una orientación inclusiva

Objetivos

Los retos de una universidad inclusiva

Indicadores de calidad para una universidad inclusiva

Evaluación de la inclusividad en la universidad

Orientaciones para la institución universitaria

Orientaciones para el profesorado

Personas con PÉRDIDA VISUAL

Personas con PÉRDIDA AUDITIVA

Personas con PÉRDIDA MOTRIZ

Personas con DIFICULTAD PSÍQUICA

Bibliografía

Créditos

Prólogo

Hace ya veinte años de la promulgación de la incomprendida y mal implementada LOGSE1 (Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo). Para muchos, la mejor ley de educación de este país. Aunque durante los años ochenta, se hicieron muchas experiencias de integración de alumnos discapacitados en primaria consecuencia de los cambios sociales, cambios conceptuales en el mundo de la educación, cambios políticos post-constitucionales, etc., no es, hasta la promulgación de esta ley cuando se generaliza la integración de los alumnos con necesidades educativas específicas derivadas de alguna discapacidad en la escuela. Fruto inequívoco del esfuerzo de integración realizado en las etapas pre-universitarias ha sido el incremento del número de estudiantes con discapacidad que progresivamente ha ido llegando durante los últimos veinte años a la Universidad. Efectivamente, no era muy frecuente pero si más o menos usual, encontrar algún alumno en la universidad que padecía algún tipo de discapacidad –sobre todo física y sensorial– en un nivel leve o moderado. El factor común de estos estudiantes precursores fue siempre el apoyo incondicional y el sacrificio económico y personal de sus familias con el fin de permitir que su hijo accediera a la universidad. En muchos casos, nos han confesado estos alumnos –entonces compañeros de estudio –que si no hubieran tenido la enfermedad o el accidente que originó su discapacidad posiblemente no hubieran accedido a la universidad.

Aun teniendo en cuenta las bondades de la LOGSE, esta fue derogadaantes de que fuera totalmente implementada en el año 2002 por la LOCE.

El hecho de los continuos cambios legislativos ha generado gran inquietud entre los profesionales. La credibilidad de la escuela como institución ha quedado dañada. Más aún si añadimos que poco tiempo después en el 2006 se promulga la nueva Ley Orgánica de Educación.

La Universidad, cuna del conocimiento que generase la LOGSE, y como en muchos casos palanca de cambios sociales es sin embargo, la última institución en adecuarse a los cambios que ella misma quiere implementar en la sociedad. El caso de la atención a las personas con discapacidad es uno más de ellos. Las Universidades creadas en el Medievo como centros de estudios y formación han ido evolucionando gradualmente en el tiempo. Hasta hace poco tiempo se reconocían tres grandes modelos universitarios, el modelo anglosajón que pretendía formara la élite dirigente del país; el modelo alemán como centro de generación del conocimiento y el modelo francés o napoleónico que pretendía formar a los profesionales que necesitaría el estado. En la actualidad creo que se ha generado un modelo híbrido, mezcla de algunas virtudes y muchos defectos de los modelos medievales. De hecho seguimos aún hoy utilizando como método didáctico por excelencia la clase magistral, método medieval. De la misma forma que se dan los cambios legislativos en el ámbito de la enseñanza preuniversitaria, la universidad es objeto legislativo reciente. En 1983 se aprueba la primera ley universitaria post-constitucional que, curiosamente no se hace mención ninguna a la presencia de estudiantes con discapacidad en la universidad. En 2001 se promulga la nueva ley de universidades (Ley Orgánica de Universidades) en la que por primera vez se reconoce la existencia de estudiantes con discapacidad y la necesidad de garantizar el principio de igualdad de oportunidades en el ingreso y permanencia en los centros universitarios, con una cláusula adicional (como si al legislador se le hubiera olvidado) donde se recuerda a los poderes públicos la obligación de cumplir la Ley 13/1982 de Integración Social de los Minusválidos y curiosamente la Ley1/1990 de Ordenación General del Sistema Educativo, ambas leyes ya en ese momento obsoletas o derogadas por la legislación posterior. Poco después, se aprobó la Ley 4/2007 de reforma de la Ley Orgánica de Universidades donde esta vez ya se introduce desde el preámbulo de la ley los principios de no discriminación por cualquier motivo, incluido el de la situación de discapacidad.

