cover.jpg

img1.png

LOS ROJOS Y LOS AZULES
LA VIOLENCIA DE LA POLARIZACIÓN BIPARTIDISTA, PACHO (1930-1956)

Los rojos y los azules. La violencia de la polarización bipartidista,  Pacho (1930-1956)

Resumen

Este estudio analiza el impacto del 9 de abril y La Violencia en Pacho, Cundinamarca. Se examina cómo este municipio, ajeno a la violencia bipartidista, se involucró en esta contienda que vivía el país. Sugiere la inversión de la pregunta: ¿fue el bipartidismo, más que la causa, una consecuencia de la Violencia? El desarrollo de la historiografía sobre la época de La Violencia en Colombia ha propuesto varias teorías y razones para explicar este fenómeno a escala nacional y regional. En Pacho, Cundinamarca —caso de estudio— se focaliza la mirada en las formas de configuración social del poder local durante los años previos al 9 de abril de 1948 y el impacto del evento y de La Violencia sobre estas. Se utilizan fuentes primarias e inéditas, como la historia oral captada a través de las entrevistas a personas que vivieron La Violencia en Pacho, instrumento que da cuenta de la existencia concreta de personas reales. La investigación local se complementa con la consulta de documentos tanto privados en poder de las familias (memorias, monografías familiares, archivos fotográficos y videos de remembranzas), como públicos municipales. En una perspectiva de proceso, se observan las tensiones y las interacciones de las personas inscritas en diferentes colectivos en un mundo atravesado por múltiples oposiciones y fronteras —especialmente de clase—, y el desarrollo de estas dinámicas durante el evento y La Violencia. Se analiza cómo la problemática social que existía aflora con el evento y cómo es sofocada con La Violencia. En esta última fase, se van cerrando las fronteras y las formas de interacción entre los diversos grupos, y las oposiciones se van replegando en torno al bipartidismo. Pacho quedó dividido en dos como consecuencia de la violencia de una imposición externa.

Palabras clave: Historia, La Violencia; violencia política, bipartidismo; Pacho, Cundinamarca (Colombia).

The reds and the blues. The violence of bipartisan polarization, Pacho (1930-1956)

Abstract

This study analyzes the impact of April 9 and “La Violencia” in Pacho, Cundinamarca. It examines how this municipality, oblivious to bipartisan violence, got involved in this struggle experienced by the country. It suggests that the question should be inverted: Was bipartisanship, rather than the cause, a consequence of “La Violencia”? Historiography on the era of “La Violencia” in Colombia has proposed several theories and reasons to explain this phenomenon at a national and regional level. This study analyzes different forms of the social configuration of local power in Pacho, Cundinamarca, during the years prior to April 9, 1948, as well as the impact of this event and “La Violencia” on them, using primary and unpublished sources, such as oral history captured through interviews with people who lived “La Violencia” in Pacho, an instrument that accounts for the concrete existence of real people. Research at the local level is complemented with the study of private documents held by families (memoirs, family monographs, photographic archives, and videos of remembrance), as well as municipal public records. In a process perspective, the research describes tensions and interactions between people belonging to different groups in a world with multiple oppositions and borders — especially with those of class—, and the development of these dynamics during the April 9 event and “La Violencia.” The study analyzes how existing social problems surface due to the event and how they are stifled by “La Violencia.” In this last phase, the borders and forms of interaction between different groups became increasingly closed, and oppositions fell slowly back around bipartisanship. Pacho ended up divided in two as a result of the violence of an external imposition.

Keywords: History, “La Violencia;” political violence, bipartisanship; Pacho, Cundinamarca (Colombia).

Citación sugerida / Suggested citation

Gaitán Barrero, Clara Helena. Los rojos y los azules. La violencia de la polarización bipartidista, Pacho (1930-1956). Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2019.

DOI: doi.org/10.12804/th9789587842142

LOS ROJOS Y LOS AZULES
LA VIOLENCIA DE LA POLARIZACIÓN BIPARTIDISTA,
PACHO (1930-1956)

 

CLARA HELENA GAITÁN BARRERO

Gaitán Barrero, Clara Helena

Los rojos y los azules: la violencia de la polarización bipartidista, Pacho (1930-1956) / Clara Helena Gaitán Barrero. --  Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2019.

372 páginas. –  (Colección Opera Prima)

Incluye referencias bibliográficas

1. Violencia – Historia / 2. Violencia política -- Pacho, Cundinamarca (Colombia) / 3. Partidos políticos / 4. Colombia – Política y gobierno / I. Universidad del Rosario. / II. Título.

324.2861 SCDD 20

Catalogación en la fuente – Universidad del Rosario. Biblioteca

SANN Febrero 28 de 2019

Hecho el depósito legal que marca el Decreto 460 de 1995

 

 

img2.png

©  Editorial Universidad del Rosario

©  Universidad del Rosario

©  Clara Helena Gaitán Barrero

©  Carlos Andrés Charry Joya, por la Presentación

 

Editorial Universidad del Rosario

Carrera 7 No. 12B-41, of. 501

Tel: 2970200 Ext. 3112

editorial.urosario.edu.co

Primera edición: Bogotá, D. C., abril de 2019

 

ISBN: 978-958-784-213-5 (impreso)

ISBN: 978-958-784-214-2 (ePub)

ISBN: 978-958-784-215-9 (pdf)

DOI: doi.org/10.12804/th9789587842142

 

Coordinación editorial: Editorial Universidad del Rosario

Corrección de estilo: Daniela Echeverry

Diagramación: Martha Echeverry

Montaje de cubierta: Precolombi EU-David Reyes

Conversión ePub: Lápiz Blanco S. A. S.

 

Hecho en Colombia

Made in Colombia

 

Los conceptos y opiniones de esta obra son responsabilidad de sus autores y no comprometen a la Universidad ni sus políticas institucionales.

El contenido de este libro fue sometido al proceso de evaluación de pares, para garantizar los altos estándares académicos. Para conocer las políticas completas visitar: editorial.urosario.edu.co

Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo escrito de la Editorial Universidad del Rosario.

