EL_RETORNO_DE_SARA_HELLEN.jpg

El retorno de Sara Hellen

Alejandro Gómez

El retorno de
Sara Hellen

El retorno de Sara Hellen

Primera edición, publicada en Lima, en mayo de 2019

© 2019, Alejandro Gómez

© 2019, Grupo Editorial Caja Negra S.A.C.

Jr. Chongoyape 264, Urb. Maranga - San Miguel, Lima 32, Perú

Telf. (511) 309 5916

editorialcajanegra@gmail.com

editorialcajanegra.blogspot.com

www.editorialcajanegra.com.pe

Producción general: Claudia Ramírez Rojas

Dirección editorial: Laura Gómez Rojas

Encargado gráfico editorial: Santiago Salas Gambirazio

ISBN: 978-612-4342-98-1

Prohibida su total o parcial reproducción por cualquier medio de impresión o digital en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o en cualquier otro idioma, sin autorización expresa de la casa editorial.

Agradecimientos

Quiero agradecer a las siguientes personas, ya que sin ellas esta novela no se hubiese escrito:

A mi madre, por su apoyo y creer siempre en mí.

A Martita Tizón, por su ayuda y colaboración.

A Hector Lunavictoria, por motivarme a que esta historia se dé a conocer.

Prólogo

¿Crees en vampiros?

Los vampiros sí existen y moran entre nosotros, ellos se esconden en este tiempo actual. Su mayor objetivo es hacer creer a los hombres que son un mito, ellos no quieren ser descubiertos porque han pactado con el demonio.

Este tiempo no pertenece a Dios, las huestes de Satanás moran sobre la faz de la Tierra y quieren conquistarla engañando al hombre para quitarle lo más preciado que tiene. En esta novela, entenderás lo que buscan de nosotros y de su plan para con el mundo.

Los vampiros se confunden entre los hombres, llevan dentro algo que aprenderás a descubrir, ellos caminan por nuestras calles, ellos nos miran, ellos sienten y también aman.

Si no crees que los demonios existen, entonces estás negando la existencia de Dios, porque fue él quien los creó.

Entrevista con Jhon Hunter

Eran las 10 de la noche y una enorme luna llena iluminaba el oscuro cielo de Lima, el frío comenzaba a hacerse sentir. Desde mi habitación en el segundo piso, veía una densa neblina cruzar la calle a la altura de los postes de luces amarillas, la bruma blanca avanzaba lentamente, espesa y fría, desfigurando todo a su paso, era el último mes de otoño y empezaba el invierno. Me sentía ansioso, mis dedos temblaban y me impacientaba la curiosidad, esa noche mi nuevo amigo Benjamín Roitman pasaría por mí en su auto para reunirnos con Jhon Hunter.

A Benjamín lo conocí tres meses atrás en un tour por la costa norte del Perú, en la ciudad de Trujillo, una zona rica en culturas milenarias llena de mitos y leyendas. Desde mi ventana, podía ver los autos venir desde el malecón. Contemplaba angustiosamente cada uno, pensando cuál sería de Benjamín. Cuando sentí toques de bocina, un sedán azul hacia señales con sus potentes faros, bajé rápidamente las escaleras, cogí mi casaca y traté de cerrar despacio, pero mis nerviosas manos jalaron con tanta fuerza que la puerta se estrelló con un fuerte sonido. Subí al auto, nos saludamos con un fuerte apretón de manos y él asintió la cabeza diciéndome:

¡Buenas noches, Ernesto! Disculpa la demora, la neblina obliga a conducir despacio, espero te encuentres con buen ánimo para la entrevista Benjamín lo dijo con una extraña mirada y una ligera sonrisa.

Yo había esperado esta noche ansioso toda la semana y me estaba arrepintiendo. Benjamín Roitman era una persona misteriosa, en sus correos y chats, me respondía sin fotos y sin activar la cámara. Era blanco, alto y delgado, de pelo negro ensortijado, ojos grandes y pobladas cejas. Era natural de la ciudad de Trujillo.