La Universidad europea del siglo XXI nace de la mano del proceso de integración de la Unión Europea. Nace del Espacio Europeo de Estudios Superiores. A mi modo de ver, nace la universidad de los servicios.

En este momento la complejidad de los planes de estudios modernos, la optatividad, la necesidad de estancias de formación en otras universidades europeas hace necesaria la aparición de servicios de orientación académica tanto para los estudiantes que van a otras universidades como para aquellos que nos visitan. Aparecen con los nuevos planes de estudio, la necesidad de crear servicios de apoyo que profundicen en las posibles adaptaciones curriculares en los estudios superiores. Este es a mi modo de ver la gran asignatura pendiente.

Hemos perdido la oportunidad de desarrollar unos planes de estudios lo suficientemente flexibles como para dar respuesta a la demanda de la sociedad y a la demanda de las personas.

Con ocasión de la generación de los nuevos planes de estudios, se nos pidió a los profesores universitarios que determináramos las competencias que debían alcanzar nuestros alumnos con las diferentes disciplinas, y es en este punto, donde creo que no estuvimos a la altura necesaria. Es aquí donde debería haberse fraguado la posible adaptación curricular, determinando cuál o cuáles son las competencias irrenunciables y cuáles son competencias complementarias. Hemos dejado a los informes de los técnicos de los servicios de apoyo y en ocasiones, a la arbitrariedad de las autoridades académicas la aprobación o no de medidas de adaptación curricular que podían haber estado perfectamente clarificadas en los propios planes de estudio de forma que las propias personas con discapacidad conocieran de antemano las dificultades que pudieran tener ante unos estudios u otros. Es obvio que todos los ciudadanos tienen los mismos derechos, es obvio que todas las personas tienen derecho a estudiar cualquier carrera para la que tengan competencia. Las personas con discapacidad, como todas las personas, también tienen que demostrar la competencia para acceder a determinada profesión. Cualquier otra interpretación podría pecar de paternalista y por ende, de discriminatoria.

Con estas líneas sólo quiero expresar mi reconocimiento a la labor realizada durante los últimos veinte años. Siendo largo el camino quehemos andado, sin embargo creo que aún queda mucho por andar hasta llegar a la normalización. Hasta llegar a que la presencia de estudiantes con la condición de persona con discapacidad no sea algo extraordinario, sino normalizado. Creo que la mejor universidad no es aquella que tiene los mejores servicios de apoyo a estudiantes con discapacidad, creo que la mejor universidad es aquella que está diseñada para que no sea necesaria la creación de ningún servicio de apoyo a estudiantes con discapacidad. Donde la accesibilidad sea una norma, donde la atención humana a los estudiantes no sea una excepción, donde el uso de las nuevas formas docentes (plataformas de e-learning, grupos reducidos de discusión, renacimiento de los seminarios, las tutorías personalizadas, etc.) generen una relación entre estudiante y profesor más de acompañamiento en el aprendizaje y menos de trasmisor de la información o de sancionador de las competencias supuestamente adquiridas. En esta nueva relación, más personalizada, más individualizada; el tratamiento a los estudiantes en situación de discapaci- dad no debe revestir ninguna excepcionalidad.

Francisco Alcantud Marín

Universidad de Valencia


1 Las referencias legislativas que aparecen en el prólogo pertenecen al ámbito español.

Introducción

La atención a alumnos con discapacidad en la etapa de educación superior es un tema al que se le ha comenzado a prestar verdadera atención en los últimos tiempos, fruto de una política educativa comprehensiva y del énfasis que se le ha dado al enfoque de educación inclusiva, que ha propiciado un incremento en el número de estudiantes con discapacidad que se vienen matriculando en los estudios universitarios. Sin embargo, aún se está lejos en nuestro país de la verdadera integración educativa y sociolaboral de las personas con discapacidad.