Autora

CLARA HELENA GAITÁN BARRERO

 

Artista plástica. Maestra en Pintura de la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. Realizó estudios musicales en el Conservatorio de la misma universidad. Magíster en Estudios Sociales (énfasis en historia, antropología y sociología) de la Universidad del Rosario, Bogotá (2017). Su tesis “Los rojos y los azules. La violencia de la polarización bipartidista (1930-1954)” fue laureada. Especialista internacional en Gerencia y Gestión Cultural de la Universidad del Rosario, Bogotá. Tutora de educación a distancia de la Universidad de La Sabana, Bogotá. Ha sido docente de la Universidad de La Sabana, la Universidad Piloto de Colombia y la Escuela Superior de Artes de Bogotá (ESAB). Miembro de la Academia de Historia de Bogotá (2007), del Instituto Sanmartiniano de Colombia (2007) y de la Academia Patriótica de Historia Antonio Nariño (numeraria). Actualmente realiza investigación histórica y social en Zipaquirá para promover productos culturales con identidad local. Trabaja con la Alcaldía en el diseño, la estructuración, la promoción y la realización de El Carnaval de Zipaquirá. Fiesta de la Cultura Salinera.

Entre sus investigaciones se destacan: “Nariño y las guerras de independencia. Origen de la industria siderúrgica en Colombia” (Ed. Centro Don Bosco, Bogotá, 2011); “Bogotá da vida a Cundinamarca” (Boletín de la Academia de Historia de Bogotá, 2007) y “Hacia la cultura de la paz” (2000), tesis de grado de la Universidad del Rosario.

Contenido

Agradecimientos

 

Presentación

 

Introducción

Carlos Andrés Charry Joya

 

1. Pacho como caso de estudio

2. Metodología. Fuentes, manejo de la información, reflexividad y organización del texto

2.1. Metodologías

2.2. Lógicas de las entrevistas

3. Presentación de las familias estudiadas

4. La literatura sobre el 9 de abril y la Violencia en Colombia

5. Teorías y conceptos

5.1. Relevancia del evento

5.2. División del espacio social

5.3. Accionar de los regímenes binarios

 

Capítulo I. Pacho antes del 9 de abril

1. Aspectos sociales y físicos de Pacho

2. División del espacio social

2.1. Clases, grupos y fronteras

2.2. La política

2.3. La religión

2.4. El género

3. Cruzando fronteras. Las lógicas matrimoniales

3.1. La historia de Alicia y “Alejo”. El peso diferencial de capitales en asuntos de clase

3.2. Seis hermanos liberales se enamoran de seis hermanas conservadoras. Cruce de múltiples fronteras

Conclusiones

Detentores del poder

Las oposiciones y las mediaciones

El bipartidismo y las lógicas sociales

 

Capítulo II. El 9 de abril y el periodo de conmoción subsiguiente  Tensiones e interacciones entre personas inscritas en diferentes grupos

1. Relaciones entre grupos dominantes y grupos dominados. Deconstrucción de colectivos

1.1. Las diferencias sociales y las mediaciones. Interacciones y peso diferencial de capitales

1.2. El aparente “unanimismo” en los protagonistas  de las acciones del 9 de abril

1.3. La influencia de la dominación en los insubordinados

1.4. “¡Mataron a Gaitán! ¡Estalló la revolución!”

2. “La Junta Revolucionaria”

2.1. Relaciones entre los poderes local y nacional

2.2. Acciones y tácticas

3. La religión. El poder de la Iglesia en Pacho

3.1. El poder de la Iglesia a través de la fe religiosa. Fronteras y mediaciones

4. “El pacto de la unión” entre poderes. Fin de la “revolución”

4.1. “Nos abandonaron”. Los acuerdos centrales  y el silencio

5. La provincia “pacificada”

5.2. La pacificación por el ejército nacional y el inicio de la “conservatización” de Pacho

Conclusiones

 

Capítulo III. La violencia institucionalizada y la polarización bipartidista  El nuevo orden en el poder local y en las relaciones sociales

1. El conservatismo, y el control político central y regional

1.1. Ruptura de la coalición del “Pacto de la Unión”. Cómo la violencia se hace con los partidos políticos establecidos

1.2. Conexiones entre poderes locales y centrales

2. La violencia en la imposición del bipartidismo

2.1. El avance de la polarización

2.2. La violencia implanta el odio bipartidista en Pacho

3. La polarización al extremo. El desprecio por la vida del opositor-enemigo

3.1. Nuevo y sistemático uso de la violencia  hasta la muerte

3.2. “Chulavitas” y “pájaros” en la “limpieza” de liberales

3.3. Las ejecuciones. Participación de miembros de la comunidad de Pacho

3.4. “Los aplanchadores” y el Resguardo de Rentas. Ejecuciones selectivas

4. La guerra hegemónica. Violencia sectaria

4.1. Asesinatos en masa

4.2. Huir, la opción final

5. La reconfiguración del poder. La violencia institucionalizada incorporada a la vida cotidiana

5.1. La reorganización. Los conservadores “ricos” y los “enriquecidos”

5.2. La desorganización. Los liberales “prestantes” y los “golpistas”

6. El retorno del exilio. La convivencia entre víctimas y victimarios, y la situación nacional

6.1. Concentración de la violencia en las zonas rurales y municipios de la Provincia de Rionegro

6.2. El regreso de Felipe

6.3. El regreso de Macedonio

6.4. Diversidad de experiencias en la convivencia con los victimarios

6.5. La masacre de Cuatro Caminos. Afloran antiguos conflictos

6.6. La resistencia

Conclusiones

 

Conclusiones generales

 

Anexos

 

Bibliografía

 

 

Lista de ilustraciones

Ilustración 1. Localización general. Cundinamarca y provincia de Rionegro

Ilustración 2. Municipios de la provincia de Rionegro y territorios circunvecinos

Ilustración 3. Arnoldo Pfeiffer y familia en Pacho (c. 1937)