Sus tíos fueron huaqueros, uno había estado en la cárcel por ese motivo, el otro había guardado en secreto algunas piezas de la cultura Lambayeque en una casa hacienda abandonada y le había confiado un cuaderno a Benjamín antes de morir.

Benjamín me comentó que su tío escribió en ese cuaderno detalladamente el significado de cada descubrimiento, de cada iconografía, de cada cerámico, inclusive en donde guardaba antiguos restos óseos de seres humano-bestia con grandes colmillos. Y él había puesto algunas historias con información del cuaderno, en un blog. A raíz de eso fue contactado por Jhon Hunter, un inglés interesado en la antigua cultura peruana, que buscaba una compatriota que hace muchos años se había extraviado y posiblemente vivía en Perú.

Conocí a Benjamín Roitman en la zona arqueológica de Trujillo, que está ubicada en la costa norte del Perú, me parecieron interesantes las historias que me contó de esas antiguas culturas milenarias, del Tumi de oro y de sus caciques bebedores de sangre, así que pensé podría interesarle las leyendas de mi ciudad natal. De esta forma, le relaté un suceso ocurrido en junio de 1993, nunca pensé que mis historias estarían relacionadas con la de Benjamín. Le conté sobre el descubrimiento de la tumba de Sara Hellen y Benjamín me relato la historia de Jhon Hunter. Fue así como nos hicimos amigos.

¿Qué piensas de la neblina? Me preguntó en el trayecto. Mientras yo me mantenía en silencio.

»Nunca confíes en la niebla, hay seres que pueden esconderse en ella y confundirte. ¡Hoy es una noche de niebla, a las fieras le gusta cazar de noche! Al escuchar este comentario, comencé a desconfiar de su amistad.

Dime, Benjamín. ¿Está lejos la casa de tu amigo? Traté de cambiar el tema.

Estamos a 10 minutos de su casona frente al mar dijo Benjamín.

¿Estás bromeando? Sería mucha coincidencia que yo viva cerca de su casa, justo cuando él quiere entrevistarme para un trabajo, ¿no puede haber tanta coincidencia? pregunté.

¡Las coincidencias no existen! Toda vida tiene un destino y siempre hay que descubrirlo me respondió.

Benjamín dobló hacia el malecón, la noche era fría y el viento corría fuertemente. Llegamos a una enorme casa antigua frente al malecón con un gran portón de madera y muros de color blanco con cerco eléctrico. Desde la calle, se veía la parte alta de la casona, con sus empinados techos a dos aguas estilo tudor, no tuvimos que tocar el timbre, Benjamín tenía el control remoto y abrió el portón desde su auto. Entramos por un camino donde las luces del auto iluminaron un amplio jardín con flores y árboles, todas las luces de la casona estaban apagadas, menos la de una ventana en el tercer piso. Me embargó una sensación de temor, había escuchado de casos misteriosos en la ciudad que terminaban en asesinato. Estaba seguro de que Benjamín Roitman, no era un loco, confirmé información, referencias curriculares, trabajos y otros datos que me había confiado, sin encontrar nada negativo que contradijera nuestras conversaciones, era egresado de la Universidad de San Marcos y tenía una maestría en Arqueología. Yo estaba dispuesto a entrevistarme; sin embargo, la noche anterior escribí una carta y la puse bajo mi almohada detallando lo que estaba por hacer y la ubicación de mi diario por si algo malo me sucediera.

Esa noche oscura, en el jardín de la casona, escuchaba los grillos entre sombras, los postes de la calle iluminaban poco por encima de los muros, la densa neblina cubría todo, entramos por una escalinata de mármol, el salón principal tenía techos altos y a baja luz se dejaba ver el mobiliario, todo era antiguo, hermoso, decorado con buen gusto y de gran valor. Me sentía observado y mis pies estaban helados como si no quisieran avanzar más.

¡Adelante, no temas! dijo Benjamín, dándome una palmada en el hombro.

Luego, buscó el interruptor y esperé a que encendieran las luces.

¡Pasa, Ernesto, no temas! me volvió a decir Benjamín.

Caminé lentamente a donde me indicaba Benjamín, mis pies me pesaban, sentía como si me introdujera en una enorme boca oscura, tenía miedo de que se cerrase y nunca más pudiese salir de allí.