Muchas de las universidades no cuentan con los recursos adecuados para recibir y atender a estos estudiantes, no sólo en lo que a estructuras físicas o arquitectónicas se refiere, sino también en lo que respecta a la regulación normativa y a los aspectos estrictamente docentes, organizativos y curriculares. Tampoco se ha logrado de manera generalizada que se tengan en cuenta las necesidades de apoyo específico y que se implanten programas de apoyo y orientación para estos estudiantes, que den una verdadera respuesta a sus necesidades. Por eso como indican Luque y Rodríguez (2005), son muchos los cambios que aún habría que introducir en la enseñanza superior para dar una respuesta formativa adaptada a la diversidad del alumnado: personal especializado de apoyo, entornos de aprendizaje adecuados, materiales curriculares adaptados, tutorías personalizadas, metodología de enseñanza adaptada, orientación y asesoramiento laboral,etc.

Si bien es cierto que se ha producido un aumento en el número de estudiantes con discapacidad que acceden a los estudios universitarios, consecuencia fundamentalmente de las políticas educativas en favor de la normalización y la atención a la diversidad que en las últimas décadas se han potenciado en la educación obligatoria, el porcentaje a nivel general aún sigue siendo bajo (Polo y López, 2006). Esto no hace sino confirmar el hecho de que, a pesar de todo, son muchas las dificultades que deben sortear los estudiantes con discapacidad que deciden cursar estudios superiores. Y explica también que sólo el 1% de los estudiantes universitarios estén tipificados como discapacitados y que solamente un 3% de las personas con discapacidad posean un título universitario. Al mismo tiempo, hace más evidente la necesidad de ofrecer una respuesta global para que se cumpla con el derecho que tiene todo el alumnado a la Educación.

Apesar de que en la Ley Orgánica 6/2001 de Universidades2 se recogían referencias específicas al alumnado con discapacidad, no se han producido mejoras sustanciales en la realidad del alumnado con discapacidad que deriven de esta normativa y que vayan más allá de iniciativas particulares que muchas veces llevan a cabo cada universidad. Como indican Campo, Verdugo, Díez, y Sancho, (2006) sólo el 60% de las Universidades públicas españolas cuentan con algunos servicios de apoyo al alumnado con discapacidad, lo cual evidencia que hay un área importante de la enseñanza universitaria que se debe mejorar. Y solamente en algunas de ellas, como la de Valencia, Extremadura, Málaga o Autónoma de Barcelona, se han dotado de modelos de intervención psicopedagógicos apropiados y de estructuras de apoyo que han supuesto un avance considerable en las ayudas para el desarrollo integral de estas personas.

El acceso a la enseñanza superior por parte del alumnado con discapacidad se ve afectado por una gran cantidad de procesos selectivos a los que se ven sometidos, sin que se tenga en muchos casos verdaderamente en cuenta las características y necesidades específicas de estos estudiantes (Alcantud, 1995). No sólo la propia autoestima, sino también otras barreras como la actitud de profesores y compañeros, la falta de ayudas para la movilidad, la escasez de recursos educativos adaptados, las barreras arquitectónicas, etc., ejercen una fuerte influencia y dificultan el acceso con normalidad a los estudios universitarios.

Todo ello contradice lo establecido en artículo 46 de la LOU antes mencionado, donde se establece expresamente que “los estudiantes tendrán derecho a la igualdad de oportunidades y no discriminación, por circunstancias personales o sociales, incluida la discapacidad, en el acceso a la Universidad, ingreso en los centros, permanencia en la Universidad y ejercicio de los derechos académicos”. Y contradice también lo acordado con respecto al tratamiento de la diversidad en algunas universidades como la de La Laguna (Tenerife). En los Estatutos de la Universidad de La Laguna23 se recoge el derecho del alumnado a “ser atendido y orientado por sus profesores mediante sistemas de tutorías. Se prestará especial atención al derecho a la Educación de los estudiantes con discapacidad, a los cuales se les prestará una dedicación tutorial específica”.