Ilustración 4. Departamento de Cundinamarca. Mapa físico-político

Ilustración 5. Carlos Gaitán Silva

Ilustración 6. Felipe Gaitán Angulo, “Jabonerías Campana y Rionegro Ltda.” (c. 1948)

Ilustración 7. Carnavales de Pacho

Ilustración 8. Cacería de pato en Laguna Verde

Ilustración 9. Lucio Barrero Saravia

Ilustración 10. Elisa, Inés, Leonor y Luis Barrero Vera

Ilustración 11. Macedonio Ortiz Ortiz

Ilustración 12. María Inés Bustos de Ortiz

Ilustración 13. Chrysler modelo 1924 (c. 1928)

Ilustración 14. Luis Barrero Gómez con Elisa Bunch y Ana Vera (primera y segunda esposas)

Ilustración 15. Matrimonio de Ana Vera Galindo y Luis Barrero (Pacho, 1919)

Ilustración 16. Macedonio Ortiz con su esposa María Inés Bustos y parte de su familia

Ilustración 17. Plaza central de Pacho

Ilustración 18. Hermógenes Gaitán y su viuda Juanita Silva

Ilustración 19. Inés Barrero Vera y Felipe Gaitán Angulo, 1947

Ilustración 20. Monseñor Misael Gómez Torres

Ilustración 21. Monseñor Misael Gómez Torres  (c. 1940)

Ilustración 22. Hijas de Benjamín Vera y pretendientes en paseos “casamenteros”

Ilustración 23. Faustino Sierra y su esposa Lastenia Matiz

Ilustración 24. Leonidas Ortiz Bustos y Teresa Sierra Matiz el día de su matrimonio

Ilustración 25. Mapa de Cundinamarca, 1965

Ilustración 26. Ana Gaitán Silva v. de Martínez

Ilustración 27. Casa consistorial y casa de Ana Gaitán

Ilustración 28. Felipe Gaitán y su esposa Inés Barrero con su hijo Felipe Ernesto

Ilustración 29. Mapa orográfico de Pacho

Ilustración 30. Don Francisco “Pacho” Correa y Macedonio Ortiz

Ilustración 31. Sir Robert Henry Bunch Woodside

Ilustración 32. Escudo de armas Bunch

Ilustración 33. Lucía Ortiz y su esposo Juan Gómez (c. 2000)

Ilustración 34. Municipios bajo la influencia de Pacho

Ilustración 35. Jeremías Sierra y Lucila Ortiz con sus hijos y nietos

Ilustración 36. “Autobús Bogotá”, Flota Rionegro

Ilustración 37. Hudson Terraplane modelo 1936

Ilustración 38. Avelino Sierra Torres, hermano de Faustino

Ilustración 39. Lastenia Matiz de Sierra y algunos nietos

Ilustración 40. Luis Barrero Gómez y sus hijas (c. 1938)

Ilustración 41. Elisa Barrero y su esposo Ernesto González Peralta en El Copero (c. 1947)

Ilustración 42. Alcides Ortiz y Luduvina Sierra el día de su matrimonio, 1954

Ilustración 43. Manuel Alfredo Ortiz Bustos (c. 1954)

Ilustración 44. Margarita Sierra de Ortiz con sus nueve hijos

Ilustración 45. Doce de diecisiete hijos de Macedonio Ortiz y María Inés Bustos

Ilustración 46. Alcides y Eliseo Ortiz Bustos

Ilustración 47. Eliseo Ortiz y su cuñada Luduvina Sierra, 1954

Ilustración 48. Julio César y Alba Ortiz Sierra (hijos de Alcides y Luduvina)

Ilustración 49. Teresa, Margarita y Luduvina Sierra Matiz

Ilustración 50. Reseña del fallecimiento de Macedonio Ortiz

Para Felipe e Inés, “un pacto de dignidad”

In memoriam.

Agradecimientos

En este trabajo está involucrada una experiencia vital: primero, por el extendido proceso de investigación y análisis a causa de una batalla personal que requirió superar, en solitario, etapas de confusión y de autoaprendizaje; segundo, por mi cercanía a los protagonistas, mis padres, la cual despertó emociones tan fuertes que en ocasiones me quebrantaron; admiro en ellos la dignidad con que sobrevivieron a la violencia y a las carencias que por su causa padecieron, y su capacidad de empezar de nuevo, tantas veces como fue necesario. Agradezco a Dios por ser heredera de ese legado. También tuve la suerte de contar con la tutoría de Bastien Bosa, cuya claridad intelectual, paralela a su calidad humana, me ofrecieron los espacios adecuados y el respeto por mi proceso personal para llegar a la idoneidad en este tipo de investigaciones que venía intentando de tiempo atrás.

Presentación

Sin lugar a dudas, uno de los periodos más estudiados por las ciencias sociales colombianas ha sido el denominado la Violencia, el cual hace referencia a la violencia política de orden partidista configurada entre los seguidores del Partido Liberal y del Partido Conservador que se enfrentaron por el control y la administración del poder estatal, dinámica que diferentes expertos han fechado entre 1946 y 1958.

No obstante, para la mayoría de las personas que vivieron la Violencia el acto que marcó su inicio fue el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán y los hechos de violencia colectiva derivados de tal magnicidio, comúnmente denominados El Bogotazo, mientras que su fin era asociado con la llegada al poder del general Rojas Pinilla en 1953, quien asumiría el rol de presidente de la República designado por una junta político-militar cuyo fin era pacificar la nación. Hoy sabemos que la pacificación prometida nunca llegó y que la violencia política se extendió por varios años más.

Sin embargo, en la mayoría de estudios que han abordado este trágico y complejo periodo de la historia de Colombia se encuentra uno con una lectura que podemos caracterizar como “estructuralista”, centrada en la intención de dar explicaciones totalizantes en las que los actores individuales casi nunca se expresan, y la agencia suele estar limitada a las fuerzas sociales y culturales del momento, las cuales asociaban cada aspecto de la vida social a la lucha violenta que se originó desde los tradicionales partidos políticos. Esta fue una disputa que se expresó de manera más o menos homogénea por toda Colombia, dada la férrea adscripción de los colombianos de la época a una u otra colectividad, que en la mayoría de los casos era el resultado de la tradición familiar.