Nos dirigimos hacia una amplia escalera curva de fina madera tallada.

Sube, Ernesto dijo otra vez Benjamín, haciéndome señas para que lo siguiera.

Al acercarme a la escalera, escuché ligeramente el sonido de una melodía en piano, alguien estaba tocando en los altos de la casona, era una melodía triste, taciturna y solitaria, acerté que era la sonata para piano Claro de Luna.

Jhon Hunter nos espera en el tercer piso, él siempre toca el piano en noches de luna llena argumentó Benjamín, al ver mi expresión.

Mientras seguía ascendiendo por la escalera, escuchaba el crujir de la madera con mis pasos, parecía una escalera interminable. Al llegar al tercer piso, vi una gran sala, a baja luz, iluminada con candelabros, el techo de madera era a dos aguas con un ventanal de hermosas cortinas, la cual tenía una impresionante vista desde lo alto de ese malecón, desde allí se apreciaba la luna llena y el inmenso mar. Al lado, de la ventana se encontraba un hermoso piano de cola, en color negro, la tapa del piano estaba abierta, me detuve un instante antes del último escalón y sentí un fuerte escalofrío al ver quien tocaba el piano.

Se trataba de Jhon Hunter, parecía que no se hubiese dado cuenta de nuestra presencia, seguía tocando su melodía. Estaba de espaldas, sentado sobre un banco cuadrado, vestía de negro, tenía puesto un saco largo de cuero y largas botas, su pelo era exuberante, largo y desordenado. Él tocaba sin mirar las teclas del piano, solo observaba la luna llena y sus dedos se movían con destreza, parecía como si le rezara, repentinamente, cambió el tono estruendosamente, se quedó en silencio unos segundos, y nos dijo:

Agradezco el silencio de mis invitados esta noche, disculpen como los he recibido, pero tenía que terminar la letra de esta melodía. Mi amigo Benjamín entiende a lo que me refiero. Sea bienvenido, señor Ernesto Sosa. Benjamín me ha hablado mucho de usted. Espero pueda sentirse cómodo y disfrute de nuestra conversación.

Jhon Hunter giró de perfil y pude ver entre la luz de los candelabros la mitad de su rostro.

Me parece un poco tímido, señor Sosa, acérquese a los muebles. Póngase cómodo, no quiero hacerle sentir mal. Esté confiado, le prometo que al final de la velada tendremos una amistad duradera manifestó Jhon.

Benjamín, que estaba parado en medio de la sala, me hizo ademanes para que me acercara y me sentara en uno de los muebles, y así lo hice.

John Hunter se puso de pie y volteó rápidamente hacia nosotros. Nunca olvidaré ese instante, esos segundos que tomó en voltear su cuerpo con dirección a mí, parecían interminables, mi mente grabó cada movimiento como si lo hubiese hecho en cámara lenta, encontrarme cara a cara con él hizo sobresaltar mi alma por dentro, traté que no se diera cuenta de mis emociones. Me sorprendió su rostro, mostraba una palidez mortal, casi blanco, parecía como si los músculos de su cara se hubieran hecho rígidos de la dureza de su expresión, con pobladas cejas de color negro, sus ojos tenían un brillo como si fuesen de vidrio, sus labios eran delgados y rojizos, su porte era alto y atlético, su semblante enérgico, como si tuviese una enorme fuerza, calculé una edad como de 33 años. Movía su rostro de un lado a otro como examinándome, como si tratara de ver mi alma y mis pensamientos.

Nunca olvidaré ese momento. Sentía miedo de dar una impresión negativa y de no agradar a Jhon Hunter, yo no quería que lea mis pensamientos porque tenía miedo de su casa, de su música, de su piano, de sus velas, de la luna y, peor aún, tenía miedo de estar allí cara a cara con un vampiro.

Jhon, seamos amables con nuestro invitado, el señor Sosa, hagamos que se sienta a gusto. Como comprenderás, por su mente debe haber muchas preguntas, incógnitas y dudas de nosotros dijo Benjamín, rompiendo el momento tenso en que me encontraba.