Estas y otras circunstancias justifican plenamente la necesidad de una atención específica para el desarrollo personal, académico, social y profesional de estos estudiantes, que emana de la atención a los principios de igualdad y equidad. Decimos específicas porque precisan, en muchos casos, de recursos y modificaciones de los procesos formativos que deben hacerse flexibles, para dar respuesta a las demandas particulares de cada persona, desde una acción formativa y orientadora sin exclusión, donde se potencie el respeto por la diferencia y la normalidad de la convivencia.

La creación del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) exige a las Universidades el cumplimiento de una serie de estándares de calidad y la atención a los estudiantes con discapacidad es uno de ellos (Alonso y Díez,2008). Por eso en los diferentes foros, reuniones y declaraciones que han servido para ir definiendo y perfilando el Espacio Europeo de Educación Superior (Declaración de Bolonia, 1999; Comunicado de Praga, 2001) se ha venido promoviendo una perspectiva de la educación que integre el aprendizaje a lo largo de la vida como uno de los elementos más significativos para lograr una mayor igualdad de oportunidades, una mayor cohesión social y una mayor atención a las necesidades de todas las personas.

Esto se debe traducir en medidas de atención a los universitarios con discapacidad para asegurar y garantizar un acceso igualitario, una actuación equitativa y prácticas adecuadas que den consistencia a una verdadera educación superior de calidad. Las medidas no deben ser sólo de tipo académico-curricular, sino que también se deben implantar programas especializados que potencien el desarrollo de estos alumnos/as en el plano social, personal, académico y profesional (López y Zafra, 2003). De entre estas acciones, los programas de orientación y tutoría universitaria se presentan como elementos fundamentales para favorecer la calidad y la integración de los estudiantes con discapacidad. La existencia en los centros universitarios de un sistema de orientación y tutorías, así como de líneas de actuación específicas desde las que se atienda las particulares necesidades de los estudiantes con discapacidad, será sin duda un valioso indicador de calidad que ha de revertir positivamente en la mejor formación y preparación para la vida social y laboral (Alonso y Díez, 2008).

A través de los programas de orientación y tutoría universitaria se puede contribuir a dar a la enseñanza superior este enfoque integrador que tanto se viene demandando, al poder relacionar los distintos apartados del proceso formativo y darle a la enseñanza ese enfoque de continuidad a lo largo de la vida, previniendo de este modo posibles situaciones de fracaso y abandono (Cabrera, Bethencourt, Álvarez, y González, 2006). Para todos los estudiantes, pero especialmente para aquellos con alguna discapacidad, la tutoría puede ser una vía importante para introducir medidas compensatorias y lograr una atención individualizada que permita su integración y promoción.

Tanto la acción formativa adaptada a las necesidades educativas específicas como la tutela personalizada, debe hacer posible la adquisición de las competencias necesarias para que los estudiantes con discapacidad adquieran una preparación que les permita posteriormente su incorporación al empleo y la vida social. Como señalan Oliveros, Ruiz y Valverde (2004) los problemas de exclusión social están íntimamente relacionados con la exclusión laboral y ésta a su vez con la escasa cualificación. A pesar de que no siempre se establece esta relación de una forma tan lineal y explícita, no cabe duda de que una buena formación y cualificación favorece la integración social. Esto no hace sino acentuar la idea de que es necesario contemplar los apoyos necesarios para que todos, en este caso los estu- diantes con discapacidad, alcancen los objetivos formativos para que el acceso al mundo laboral y a la integración social sea una realidad. Significa que todos los estudiantes deben adquirir además de los saberes, los procedimientos y habilidades propias de cada ámbito del conocimiento, una serie de competencias sociales y participativas y otras de carácter personal (autoformación, autonomía, organización, autoconfianza, solución de problemas, toma de decisiones, planificación, autoconocimiento, adaptación a las situaciones, creatividad y competencias éticas) que les posibiliten su formación y su preparación para las transiciones e integración profesional.