No obstante, los estudios que han emergido en el nuevo siglo sobre este periodo de la historia del país han expuesto una marcada tendencia a desmitificar tales planteamientos, mostrando cómo otra serie de factores, como la clase social, el género, las formas de capital social y cultural acumulados, e, incluso, las diferencias raciales y subregionales, se interpusieron o complejizaron aún más el conflicto bipartidista, dando cuenta de realidades mucho más densas y de niveles de conflictividad mucho mayores.

Estudios pioneros como A sangre y fuego. La Violencia en Antioquia, Colombia (ICANH, 2003) de Mary Roldan y el trabajo de Alberto Flórez Malagón “Una isla en un mar de sangre”. El valle de Ubaté durante La Violencia, 1946-1958 (La Carreta, 2005) fueron inspiración para que algunos (entre los que me incluyo) construyeran nuevas interpretaciones sobre lo ocurrido durante esos convulsos años. En estos análisis se evidencia cómo lo regional y lo subregional tuvieron una incidencia mucho mayor de la que inicialmente se había considerado, dando cuenta de otros niveles de conflictividad que eran eludidos por la mirada abarcadora de los estudios tradicionales, llegando incluso a evidenciar que la violencia no era la misma, ni tenía las mismas causas ni consecuencias de una provincia a otra.

La presente obra de Clara Helena Gaitán Barrero tiene como propósito —y a la vez como mérito— mostrar con detalle esos otros mundos y configuraciones socioculturales que tuvo la Violencia en el municipio de Pacho y la provincia de Rionegro en el departamento de Cundinamarca. Este es un trabajo que de manera excepcional relata cómo se transformó la cotidianidad de las personas, y las múltiples y complejas luchas que tuvieron que enfrentar para sobrevivir y salir adelante con sus vidas.

Desde una perspectiva interdisciplinar, Clara expone cómo se dio en este caso el cruce de diversos componentes, como el de la clase social, con otras dimensiones del mundo social, enfatizando en la forma como cada grupo interpretaba lo sucedido, siendo de especial interés el impacto ejercido por las insurrecciones del 9 de abril de 1948. Todo lo anterior permite apreciar cuál fue el posicionamiento —así como las transiciones— que tuvieron los actores, dando cuenta con ello de los profundos cambios que ocurrieron en el campo social y político del municipio de Pacho en ese momento; por eso, esta es una obra que merece ser leída e incorporada dentro de las discusiones que se vienen gestando desde hace ya un tiempo sobre este periodo de la historia social y política colombiana.

Carlos Andrés Charry Joya

Ph. D. en Sociología

Profesor de carrera asociado

Director Maestría en Estudios Sociales

Escuela de Ciencias Humanas

Universidad del Rosario

Bogotá, noviembre 7 del 2018

Introducción

Actualmente se recuerda la Violencia como la época de enfrentamiento de un país dividido en dos: liberales y conservadores, que se autoidentificaban radicalmente con los colores rojo y azul.

La evidencia del bipartidismo en la explicación de la Violencia ha producido tal abundancia de literatura que podría pensarse que ya todo está dicho. En consecuencia, el 9 de abril y la Violencia son capítulo cerrado y cualquier otro estudio sobraría.

La tendencia a homogenizar las posiciones de cada uno de los grupos en lucha (en este caso liberales y conservadores), en una sociedad en conflicto, conduce a borrar niveles de diferenciación y complejidades de situaciones, asimilándolas a una oposición binaria. Como resultado, las malinterpretaciones, las preconcepciones y los estereotipos entre las facciones opuestas se refuerzan y se prolongan.1 Son numerosos los estudios de tendencia partidista que surgieron de una interpretación sesgada de la propuesta pionera de Guzmán, Fals Borda y Umaña Luna,2 confundiendo su intención política —en el sentido de enjuiciamiento histórico a las élites gobernantes responsables del desangre— con una visión partidista, según afirma Sánchez.3 En cuanto a la visión centrista, encontramos afirmaciones de investigadores calificados como Martz que dicen: “Al silenciarse la ciudad capital, la ráfaga de emoción reprimida y de resentimiento se esparció a través de la nación”.4 ¿Quiere decir el autor que la provincia solo reaccionó después de que volvió el orden a Bogotá? Álape concuerda con las afirmaciones que insisten en que “[…] el 9 de abril culminó como experiencia histórica en Bogotá el día siguiente, al consolidarse el gabinete paritario entre liberales y conservadores”, debido a que fue “[…] en Bogotá, donde los acontecimientos tuvieron mayor profundidad en lo social y en lo político y donde en últimas, surgió la solución política que paralizó el desarrollo ulterior de cualquier acción en las provincias”.5 Es un hecho que con las alianzas que pactaron en Bogotá los líderes liberales —que de tiempo atrás venían animando un alzamiento nacional contra el gobierno conservador— abandonaron a las provincias a su suerte y se “paralizó […] cualquier acción” en estas encaminada al cambio político y social, con ocasión del movimiento popular del 9 de abril. Pero no creemos que la “mayor profundidad en lo social y en lo político” fuera exclusividad de Bogotá. Concordamos con Rodríguez en que “la denominación de ‘Bogotazo’ no recoge la magnitud nacional de los levantamientos populares después de conocida la noticia del asesinato del caudillo”.6 Se tiende a desestimar la actuación de las provincias y fue allí donde, a diferencia de Bogotá, la Violencia fue más intensa y más prolongada como consecuencia de los manejos políticos de las élites centrales y regionales. Así lo demuestran eventos como las “contra-conmemoraciones” que se anteponían a las conmemoraciones gaitanistas del 9 de abril en Bogotá cada aniversario y tenían consecuencias en provincia. Con este fin, adelantándose al primer aniversario, los conservadores realizaron el 2 de abril una manifestación en Bogotá para celebrar el triunfo de las autoridades sobre los levantamientos, condenar la actitud de los liberales y, además, proclamaron la candidatura de Laureano Gómez para 1950. En esta ocasión se consolidó —apoyada y difundida por autores como Perea—7 la versión política elaborada “desde arriba” sobre “la interpretación que hicieron del 9 de abril el gobierno de Mariano Ospina Pérez y las élites en general, que justificó —y sigue justificando— la respuesta violenta a la subversión del orden establecido, asignando el punto de partida de la Violencia en Colombia, a los desmanes del ‘populacho’ del 9 de abril”.8 El estudio del 9 de abril abarca otras miradas analíticas del “populacho” que recaen en los movimientos populares, como lo propone Charry, con una interpretación alternativa para