Supongo, señor Sosa, que debe haber estado pensando cuál es mi interés en tener una entrevista con usted, mi amigo Benjamín le debe haber mencionado por qué estoy en el Perú contestó Jhon.

Jhon hablaba en forma amable, tenía un acento inglés muy ligero, se le entendía muy bien el castellano. Se acercó a una distancia prudente y se sentó en un sillón, desde allí logré apreciar sus pálidas manos anchas y cuadradas. Entonces me dijo:

Tal vez, señor Sosa, sienta un poco de temor al ver inesperadamente personas que quieran su amistad y su ayuda, no tema, le aseguro que en esta vieja casona nada le pasará, al contrario, está protegido de quienes quieran hacerle daño.

Luego de hacer una breve pausa, Hunter continuó:

He sabido que usted tiene muchos años viviendo en la ciudad de Lima, pero que es natural de la ciudad de Pisco. Como sabe, tengo muchísimos años buscando una persona extraviada y mi búsqueda me ha inducido a creer que en este momento esa persona debe estar en algún lugar del Perú. He buscado por todo el mundo, pero mis sentidos reafirman que está en el Perú. Mi familia es de Inglaterra, hace años mi padre vino al Perú por negocios. En aquel tiempo, mi padre decidió vivir aquí por siempre, pero un rival de la familia nos obligó regresar a Inglaterra. Actualmente, me encuentro distanciado desde hace muchos años de mi familia a tal punto que ellos piensan que estoy muerto, me acostumbré a vivir así, y siento que es lo mejor.

Mientras Jhon hablaba, sentía su penetrante mirada y su grave voz resonaba en mis oídos. Él continuó:

Soy inglés, pero nací en el Perú. A los 18 años, viajé a Inglaterra a estudiar, mi padre siempre estuvo ligado al negocio del algodón y sus derivados. Al retornar al Perú, trabajé en este negocio por mi cuenta. Cuando estuve estudiando en Londres, conocí al doctor D’Kacung un doctor en Biología al cual recurrí por recomendación de mi padre. La forma cómo fueron sucediendo las cosas en mi vida parecía ser casual, pero después entendí que las cosas suceden porque el destino quiso ponerlo así en mi camino, es por eso por lo que creo que todos tenemos un destino, así como fue su destino el estar aquí, señor Sosa. Su destino fue conocerme. Créalo, no es casual, espero que esté preparado para ello.

Jhon siguió dirigiéndose hacia mí, inclinando su cuerpo y mirándome a los ojos, me dijo:

Estoy viendo en su interior, señor Sosa, y algo me dice que se puede confiar en usted, sé que será un buen aliado en mi cruzada por el Perú, requiero de su ayuda para encontrar a la persona que busco. Benjamín me comentó que usted tiene amigos que pueden ayudar en mi búsqueda, pero antes de continuar con esto, quiero escuchar personalmente esa historia que usted relató a Benjamín, esa historia acerca de Sara Hellen. Estoy dispuesto a pagar un alto precio por la documentación veraz acerca de este tema y por los servicios personales que requeriré de usted, ahora por favor quiero escuchar su relato.

En ese momento, reaccioné y me di cuenta de lo que pasaba, tenía frente a mí a un ser sobrenatural, yo estaba seguro que no era alguien normal. Ahí recién comencé a creer realmente que este personaje si era un verdadero vampiro, a su lado estaba el arqueólogo Benjamín Roitman como su fiel amigo. Era la medianoche, estaba encerrado en una antigua y vieja casona, la noche era fría, había poca luz, no tenía posibilidades de escapar, era demasiado tarde para hacerlo, lo único que tenía que hacer bien era relatar la historia tal cual me la contó mi abuelo hace años en la ciudad de Pisco, era esa historia el motivo de mi presencia en esta entrevista. No sabía si lo que contaría me podría sacar vivo de este lugar o esta sería la que ocasionara mi muerte; al fin y al cabo, no había otra salida, tenía que contarla, así que comencé a relatar la historia de Sara Hellen tan igual y detallada como me la contó mi abuelo tantas veces años tras año, hasta su muerte.

La historia del príncipe Vlad III