En torno a esta temática de atención a la diversidad del alumnado universitario y la aplicación de medidas orientadoras para favorecer su desarrollo integral se mueve esta obra. Es fruto del trabajo que desde hace bastantes años se viene realizando entorno a la orientación universitaria y la puesta en práctica de programas de tutoría con distintos colectivos. Y es el resultado también de las ideas y conclusiones a las que se ha llegado a través de diversas investigaciones centradas en el tema de la discapacidad, entre las que queremos destacar el Proyecto financiado por el Ministerio de Educación (BOE 19-9-2009 - EA2009-0126) que ha permitido alcanzar un conocimiento más profundo de las dificultades con las que tropieza el alumnado con discapacidad que accede a los estudios universitarios y la definición de líneas estratégicas de acción orientadora que den respuesta a sus necesidades.

En la obra se abordan distintas dimensiones relativas a los procesos de integración de estudiantes con discapacidad en la enseñanza universitaria:

1. Dimensión conceptual: delimitando los conceptos, los modelos teóricos que sustentan la educación inclusiva y que permitan contar con un marco conceptual de referencia para fundamentar la intervención psicopedagógica en esta área.

2. Dimensión diagnóstica: para valorar y conocer el tipo de problemas y necesidades que tiene tanto el profesorado como el alumnado con discapacidad que accede a los estudios universitarios.

3. Dimensión organizativa: proponiendo líneas de actuación y un modelo organizativo en el que se recojan directrices generales para una mejor atención y orientación del alumnado con discapacidad.

4. Dimensión de intervención: elaborando una guía de orientaciones prácticas para la institución y el profesorado universitario (en la que se ofrecen pautas metodológicas de actuación para atender los distintos tipos de discapacidad) y el diseño de un programa universitario de tutorías para el alumnado en el que se integran diversas actividades organizadas en distintos módulos de trabajo que contribuyan a su desarrollo personal, social, académicoyprofesional.

Como hemos indicado, las dificultades para el acceso a la enseñanza universitaria de los estudiantes con discapacidad hace necesario el desarrollo de este tipo de trabajos, donde se profundice en los problemas que están presentes en este ámbito y se propongan soluciones desde un enfoque inclusivo e integral de la formación en el sistema universitario. Una universidad de calidad, una propuesta formativa que se enmarque en el EEES no puede dejar de contemplar todas aquellas medidas, actuaciones y adaptaciones que permitan a todos los estudiantes alcanzarlas metas educativas, que le catapulten posteriormente al mundo laboral y a la integración plena en la sociedad. Y con esta intención de contribuir a un mejor conocimiento y a la propuesta de actuaciones orientadoras y tutoriales que permitan una mejor respuesta a la diversidad hemos elaborado y estructurado esta obra. Intentamos aportar, no sólo referencias conceptuales, metodológicas y organizativas, sino también propuestas y recursos para la práctica, que hagan posible una intervención orientadora adaptada a cada realidad y a cada tipo de necesidad. En definitiva, hemos querido construir una obra no sólo para pensar, sino para ayudar a realizar una acción orientadora que mejore el proceso de formación del alumnado con discapacidad en el contexto de la educación superior y en el marco delEEES.