[…] analizar de manera experimental los sucesos del 9 de abril en Cali y el Valle del Cauca como una situación liminar de características no planeadas que propició modificaciones importantes en las pautas de desarrollo social y, por consiguiente, de configuración del campo social de la época, siendo esta una ocasión en la que las fuerzas sociales que interactuaban en la ciudad y la región experimentaron un desequilibrio que terminó promoviendo redefiniciones importantes en las formas sociales de organización y distribución del poder.9

La visión lejana que presupone la exacerbación de una rivalidad bipartidista generalizable de forma casi mecánica a todo el país invisibiliza las especificidades y los matices de la Violencia que existían a nivel local más allá del solo bipartidismo. El desplazamiento hacia la periferia propuesto por varios investigadores para dar cuenta de las dinámicas de violencia rescata la dimensión social de la política, y nos remite a la comprensión del bipartidismo desde la vida cotidiana y práctica. El doble desplazamiento de nuestro estudio —tanto de la centralidad del bipartidismo como de la mirada hacia la provincia— nos ubica en situaciones particulares desde la experiencia vivida por los protagonistas de este periodo, que pueden sugerir otras interpretaciones de la oposición bipartidista. Observamos cómo el cruce de componentes de clase con diversas mediaciones en la insurrección del 9 de abril, las diferentes motivaciones, los objetivos de ataque de los actores y el impacto de fuerzas externas sobre los procesos locales ameritan una mayor profundización y anuncian elementos sobre los cuales plantear nuevos interrogantes.

Para desarrollar estos interrogantes, nos aproximamos al espacio y a las personas del municipio de Pacho, cabecera de la provincia de Rionegro ubicada en el extremo noroeste del departamento de Cundinamarca (ilustraciones 1 y 2). Con una mirada cercana y en perspectiva de proceso, elaboramos su microhistoria en un periodo que abarca un tiempo previo a 1948, el 9 de abril y la llamada época de la Violencia, que nos permitió entender el proceso mediante el cual Pacho pasó de un mundo de múltiples oposiciones, a uno polarizado por el bipartidismo.

 

img3.png

Ilustración 1. Localización general.
Cundinamarca y provincia de Rionegro

Fuente: Gobernación de Cundinamarca, Secretaría de Planeación, Oficina de Sistemas de Información, “Análisis y estadísticas”, 2015, http://www.cundinamarca.gov.co/wcm/connect/41520294-3d0f-4108-a6fb-2fd4e6ceb312/Rionegro.pdf

img4.png

Ilustración 2. Municipios de la provincia de Rionegro y territorios circunvecinos

Fuente: CEPEC, Universidad del Rosario, “Plan de competitividad de Rionegro”, 15.

 

Desde la recreación de un universo de puntos de vista de algunos protagonistas que vivieron y padecieron esta época, observamos de manera minuciosa y detallada —durante las tres fases del periodo de estudio— la complejidad de un mundo marcado por múltiples divisiones y fronteras, y atravesado por lógicas sociales específicas que mediaban en las relaciones entre grupos opuestos. En este espacio social fuertemente diferenciado y jerarquizado, el bipartidismo solo era una entre varias oposiciones y quizás no la más relevante. Además, la existencia de una multiplicidad de divisiones y fronteras no impedía que la gente viviera en una situación de relativa estabilidad. Con el avance de la Violencia, el enfrentamiento bipartidista adquirió en Pacho una dimensión central, por encima de las oposiciones de clase, económicas, religioso-políticas, espaciales y de género que existían antes del 9 de abril, sobre las que haremos énfasis en nuestro estudio. El 9 de abril y la Violencia impactaron no solo Pacho, sino todo su entorno geográfico y de influencia cercana: el pueblo, las veredas, los caseríos y los corregimientos, los municipios aledaños y la provincia de Rionegro, en un entramado de sucesos locales y nacionales.

Sobre el anterior planteamiento, elaboramos la siguiente pregunta, escasamente considerada en los estudios de la historiografía colombiana: ¿cómo cobró importancia la oposición bipartidista en un mundo de múltiples oposiciones —donde la diferencia política no era muy relevante— dando paso a un mundo de enfrentamientos partidistas violentos?