2 Ley Orgánica de Universidades 6/2001. Art. 46 de derechos y deberes de los estudiantes.

3 Estatutos de la Universidad de La Laguna (Decreto 89/2004). Título 1, capítulo 3, artículo 46/d).

I

FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA

1

Universidad y diversidad: la cultura de la igualdad como requisito

La integración del alumnado con necesidades educativas específicas enla Universidad debe plantearse como un reto actual que todos los implicados en la Educación deben aceptar y compartir. La intervención que se lleve a cabo en esta área debe centrarse en el alumnado individualmente y en su progreso, en la compensación de dificultades que obstaculizan su desarrollo, en la promoción de la accesibilidad, la normalización y el fomento de la solidaridad educativa desde un enfoque interactivo, contextual e inclusivo. Es preciso insistir en la necesidad de dejar atrás los modelos que situaban las causas del bajo nivel formativo y la falta de integración en las propias deficiencias funcionales y hacía responsables de su afrontamiento a los propios discapacitados y a sus familiares, para potenciar un enfoque más global, donde se asuma el compromiso social por la mejora de la situación de las personas con necesidades específicas y la potenciación de todas las medidas necesarias para la igualdad y el desarrollointegral.

La defensa del principio de igualdad de oportunidades en el conjunto de la sociedad actual ha alcanzado especial relevancia dentro de las políticas sociales de las Naciones Unidas. Desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, se han ido sucediendo una serie de declaraciones,convenciones y recomendaciones para la lucha contra las discriminaciones de todo tipo y la defensa de la igualdad de oportunidades de todos los colectivos desfavorecidos, especialmente el de las personas afectadas por algún tipo de discapacidad. Ejemplo de ello son el Programa de Acción Mundial para las Personas con Discapacidad (1983), las Normas Uniformes sobre la Igualdad de Oportunidades de las Personas con Discapacidad(1993) o la Conferencia Mundial sobre educación superior (1998) donde de manera unánime se hace un reconocimiento explícito del derecho de todos los ciudadanos a la formación y al empleo.

Asimismo, la Comisión de las Comunidades Europeas (2000) en su memorándum sobre el aprendizaje a lo largo de la vida resalta la necesidad de atender a todos los colectivos de estudiantes, por lo que los servicios y actividades que se ofrezcan en todos los tramos de la Educación tendrían que ser accesibles a todas las personas, para asegurar que todos puedan beneficiarse de ellos.

En relación a la igualdad, hay tres principios básicos y fundamentales, referentes centrales de una enseñanza inclusiva, que deberían estar presentes en todo el proceso de apoyo y asesoramiento al alumnado con discapacidad: la normalización, la igualdad y la integración.

La educación inclusiva, tan tratada y desarrollada en los niveles básicos de la enseñanza, no ha tenido un desarrollo suficiente en la enseñanza universitaria. Por eso en los últimos tiempos se viene reclamando con insistencia que este enfoque se implante y se asiente también en el contexto de la enseñanza superior para dar una verdadera respuesta a la diversidad. Todos somos diferentes, pero todos debemos convivir juntos y todos debemos tener la oportunidad de realizar un proyecto formativo y profesional. En ningún caso, ser diferente debería conducir a un trato desigual y a la falta de igualdad y equidad social.

Estamos, por tanto, ante un desafío importante para todos, para hacer de la universidad un espacio para la igualdad, donde se tenga en cuenta la individualidad no discriminatoria y donde se valore positivamente la idea de la diversidad humana. El cambio que haga de la diversidad en la enseñanza superior una realidad, debe abarcar la totalidad de los ámbitos de la institución, desde los órganos directivos hasta el mismo entorno del aula, de modo que se hilvanen políticas, propuestas estructurales, normativas, acciones y programas que hagan posible el objetivo de eliminar los obstáculos para conseguir la plena normalización del alumnado con necesidades educativas específicas, para que puedan cursar los estudios en las mismas condiciones de igualdad al resto del alumnado universitario.