Aunque nuestro objetivo no es hacer una investigación retrospectiva del origen de la Violencia en Colombia, a manera de contextualización es importante referirnos al antecedente de los 44 años de hegemonía conservadora (1886-1930), ligada al proceso de transformaciones sociopolíticas del país a partir de los años veinte, “cuando aparecieron los movimientos de obreros, campesinos y artesanos, algunas protestas urbanas”,10 sucedieron la huelga de las bananeras y el intento de insurrección general de 1929, independientes del bipartidismo. Estos episodios crearon un ambiente de cierta polarización social que tomaría fuerza con las reformas que empezó a promulgar la República Liberal a partir de 1930, cuando el liberalismo regresó al poder. Los cambios sociales promovidos por el liberalismo (en especial la legislación sobre redistribución de la tierra, la ampliación de la cobertura educativa y la igualdad jurídica de los derechos de la mujer) chocaron con la Iglesia católica y facciones conservadoras y fundamentalistas liberales, provocando una lucha bipartidista que se mantendría de forma intermitente en lo que Betancourt y García11 llaman “Violencia liberal de los años treinta”. Los autores anotan que la acción liberal encaminada al ataque de poblaciones conservadoras para tomar su control produjo una respuesta conservadora a través de grupos de autodefensa y empezó a vivirse un clima de violencia partidista en Colombia. La reacción conservadora provenía, básicamente, del departamento de Boyacá, donde aún había reductos de la hegemonía conservadora que actuaban al margen del gobierno liberal.12 El nombramiento de alcaldes liberales en municipios conservadores era rechazado por burocracias locales detentoras del poder y enemigas del gobierno, y por poblaciones hostiles incitadas a veces por sus curas párrocos. El desacato a la autoridad de los alcaldes por parte de la policía municipal y la guardia departamental indujo a la creación de una “policía cívica” parainstitucional en defensa de estos, lo que produjo “la lógica respuesta de los notables conservadores y de los politizados curas boyacenses, de recurrir a la resistencia armada”.13 Hasta 1946 la violencia por el poder político colombiano estaba bajo un relativo control del Gobierno central con sus fuerzas de disuasión a los conservadores. “La designación de autoridades locales por encima de los poderes locales y regionales en zonas donde el conservatismo conservaba la mayoría en los cuerpos legislativos, Asambleas departamentales y Concejos municipales y dominaba la rama judicial, produjo la desarticulación del poder entre los niveles [local, regional, departamental y central] y ramas del poder, con enfrentamientos violentos”14. Usualmente los alcaldes liberales, luego de tomar posesión de sus cargos asignados por el gobernador, resistían durante un tiempo más largo o más corto, dependiendo del nivel de violencia que se manejara en la localidad a donde llegaran. Algunos renunciaban al poco tiempo ante la imposibilidad de ejercer sus funciones e incluso, en ocasiones, declinaban el nombramiento. La siguiente anécdota ilustra esta situación. Cuenta Felipe Gaitán que Pedro Lucio Barragán, liberal de Pacho, fue designado por el gobernador de Cundinamarca como alcalde del municipio de Cucunubá, reconocido baluarte conservador de la provincia de Ubaté. Así decía el telegrama de su nombramiento: “Señor PEDRO LUCIO BARRAGÁN. Comunícole nombramiento Alcalde Cucunubá. Tome posesión cargo”.15 La respuesta de Pedro Lucio fue: “Señor GOBERNADOR. Comunícole que PLB a Cucu no vá. Gracias”.16

La referencia anterior, además de señalar la tensión bipartidista que se vivía, muestra el sentido del humor que caracterizaba a la población de nuestro estudio. Finalizando la década de 1930, con la tercera presidencia liberal, la resistencia contra el Gobierno fue cediendo parcialmente en algunos municipios, aunque siempre con la presencia disuasiva de la “policía cívica”. Otros funcionarios resistían un tiempo más largo, fuertemente custodiados, cuidándose de no frecuentar establecimientos públicos y, por lo general, reduciendo su presencia a su despacho y a la casa donde se hospedaban. En términos generales, “los conservadores no entregaron el poder, nunca bajaron la guardia, a la espera de volver a ganar”.17

Durante la época en que el conservatismo retomó el poder —especialmente entre 1946 y 1948—, surgieron grupos armados que ejercieron prácticas punitivas que conllevaban a situaciones de desplazamiento interno, homicidio, etc., localizadas principalmente en Nariño, Boyacá, Cundinamarca y los Santanderes —lugares donde se habían presentado hechos violentos en los años treinta, en oposición a la República Liberal—,18 hasta llegar a agudizarse en la Violencia de los años cincuenta, con “la necesidad del Partido Conservador de mantenerse en el poder y la presión de Laureano Gómez sobre las facciones conservadoras moderadas, que precipitaron una etapa más abiertamente sanguinaria”.19

Con base en lo anterior, podría pensarse que la oposición bipartidista fue la única causa de la violencia. El antecedente expuesto es importante en nuestro caso por cuanto en Pacho no se replicaron las acciones represivas del gobierno de la República Liberal contra los conservadores, ni las luchas bipartidistas nacionales que se agudizaron con la retoma del poder por parte del conservatismo en 1946. La particularidad de una comunidad que convivía con varias oposiciones permitió que la rivalidad bipartidista —una de tantas y quizás no la más importante— estuviera mediada por lógicas sociales que intervenían para el desarrollo pacífico de las relaciones.

Esta situación particular nos lleva a preguntar en qué medida la confrontación partidista fue más una consecuencia que una causa de la Violencia. El reto de estudiar la Violencia en Pacho en una perspectiva de proceso requiere una detallada atención a la especificidad de su historia y a sus relaciones particulares con las esferas regional y nacional. Para tal efecto, empezamos por conocer cómo era ese mundo atravesado por múltiples fronteras sociales previo a 1948. No se pueden comprender el 9 de abril ni la Violencia, tampoco el proceso de polarización, sin entender el funcionamiento de la dinámica social propia de Pacho anterior al evento. Tratándose de un mundo dividido de múltiples maneras pero relativamente estable, donde la afiliación a los partidos no era la única línea divisoria que definía fronteras, es necesario averiguar qué significaba en Pacho ser conservador o liberal antes del 9 de abril. Partiendo de esta realidad de oposiciones e interacciones, de acuerdos tácitos de convivencia con muchas diferencias, haremos un seguimiento para indagar cómo se comportaron las personas que conformaban ese espacio, marcado por múltiples divisiones, durante el 9 de abril y en la Violencia. Finalmente, para el periodo de reorganización de las relaciones sociales mediadas por la violencia, nos interesa conocer qué ocurrió con las personas y las anteriores normas, relaciones, prácticas y espacios que funcionaban en Pacho en un mundo de relativa estabilidad.

Para resolver estos interrogantes empezaremos por hacer la reconstitución del espacio social de Pacho anterior a 1948. Daremos cuenta de la existencia de una variedad de grupos diferenciados y jerarquizados en un escenario donde dominadores y dominados habían desarrollado diferentes maneras de relacionarse de forma pacífica. Se entenderán las fronteras desde el concepto de espacios de interacción, mediados por lógicas provenientes de lo cotidiano y lo práctico. Analizaremos cómo la afiliación a los partidos dependía de la inscripción de las personas en diversos colectivos de dominación. Se proseguirá con el estudio de la evolución de estas dinámicas sociales en el trascurrir del evento y periodo de conmoción subsiguiente a través de una reconstrucción del 9 de abril; sobre esta base observaremos las acciones, las tensiones y los comportamientos de las personas durante los sucesos generados por el evento en relación con las afiliaciones, las oposiciones y las interacciones establecidas antes de 1948. En la etapa de la Violencia veremos la manera como se dividió Pacho en dos colectivos enemigos a muerte. Se observará cómo, aunque las demás líneas de oposición persistieron de ciertas maneras, se fueron desarrollando nuevas formas de relaciones alrededor de la oposición bipartidista promovida por la Violencia. Se estudiará lo que ocurrió con las personas, sus antiguas posiciones en la escala jerárquica, la movilidad social de los actores y los cambios producidos en la estructura de poder y la dominación.

De esta forma, con una mirada que rescata los matices y las diferenciaciones que existen bajo una apariencia de “unanimismo”, construiremos la microhistoria de este periodo de Pacho en tres fases. A través de ellas se observará el proceso que llevó a este municipio a la violencia de la polarización, orientada por el discurso bipartidista que dio paso a redefiniciones en las formas de configuración del poder amparadas en la violencia institucionalizada.

1. Pacho como caso de estudio

En el 2012, al realizar unas entrevistas con personas que vivieron el 9 de abril en Pacho, llamó nuestra atención el hecho de que algunos liberales hubieran dado protección a sus amigos conservadores durante los sucesos violentos que se desataron por la muerte del caudillo Jorge Eliécer Gaitán. En estos relatos se percibía la existencia de una historia de vínculos entre liberales y conservadores que superaba la diferencia partidista radical que se acentuó en los años siguientes y pensamos que podría haber una situación más compleja para explorar en el tema de la Violencia desde una mirada local.

Comenzamos, entonces, por indagar sobre las formas de poder ejercidas en Pacho por hacendados, comerciantes, funcionarios públicos y clérigos católicos antes de 1948, que consideraban a las clases subordinadas de inferior calidad y que debían mantenerse en la ignorancia mediante ciertas costumbres y prácticas. Esta idea aparece en relatos como el de Inés —una de nuestras entrevistadas y madre de la autora—, quien cuenta que oía decir a sus tutores masones que las élites de poder en Colombia afirmaban que “hay que mantener al pueblo en estado de analfabetismo, para que no piense”. Al respecto, Braun20 habla de la sociedad desarticulada —retomando la definición de Jorge Eliécer Gaitán sobre el “país político” y el “país nacional”— para referirse a otra polarización —no bipartidista— del país: en un lado está la élite política que decide las acciones de las diferentes fuerzas sociales, y en el otro está el pueblo ignorante y pasivo, sin control de su propio destino. En esta dirección tomó fuerza una de las versiones tradicionales de la Violencia que justifica el exterminio de liberales y gaitanistas como retaliación por el comportamiento de una “horda de salvajes” que actuó sin otro propósito que el saqueo y la destrucción el 9 de abril. La aproximación a la problemática desde Pacho nos permitió ver, en el trasfondo de estos “actos vandálicos”, la existencia de una situación social que se estaba viviendo de tiempo atrás y que detonó con el asesinato de Gaitán el 9 de abril.

No se tratará, entonces, de negar del todo la existencia de una oposición bipartidista, sino de proponer una imagen más compleja del espacio local pachuno, mostrando cómo varias formas de diferenciación social se superponían y se entrecruzaban con las oposiciones partidistas. El análisis de estas múltiples lógicas de distinción social —algunas abiertamente conflictivas, otras mediadas por mecanismos de coexistencia pacífica— nos permitirá enriquecer nuestra comprensión de las expresiones de la Violencia, a cambio de su reducción al resultado de una enemistad bipartidista.

Por lo anterior, desde la realidad de Pacho nos proponemos confrontar la imagen de una Colombia dividida en dos que suplanta las demás identidades del país con la identificación liberal/conservador, reduciendo las especificidades de las dinámicas locales a simples ilustraciones de los procesos nacionales.

2. Metodología. Fuentes, manejo de la información, reflexividad y organización del texto

2.1. Metodologías

Nos aproximamos al problema de estudio a través de fuentes primarias e inéditas. La investigación contempla una doble dimensión: por un lado, el trabajo con la historia oral captada a través de las entrevistas a personas que vivieron la Violencia en Pacho como instrumento esencial para dar cuenta de la existencia concreta de personas reales, lo que Levi Strauss llamaba “la asimilación de una experiencia vivida”. Con el uso de entrevistas abiertas a actores — directos o a sus descendientes— de diversas condiciones (edad, capitales, costumbres, tendencias ideológicas, ubicación urbana/rural, género, entre otras), se exploraron sus experiencias y percepción de los sucesos de la época. Sobre esta base elaboramos sus historias de vida inscritas en la familia, que ofrece diferentes posiciones generacionales. La revisión crítica del material originó interrogantes en torno a las relaciones inscritas en colectivos de dominación con peculiaridades que requerían enfoques diversos. Se encontraron aspectos comunes en las narrativas de los entrevistados referidos a asuntos de clase, laborales, religiosos, políticos y de género con un especial énfasis en la familia, los cuales definieron nuestra elección de los conceptos y las teorías marco a emplear para problematizar y analizar los casos de estudio. Por otro lado, consultamos documentos locales públicos y privados: los primeros reposan en el Archivo Central de Pacho,21 la Alcaldía, la Recaudación de Hacienda, la Notaría Única de Pacho y el archivo parroquial; los otros pertenecen a las familias y se refieren a memorias, monografías familiares, apuntes y cartas, archivos fotográficos y videos (estos últimos realizados por descendientes de los protagonistas, con remembranzas y narraciones sobre los lugares familiares, acompañadas por composiciones musicales). Encontramos en las fotografías y memorias familiares una fuente de información en temas de cotidianidad, costumbres, actividades, ocasiones, manera de vestir y lenguaje de los personajes que contextualizan y complementan la reconstrucción del espacio social de la época.