Como resaltan algunos autores (Aguilar, 2000; Feliz y Ricoy, 2004), la institución universitaria debería convertirse en un modelo de referencia para la comunidad, donde se reflejen con meridiana transparencia la puesta en práctica de verdaderas políticas y acciones de igualdad. Y debería ser también un ámbito de formación donde se contemplen las diferencias, no para restar oportunidades, sino para incrementarlas potenciando la igualdad. Tener en cuenta la diversidad requiere atender, no sólo a las características de cada estudiante, sino a la dimensión social, económica y laboral actual, de modo que se apoye más a quienes tienen menos y se refuerce la ayuda a quien más lo necesite, de modo que todos se sientan miembros activos de la sociedad.

Por ello es importante ayudar al alumnado a adaptarse al contexto de la enseñanza superior, tan diferente a anteriores etapas educativas, ayudarle a adquirir competencias para enfrentar su proceso de estudio en el ámbito del conocimiento científico y profesional que ha elegido, y ayudarle también a desarrollar estrategias para la toma de decisiones formativas y laborales, de tal modo que pueda trazar puentes de transición entre la formación y la inserción sociolaboral; porque todos los ciudadanos, con independencia de su condición, raza o género tienen el mismo derecho constitucional a recibir la formación y la orientación que les permita acceder a la cultura y alempleo.

Por todo lo dicho, en esta obra defendemos una intervención orientadora que contribuya al desarrollo de un enfoque inclusivo en la enseñanza universitaria, de tal modo que los estudiantes con necesidades educativas específicas tengan la formación, la orientación y los apoyos necesarios para que partan en condiciones de igualdad y puedan aprovechar las oportunidades de integración laboral y social.

Para lograr que este enfoque impregne el proceso formativo en la universidad es necesario superar aún muchas barreras: desde las medidas de apoyo a la transición, integración y adaptación, a las condiciones de los entornos de aprendizaje, pasando por la propia mentalidad de los responsables de la acción formativa y orientadora. Y este es un tema preocupante, sobre todo en el momento actual en el que con el nuevo modelo educativo del EEES se enfatiza la importancia de la metodología, del aprendizaje autónomo, de la diversidad de escenarios para el aprendizaje, etc. En relación a los espacios de aprendizaje (aulas, laboratorios, seminarios, etc.) muchos no cuentan con las condiciones, ni con los recursos apropiados para hacer posible una educación inclusiva del alumnado con discapacidad. También deberá cambiar bastante la realidad para que el profesorado organice y desarrolle sus materias con metodologías adecuadas como para permitir la participación de los estudiantes connecesidades educativas específicas, en igualdad de condiciones que el resto del alumnado. Claro que el problema muchas veces no es exclusivo del profesor sino de la institución, ya que por lo general, no se establecen medidas para informarle en el momento apropiado de la presencia en el aula de estudiantes que requieren una atención más personalizada, y lo que es aún peor, no se le forma correctamente para que pueda dar una respuesta formativa adecuada a la diversidad.

Esto exigiría un análisis en profundidad de las condiciones en las que se lleva a cabo la atención a la diversidad en los contextos universitarios, para conocer las dificultades, las necesidades formativas del profesorado, la falta de recursos, etc., de modo que a partir de la mejora de estas condiciones, se pueda avanzar en la implantación de un enfoque de aprendizaje inclusivo, de un enfoque de aprendizaje cooperativo entre todos los alumnos/as y de una verdadera formación socializadora.

En definitiva, como señalan Luque y Rodríguez (2005), la formación universitaria debería guiarse por patrones de aceptación, comprensión y apoyo al estudiante; en términos de accesibilidad, atención a las diferencias, información y ayuda; facilitación de recursos y adaptación donde se reconozca a cada individuo y sus circunstancias. Educar en la diversidad, dicen Bayot, Rincón y Hernández (2002: 71) supone “pensar en una escuela para todos, en unas posibilidades no excluyentes para nadie y en dar a cada uno el menú más conveniente para que consiga avanzar en su crecimiento lo más posible a partir de lo que es y desde donde se encuentra. Supone resolver progresivamente y en la práctica, dilemas como uniformidad/diversidad y homogeneidad/heterogeneidad”.