Así, al desviar el foco de la oposición bipartidista encontramos una heterogeneidad de situaciones que propiciaban distanciamientos y cercanías entre las personas, donde intervenían aspectos especialmente de clase, político-religiosos, urbano/rurales, legitimidad/ilegitimidad de hijos y género. A su vez, en estas relaciones entre personas de grupos sociales diferentes habían mediaciones específicas que hacían de las fronteras un amplio espacio de interacciones en lugar de una línea rígida de separación.

En otro sentido, la observación microdetallada del mundo local, enfocada en las prácticas y las situaciones cotidianas recogidas a través de las historias de vida de los protagonistas, requiere varias consideraciones. La primera tiene que ver con la mirada retrospectiva sobre sucesos reelaborados desde un momento presente, que implica un acto de toma de conciencia por los entrevistados que puede modificarlos y, quizás, darles una coherencia que en su momento no era tan evidente. La segunda es la disimilitud que presentan los actores en diversos aspectos como edad —80 a 97 años—, origen geográfico, relación con la Iglesia, clase social, afiliación política, género, etc. En consecuencia, los relatos informan experiencias diferentes de los hechos, inclusive del mismo suceso, que para nuestro objetivo es enriquecedor por cuanto no perseguimos tanto buscar una única verdad de lo que sucedió, sino saber cómo lo vivieron los protagonistas de esta historia. Los detalles de cada relato proveen elementos para la contextualización temporal y espacial de los sucesos (si era de día o de noche, en la casa o en la calle, gente del lugar, gente de afuera, vocabulario específico, silencio o ruido, solos o acompañados, en público o en secreto, etc.), útiles en la comprensión del lenguaje y las experiencias de ese mundo que vivían, y para evitar una visión anacrónica. Y aunque las narrativas sobre el pasado pueden exaltar o minimizar personas o situaciones, pensamos que cada reconstrucción es una propuesta de representación de una realidad vivida por cada uno de los protagonistas. De esta forma, articulando las diferentes fuentes de información y puntos de vista, obtuvimos una imagen de Pacho en la cual profundizar para estudiar —en perspectiva de proceso— la Violencia local, enmarcada en la historia violenta de Colombia.

2.2. Lógicas de las entrevistas

La época de la Violencia es un tema que continúa siendo muy sensible en Pacho, por lo que creímos conveniente proponer como punto central de las entrevistas el 9 de abril. Sin excepción, las personas lo asociaron inmediatamente con la Violencia, lo que motivó en ellas dudas e indecisión para concederlas. Fue de gran ayuda para disipar desconfianzas reconocernos como hijos, nietos u otros parientes de los protagonistas de estos eventos. Es notorio el impacto que produjo la remoción del pasado: al principio, las entrevistas fueron una oportunidad para contar algo que jamás se habló y que solo estaba registrado en la mente como un recuerdo, pero al momento de hablar afloraron sentimientos y, en la medida en que intercambiaban historias con sus familiares, comenzaron a formularse preguntas y a encontrar respuestas a hechos que no fueron claros en su momento. En esta toma de conciencia se revivieron sucesos dolorosos, se removieron viejas rencillas familiares y surgió cierto recelo por esta investigación, que llegaron a ver como un acto de intromisión en sus vidas. En otros casos, hubo temor ante la presencia actual en Pacho de hermanos o descendientes directos de los victimarios que ahora tienen poder, capital económico y prestigio social. Esto provocó que algunas personas hablaran con cautela, otras tuvieran recelo o prefieran no hablar, e incluso se dio el caso de cancelación de una entrevista ya aceptada por el hijo de un líder político de la época, porque sus hijos le dijeron: “quédese quieto papá, deje las cosas así”.

En las entrevistas a personas de clase popular o campesina también había reservas para exponer un discurso oculto en sus historias, asumiendo que se estaban descubriendo ante gente de la élite dominante actual que asociaban con sus victimarios. Como reacción a esta suposición, evadían rápidamente hablar del evento, como si tuvieran un sentimiento de culpa o vergüenza por saquear, gritar e insubordinarse. En cambio, y sin excepción, enfatizaron en la época de la Violencia, la persecución y el exterminio que padecieron, contrario a las entrevistas a personas conservadoras, quienes se centraron en el 9 de abril, siempre exaltando su victimización como justificación a la consiguiente retaliación para controlar al pueblo enloquecido. Hubo situaciones personales difíciles, como cuando un entrevistado conservador contó en una sesión del Centro de Historia de Pacho un supuesto suceso de agresión comandado el 9 de abril por Felipe —mi papá— en contra del suyo, siendo los dos padres amigos. Cuando conté la versión que yo conocía (la cual será detallada más adelante), él “ató cabos” que tenía sueltos y que lo hacían dudar de su afirmación y cambió su actitud de rencor por reconocimiento a Felipe. No todos los finales fueron tan afortunados, pero de esta forma se obtuvieron diversos puntos de vista de personas que vivieron la experiencia de manera diferenciada (véase tabla 6 en los anexos).

3. Presentación de las familias estudiadas

Las personas entrevistadas pertenecen a algunas de las familias que por varias generaciones han formado parte de la historia local y cubren los periodos propuestos en las tres etapas del estudio (1930-1956). La inscripción de sus historias de vida en monografías de familia nos permitió objetivarlas en el espacio social. Estas familias estaban ubicadas en el sector urbano, llamado por las personas “el pueblo” (cabecera municipal, según el DANE), y en sectores rurales llamados “el campo” (otras localidades, según el DANE), que incluye el entonces corregimiento de Pasuncha.22

El sector rural presentaba una marcada división entre grandes propietarios (hacendados y finqueros) y campesinos o pequeños propietarios. Entre los primeros encontramos el caso de Benjamín Vera, conservador (1860-1956) y Dominga Galindo“”